Un padre juez, una familia señalada y una muerte jamás resuelta: el misterioso crimen de Natalia Fraticelli
Carlos y su mujer, Graciela Dieser, fueron condenados y luego absueltos; la historia de un enigma que hace más de 20 años paralizó a un país entero
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Con una bolsa de nylon en la cabeza. Así declararon ante la Justicia los padres de Natalia -el por entonces juez de Rufino, Carlos Fraticelli, y su esposa Graciela Dieser- que encontraron aquella mañana del 20 de mayo de 2000 a su hija, que yacía muerta sobre la cama en la casa familiar de San Juan 340, en la ciudad de Rufino, Santa Fe.
Las inexactitudes y contradicciones entre ellos mismos se dieron desde el inicio y ese detalle los puso muy rápido en la mira de los investigadores. Si bien ambos coincidieron en manifestar que tenía una bolsa en su cabeza, no sucedió lo mismo con sus versiones relacionadas a cómo encontraron sus manos. También llamó la atención que ante semejante escenario de muerte nunca llamaron a la policía.
El primer médico en llegar a la vivienda fue Hugo Costa, convocado por el propio Fraticelli, y constató que Natalia, de 15 años, estaba muerta. Diez minutos más tarde arribó el doctor Víctor Pautasso, colega y amigo del entonces magistrado, quien llamó de inmediato al forense y obstetra Juan Carlos Maggi, que oportunamente relató ante el entonces juez a cargo de la causa, Carlos Risso, lo que le argumentó Carlos Fraticelli: “Natalia tenía una bufanda en el cuello y las manos atadas con un pañuelo. Le pregunté cuántos nudos tenía –detalló Maggi-, y me dijo que podían ser dos o tres, y que le había dado trabajo desatarlos. Pero pude constatar que no tenía marcas de haber estado anudado. Además, en el escritorio de la planta alta había bolsas similares a las que me mostraron como las utilizadas en el hecho. Para mí se modificó el escenario del crimen”, precisó.
Por su lado Fraticelli insistía ante los presentes en su casa con la teoría del robo y de una venganza hacia él: “Mataron a la Nati, mataron a la Nati. Esta me la dieron a mí. La encontré con estas bolsitas puestas en la cabeza y con las manos atadas. Además me faltan dos mil pesos. Te lo juro por la amistad que nos une Víctor (Pautasso), en esto no tengo nada que ver”.
El comisario de Rufino, Jorge Villalba, llegó a la casa a las nueve de la mañana y mencionó ante el juez Risso circunstancias que le llamaron la atención: “Fraticelli me insitía con que ‘entraron por acá’, señalando la puerta del balcón. Vi que la cortina de enrollar sólo estaba levantada unos cincuenta centímetros. Entonces le pregunté: ¿quién entró por acá, Superman?’. Además no había huellas. Por su actitud empecé a ver las cosas de otra manera. Más cuando observé expedientes sobre su escritorio y uno estaba envuelto con una bolsa idéntica a las que se encontraron al lado del cuerpo de Natalia”.
No fue todo: Fraticelli también consultaba a los profesionales médicos si su hija podía haberse suicidado. Entonces los pesquisas no entendían por qué por un lado repetía que entraron a robar y la mataron a manera de venganza y por otro planteaba la posibilidad de que Natalia se hubiese quitado la vida.
Además se armó un debate entre expertos en medicina legal que abonaban distintas teorías: “Doctor Risso, no puedo afirmar que a esta chica la estrangularon porque sería la primera vez que alguien que lo hace no deja la marca de sus dedos sobre la piel de la víctima”, sostuvo ante el juez de la causa el médico policial Ulises Cardozo, entonces jefe de Medicina Criminalística de la Unidad Regional II de Rosario.
Como contrapartida, un informe de Oscar Sánchez, director del Instituto Médico Legal de Rosario decía: “En los músculos del cuello se encontraron manchas conocidas como equimosis… se producen por la extravasación de la sangre por una fuerte ligadura, golpe o causas similares”.
El estudio histopatológico determinó que la víctima sí tenía marcado tres dedos en el cuello. El informe reza: “La adolescente murió por estrangulamiento, como lo indicó la primera autopsia. Quien la ahorcó le fracturó el hueso hioides, situado a la altura de la laringe”. Los profesionales que no adherían a ese punto de vista consideraban que el hioides se lo habían fracturado durante la necropsia. Como resultado, todas estas idas y vueltas aportaron más dudas y confusión y escasas certezas.
La autopsia además determinó que Natalia había ingerido Uxen Retard, un antidepresivo contraindicado para personas que sufrían epilepsia, como era su caso, que podían causar efectos secundarios graves y también la muerte. A partir de allí se comenzó a barajar la hipótesis del suicidio, posibilidad a la que apostaron con firmeza los abogados de ambos padres. Aunque no se descartaba que alguno de ellos le podría haber suministrado dicho psicofármaco.
“Carlos, Carlos, mirá lo que le pasó a la Nati”
Por su lado, Graciela, madre de Natalia, declaró en su propio hogar el 22 de mayo -y forma parte del expediente-, dos días posteriores al hallazgo. Y 48 horas más tarde terminó detenida, imputada por el delito de “Homicidio calificado agravado por el vínculo”.
Esto fue lo que dijo: “Alrededor de las nueve de la noche del viernes Natalia me preguntó si tenía salchichas; quería comerlas con arroz. Mientras le preparaba la cena se sentó en el mesón a mi lado y me dijo que no se arrepentía de no haber ido a la reunión (N de la R: esa noche la joven se iba a juntar en una casa con amigas pero prefirió quedarse con su mamá). Terminamos de cenar como a las nueve y cuarto. Me ayudó a lavar los platos y ordenamos todo. Mientras mirábamos VideoMatch me dijo: ‘Vamos a ver también Buenos Vecinos’. Le di la medicación (N de la R: Natalia padecía un leve retraso madurativo). A las once menos veinte me dijo que tenía sueño. Se quedó dormida. Le di un beso y apagué el televisor. Fui a mi dormitorio y me puse a rezar el rosario. También me dormí y no escuché en qué momento llegó mi marido. A las siete menos cuarto él se levantó para ir al baño y se volvió a acostar. Me desperté a las 8.20 y busco la medicación de Natalia. La llevó arriba y veo a mi hija que estaba con una bolsa de nylon en la cabeza hasta el mentón, que no le llegaba a cubrir la totalidad del cuello. Entonces empiezo a gritar: ‘Carlos, Carlos, mirá lo que le pasó a la Nati’. Entre los dos le sacamos la bolsa de la cabeza. Vemos que tenía un pañuelo en su muñeca y Carlos se lo saca, pero fácilmente, porque estaba como suelto. Cuando él estaba llamando al médico por teléfono, yo le grito: ‘Está calentita, está viva, está viva’. Me abrazo a ella, la tapo hasta los hombros y le acomodo los pies, ya que era su costumbre dormir sacando los pies por debajo de la colcha”.
Noche de muerte, noche de infidelidad
Para colmo, la madrugada en que murió su hija, el juez Fraticelli estuvo en un albergue transitorio con una mujer. Así lo confesó él en sede policial y ella ante el juez Risso. Mirta E. aceptó ante el magistrado haber estado hasta la una y media de la madrugada con Fraticelli en el hotel Tú y yo, cuyo slogan era: El palacio de la higiene, el motel de las sábanas limpias. Mirta le contó al doctor Risso que él encargó champagne Federico de Alvear y le pidió que la relación entre ellos fuera discreta y le dijo que en su matrimonio con su mujer, Graciela Dieser, había roces. Iban a verse nuevamente el viernes 26 de mayo pero no pudo ser. Ese día el entonces juez de Rufino permaneció internado porque había intentado suicidarse.
No será justicia
En noviembre de 2000, Carlos Fraticelli fue destituido y quedó detenido en la Alcaldía de Melincué acusado del homicidio de su hija, luego de que un tribunal le quitó los fueros que durante seis meses le otorgaron inmunidad y le permitieron permanecer en libertad sin poder ser indagado por el crimen.
El 14 de mayo de 2002, Fraticelli y Dieser fueron condenados a prisión perpetua como coautores de homicidio doblemente calificado por el vínculo y por alevosía.
En 2006, la Corte Suprema de Justicia de la Nación anuló la sentencia y ordenó que se dictara un nuevo fallo. Ya en 2009 la Cámara de Apelaciones en lo Penal de Venado Tuerto revocó la condena a los padres de Natalia y los terminó absolviendo.
Recuperada la libertad, cada uno rehízo su vida como pudo: Graciela Dieser se fue a vivir a Rafaela junto al resto de su familia. En 2012, se suicidó.
Carlos Fraticelli comenzó a compartir la vida en Rufino con una nueva pareja, la psicóloga Norma Tejedor. Juntos publicaron un libro relacionado con el caso al que titularon: Divina Justicia, el cielo lo sabía. Él se jubiló como juez en 2016 y hoy a los 68 años sigue trabajando como abogado.
En 2016 la Corte dejó firme el fallo que absolvió al exjuez por la muerte de su hija basado en que “la falta de certeza sobre la acusación hacía imposible destruir la situación de inocencia”, y fue crítica con relación a los tiempos que se tomó la justicia para finalmente no resolver el caso: “Un procedimiento que se ha prolongado durante más de catorce años excede todo parámetro razonable, dilatando el estado de indefinición se ha mantenido a los imputados en violación de su derecho constitucional a obtener un pronunciamiento judicial en un plazo razonable”.
La Corte también remarcó como crítica que se había investigado una sola hipótesis en quince años de trabajo. Así la verdad volvió a huir: nunca sabremos si a Natalia la mataron o se suicidó
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