Un botín de 400.000 dólares: rápida, armada y con una maza de 25 kilos, así actuó la banda de los Rolex

“¡Quietos! ¡Quietos! ¡Al suelo!”, gritó el delincuente que irrumpió armado con una pistola nueve milímetros en la joyería Testorelli de Galerías Pacífico. Clientes, empleados y personal de seguridad, obviamente, acataron la orden en el acto. Uno de los cómplices del asaltante, sin perder tiempo, sacó de un morral una maza de 25 kilos y comenzó a romper las vidrieras de blindex para apoderarse de diez relojes Rolex y 23 de la firma Cartier, un botín valuado en 400.000 dólares. El tercer ladrón se había quedado en la puerta para controlar la situación y garantizar los rápidos movimientos para la ejecución del golpe. En dos minutos, los ladrones salieron del shopping del barrio de San Nicolás para escapar en un automóvil que habían estacionado a pocos metros.

El robo protagonizado por la denominada banda de los Rolex ocurrió el 12 de septiembre pasado, día que se celebraron las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). Uno de los ladrones, según la investigación, es un viejo conocido de funcionarios policiales y judiciales: Mariano José Zambrano, alias el Rubio, de 38 años.

En una investigación de 2009 hecha por el fiscal José María Campagnoli y su equipo de colaboradores, junto con la ex División Robos y Hurtos de la Policía Federal Argentina (PFA), publicada por LA NACION, se le adjudicaban a El Rubio Zambrano cinco robos en joyerías de Belgrano, Núñez y Saavedra.

“‘El Rubio’ Zambrano se movía como un verdadero dandi. Siempre elegantemente vestido, recorría las joyerías cercanas a la avenida Cabildo y, haciéndose pasar por cliente, consultaba por los precios y las características de los modelos de relojes de alta gama. Así sabía dónde se guardaban los Rolex que después iba a robar con sus cómplices”, había explicado a LA NACION, en aquella oportunidad, un importante investigador judicial.

Doce años y medio más tarde, Zambrano fue procesado por el robo a la joyería Testorelli de Galerías Pacífico, con prisión preventiva, por el Juzgado en lo Criminal y Correccional porteño N° 3, interinamente a cargo de la jueza Alejandra Provítola. Se trabó un embargo sobre los bienes del imputado hasta cubrir la suma de $90 millones.

Zambrano había sido detenido el 7 de enero pasado por detectives del Departamento Investigaciones Especiales de la PFA. Fue capturado cuando circulaba en una camioneta 4x4 por Florencio Varela, en el sur del conurbano.

Debajo de uno de los asientos de la camioneta VW Amarok azul que conducía, Zambrano tenía un Fusil Automático Liviano (FAL) y un fusil M-16.

Un mes antes, personal de la Policía de la Ciudad había detenido a los otros dos supuestos ladrones que participaron del golpe en Galerías Pacífico: Lucas Zambrano Ludueña y Gonzalo Zambrano, hijo y hermano de El Rubio, respectivamente. Ambos fueron procesados y el fallo de primera instancia fue confirmado por la Sala I de la Cámara en lo Criminal y Correccional porteña, con la firma de los jueces Ignacio Rodríguez Varela y Magdalena Laiño.

Los tres están procesados por los delitos de robo agravado por haberse cometido mediante la utilización de armas de fuego cuya aptitud para el disparo no puede ser de ningún modo acreditada y por haberse cometido en un lugar poblado y en banda, en concurso real con el delito encubrimiento agravado por el ánimo de lucro reiterado.

“Sin perjuicio de que las víctimas no puedan, por la situación vivida, reconocer a los autores, de las imágenes captadas por las filmaciones de las cámaras de seguridad de las Galerías Pacífico y las obtenidas del Centro de Monitoreo Urbano de la Policía de la Ciudad, surgen coincidencias relevantes a la hora de vincular a Lucas Zambrano Ludueña y a Gonzalo Zambrano con el suceso ventilado”, afirmaron los camaristas en el fallo, al que tuvo acceso LA NACION.

El 18 de diciembre pasado, hubo un robo similar en la joyería Sensation Du Temps de Patio Bullrich. La sospecha de los investigadores es que el hecho fue protagonizado por el Rubio Zambrano, pero con otros cómplices. Su hijo y su hermano ya estaban presos.

Filmaciones, las pruebas claves

Como explicaron los camaristas al confirmar los procesamientos del hijo y el hermano de El Rubio Zambrano, las cámaras de seguridad del Centro de Monitoreo Urbano (CMU) y de la División Anillo Digital de la Policía de la Ciudad y de las municipalidades de Vicente López y San Martín fueron claves para identificar y ubicar a los tres sospechosos.

Para salir del shopping con el botín, los ladrones amenazaron a uno de los encargados de seguridad de Galerías Pacífico que intentó impedirles el paso. Uno de los delincuentes empuñaba dos armas; los otros, una cada uno. Una vez que ganaron la calle se subieron a un Ford Fiesta Kinetic que habían dejado estacionado a pocos metros, en San Martín al 700.

Iniciaron la fuga a las 12.17. En la huida, los ladrones circularon de contramano por la calle Tres Arroyos. Las cámaras, finalmente, registraron cómo dejaron abandonado el vehículo en el ingreso del edificio de la Dirección Nacional de Migraciones, en Retiro, para subirse a otro auto, un VW Polo oscuro cuya chapa patente estaba denunciada como robada. Uno de los sospechosos continuó el plan para escapar en una moto.

Los investigadores no solo analizaron las imágenes posteriores al robo, sino también las de los momentos anteriores a irrumpir en el shopping; detectaron que los tres vehículos (los dos autos y la mano) circularon a la par por distintos puntos de la ciudad.

Las cámaras de seguridad de los municipios de San Martín y de Vicente López terminaron de completar el trayecto de los sospechosos tras el atraco: el viaje terminó en un inmueble de la localidad de Villa Martelli, donde uno de los supuestos delincuentes descendió del VW Polo con un bolso y entró en la casa.

En ese mismo zona, la mañana del robo, entre las 9.07 y 9.38, las cámaras de seguridad de Vicente López filmaron el Ford Fiesta Kinetic utilizado por los delincuentes para llegar a Galerías Pacífico en Julio Argentino Roca al 5000, la cuadra donde dijo vivir El Rubio Zambrano.

Esta vez, la tecnología le jugó una mala pasada al dandi.

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