Un hombre esquivo que pocas veces saludaba
Walter Vinader se mudó a Mataderos junto con sus padres hace ocho años; los vecinos dicen que era "fabulador"
Pedro y Rosa se mudaron al barrio de Mataderos hace ocho años. Con ellos fue su hijo Walter Vinader , quien entonces ya era un ex cabo, luego de haber sido echado de la Prefectura Naval, en 2003, por estafador. Pero los vecinos aseguran que el hombre "aparecía muy poco" por la casa de Cañada de Gómez 2237 y tenía un trato "frío y distante".
La mayoría de los vecinos de la cuadra de Vinader , quienes se mostraron shockeados, sorprendidos y desconcertados al ver los allanamientos en la casa del ex cabo, dijeron que sólo lo conocían "de vista", y se dieron cuenta de que se hablaba de él en los medios, luego de difundirse sus fotos. Quienes se lo cruzaban seguido, por lo general de noche, aseguran que era un hombre "esquivo a la palabra y que nunca saludaba".
Justamente, un efusivo saludo fue lo que le llamó la atención a Alicia Salomón, de 60 años. La mujer se cruzó con Vinader el sábado 5 de este mes, momentos después de que la policía estuviera por primera vez en la casa del sospechoso por la desaparición de Araceli Ramos.
"¡Hola vecina! ¿Cómo está? No sabe, me quisieron secuestrar", encaró Vinader a la mujer. "Y también secuestraron a una tal Araceli, de Puán", le dijo el ex cabo a Alicia, según el relato de la mujer. "Me dio hasta un beso y se fue. Yo nunca había tratado con él", afirmó a LA NACION Salomón, aún sorprendida.
La versión del secuestro fue la que tanto el propio Vinader como Pedro y Rosa, tal vez víctimas del engaño de su hijo, se encargaron de hacer correr por el barrio desde el quiosco que funcionaba en su domicilio desde hacía un mes. Es que ese sábado, todos los que fueron al negocio preguntaron por qué la policía había estado allí temprano por la mañana, y luego otra vez, por la noche.
Ese no fue el único "relato" que salió desde Cañada de Gómez 2237. En 2011, cuando Vinader cayó detenido por una de las tantas causas que tenía en su contra, sus padres aseguraron en el vecindario que su hijo "estaba en el Sur realizando tareas especiales para Prefectura", según dijo Erika, otra vecina de la cuadra.
Tras estar ausente por esa falsa "misión especial", el hombre reapareció en el barrio a principios de este año. "Andaba con ropa de trabajo informal, a veces de uniforme. Decía que trabajaba instalando antenas, pero yo nunca vi ninguna camioneta ni aparato acá", afirmó Juan Domingo, otro vecino.
"Campo de concentración"
"Mi marido me decía que la casa parecía un campo de concentración", dijo Marta Novallo, de 72 años, al señalar el alambre de púas y la extraña distribución de la vivienda: una pequeña construcción de una planta, con dos habitaciones agregadas recientemente por encima, pero separadas una de otra en dos módulos y en distintas alturas. Una gran cantidad de hierros, vidrios, y baratijas se guardan en el techo del lugar.
Donde sí conocían mejor a Vinader era en las remiserías de la zona. El principal sospechoso por el asesinato de Araceli frecuentaba esos servicios cada vez que necesitaba movilizarse.
"Pedía autos para ir a Caseros y a Pompeya frecuentemente. Venía a la agencia en persona y los tomaba desde acá", dijo a LA NACION Magalí Benítez, la operadora de la remisería Ale-Mar, situada en Lisandro de la Torre y Directorio.
Desde allí salió el Peugeot 505 bordó que llevó a Vinader hasta el descampado de la avenida General Paz y Crovara con un pesado bolsón negro, el 2 de este mes, a las 12.30.
"Ese día vino a pedir el auto pero, a diferencia de las otras veces, solicitó que se lo mande en diez minutos a la casa", contó Benítez. El chofer del remise, identificado como Daniel, contó a sus compañeros que Vinader salió de la casa con un bulto pesado y pidió que le abriera el baúl del auto. Luego lo dejó en el descampado, donde luego fue hallado el cuerpo de Araceli.
"Era muy hablador. Parecía que fabulaba mucho, siempre venía con historias que eran pavadas, pero algunas no muy creíbles", relató a LA NACION uno de los remiseros de la agencia.
"Siempre se mostraba muy educado, como una persona de buenos modales. Era muy simpático, les sonreía a todos", afirmó Magalí.
Los choferes más antiguos de la agencia lo definieron como "un cliente antiguo que desapareció un tiempo y volvió".
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