Un secuestro tenía como precio el asesinato de un enemigo de Los Monos
Los investigadores determinaron que un preso recibió una llamada extorsivatras el rapto de su padre y que le exigieron matar en la cárcel a Luis "Pollo" Bassi
ROSARIO.- El calor y la intensa humedad habían despoblado las calles, pero en el barrio La Tablada había movimiento. Un automóvil clavó los frenos y tres hombres se metieron en una casa en el pasaje Guerrico al 3700 tras patear la puerta. Ruperta quedó enmudecida por la sorpresa mientras miraba televisión. Los atacantes estaban armados y se encaminaron al dormitorio donde descansaba su marido, Fabián Chamorro, un hombre de 53 años que trabajaba como vigilador privado en una galería del centro de Rosario. No le permitieron siquiera vestirse. Se lo llevaron con el torso desnudo y descalzo. La mujer quedó tiesa en el comedor de la casa al ver la escena, que duró pocos minutos. Luego de escuchar el rugido del motor del auto cuando arrancó a toda velocidad, la mujer llamó al 911 para contar la extraña situación. Ruperta estaba desesperada y no sabía cómo explicar con palabras lo que había vivido. Lloraba desconsolada.
Hasta ese momento su hijo Franco Chamorro, que está preso en Coronda desde hace tres años por usurpar una casa para vender droga, no se había enterado de lo sucedido. Pero no iba a pasar mucho tiempo antes de que fuese advertido. El celular que tiene en el pabellón que comparte con Luis Bassi, alias Pollo, un narco que se transformó en el rival de la banda de Los Monos, sonó un par de horas después. La cabeza de su padre tenía precio, pero no en billetes, sino en sangre.
Para evitar que su padre fuera ejecutado, él debía pagar con una muerte, la de su compañero de pabellón Pollo Bassi.
Bananita, como lo llaman a Franco, desistió de la propuesta. Era imposible pagar con ese crimen en un lugar dominado por Bassi, que está detenido en un área de extrema seguridad con otro de sus sicarios, Milton Damario. Rechazar la oferta equivalía a la muerte de Fabián Chamorro, su padre. Y eso ocurrió unos minutos después. El hombre de 53 años fue ejecutado de seis disparos, y quedó agonizando en la periferia de Rosario, cerca de la ruta 9, en el camino que lleva a Cargill, en Villa Gobernador Gálvez. Murió en la noche del pasado martes.
Tres días antes otra persona ligada a Bassi fue asesinada junto a su mujer cuando tomaban mate en la vereda, en un ataque ocurrido el sábado pasado en el barrio Municipal, a unas 20 cuadras de donde fue raptado Chamorro. Eduardo Cisneros, de 70 años, suegro de Pollo, y su pareja, Gloria Larrea, de 56, fueron acribillados por dos hombres que frenaron en un auto gris con vidrios polarizados y acribillaron a la pareja.
El hombre era policía retirado y su relación con la saga de crímenes lo ata a través de su hija, que es la novia del líder narco, preso en Coronda por el homicidio de Juan Pablo Colazo, asesinado por Bassi, y los sicarios Damario y Facundo Muñoz, tras huir con un chaleco antibalas y una pistola Browning calibre 9 milímetros. En mayo de 2017 los tres fueron condenados por el juez Edgardo Fertita: 16 años de prisión para Bassi; 12 para Muñoz y tres para Damario.
Dos meses antes de ser condenados, los tres fueron absueltos por el beneficio de la duda por el crimen de Claudio Cantero, alias Pájaro, líder de Los Monos, cuya muerte en mayo de 2012 desencadenó un raid de venganzas y puso a Bassi en la mira de la familia Cantero. Ese clan criminal no tuvo las dudas judiciales y sus integrantes están convencidos de que Bassi fue uno de los que planearon el asesinato del capo narco en la puerta de un boliche en Villa Gobernador Gálvez, territorio histórico de Pollo, donde era una especie de guardia de plomo del fallecido intendente de esa localidad, el dirigente peronista Pedro González.
Unos días antes de que Bassi y sus sicarios fueran absueltos en el juicio del crimen de Pájaro Cantero, la camioneta del Servicio Penitenciario que los trasladaba desde los tribunales rosarinos hasta el penal de Coronda fue emboscada en la autopista que une Rosario con Santa Fe. La investigación judicial nunca pudo determinar quién atentó contra ese jefe de uno de los clanes narco locales, en un hecho en el que resultó herido de bala un agente del servicio penitenciario que custodiaba a los presos.
Mensajes tras las rejas
Lo que se preguntan los investigadores es por qué hay un resurgimiento de esta guerra entre Los Monos y los Bassi. Los líderes de ambas bandas están presos y fueron condenados, pero en las calles de Rosario sigue la sangrienta disputa.
No es garantía para neutralizar la actividad narco que los principales eslabones de una banda estén en la cárcel. Como quedó demostrado en la investigación por narcotráfico en la Justicia Federal, Los Monos mantenían el negocio de la venta de drogas, amenazas y asesinatos desde la cárcel de Piñero, a 20 kilómetros de Rosario.
Por esta causa fueron condenados en diciembre pasado Ariel Cantero, alias Guille, a 15 años de prisión, y su lugarteniente Jorge Chamorro, a 17, quienes pasaban órdenes a sus parejas a través de los teléfonos celulares y después con una línea fija del penal.
Cantero fue trasladado primero a Resistencia y luego al penal de Ezeiza durante el juicio, y allí está ahora alojado. En el gobierno de Santa Fe argumentan que Guille tiene por lo menos tres teléfonos celulares por los que se comunica con otros eslabones de la banda en Rosario.
El gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, puso en los últimos días sobre la mesa este problema y adelantó que iba a pedir que se incrementasen los controles en ese penal federal.
Los atentados contra jueces e investigadores judiciales que se repitieron desde el 29 de mayo pasado fueron planeados -al menos 13 de los ataques por Cantero y otros alfiles de la banda, cuando el líder de Los Monos estaba preso en la cárcel santafesina, donde también pretendió iniciar otro emprendimiento delictivo como los secuestros extorsivos, una causa que fue pedida que se eleve a juicio por los fiscales Santiago Marquevich y Adriana Saccone.
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