Una cuestión sensible que forma parte de la "década desperdiciada"
En la discusión entre la "década ganada" o la "década desperdiciada" , el tema de la inseguridad no ofrece dudas: es parte de la última.
Ha estado en el podio de las cuestiones más preocupantes de los últimos años . La encuesta anual del Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano desde 2006 así lo demuestra. Los resultados no han hecho más que cuantificar situaciones, actitudes y sentimientos que para la mayoría de las personas son habituales.
El rechazo a la pena de muerte como una medida para combatir la inseguridad o un castigo para los crímenes más aberrantes, por ejemplo, se mantiene estable, siempre por encima del 60 por ciento. Las condenas de por vida cuentan, en cambio, con un apoyo que se eleva al 85 por ciento.
No sólo las víctimas directas de los delitos sufren las consecuencias, sino toda la sociedad. Si las tragedias ferroviarias de Flores, Once y Castelar evidenciaron que la corrupción mata, los cambios de hábitos debidos a la inseguridad expresan un fuerte deterioro del modo de vida de la gente.
De manera consistente, a lo largo de los años, más del 60 por ciento de los encuestados expresa que su calidad de vida se ha visto afectada y casi el 70 por ciento señala que vive con miedo o intranquilo por la seguridad de su familia.
El costo psicológico de este miedo es elevado. Estrés, ansiedad, desconfianza y retraimiento conforman una combinación enormemente nociva.
Reducir los reclamos por más seguridad a acciones "destituyentes" o al servicio de intereses opositores sólo enmascara incompetencia, desinterés o desidia. Hace más de un lustro desaparecieron las estadísticas sobre delitos. Una suerte de manipulación mágica de la realidad, una más en una lista que se engrosa a diario.
El tratamiento mediático de la delincuencia conlleva sesgos y distorsiones que influyen en la opinión pública. Algunos atribuyen fuertes intencionalidades políticas detrás de estos encuadres y otros dirán que prima lo noticiable.
Sin embargo, lo cierto es que hay una gran cantidad de delitos que no son denunciados: pequeños hurtos o robos, secuestros exprés, etcétera. Jamás llegarán a los medios y son los que en el día tras día configuran, tanto o más que la noticia publicada, la percepción de inseguridad.
La inseguridad es una de las grandes enemigas del "relato", ya que no acepta su retórica, y las personas sólo consideran sus propias experiencias, directas o indirectas. Como el relato no la puede explicar, la omite o disfraza.
Los responsables deberán explicar algún día por qué no se abordó con seriedad un problema que, estando entre las mayores preocupaciones de la gente, nunca es parte del discurso oficial. Para muchas familias será muy tarde.
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