Un arsenal en Versalles: un jubilado tenía un FAL, carabinas y hasta revólveres y pistolas debajo de las almohadas
Lo allanaron porque había sido intimado por el ex Renar para que entregara las armas y se negaba; la Policía temía que se atrincherara y disparara desde adentro con el fusil de asalto militar
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El grupo táctico de la Policía de la Ciudad fue elocuente en su entrada por asalto a la casa de Ruiz de los Llanos al 500, a solo un par de cuadras del polideportivo de Vélez Sarsfield, en el barrio de Versalles. No querían correr ningún riesgo: partían de la base de que en el lugar había un importante arsenal y temían que su dueño se atrincherara y, eventualmente, abriera fuego desde adentro con alguna de sus poderosas armas.
El propietario de la casa no opuso resistencia. Apenas amagó a decir “estuve en la Federal, en la policía…”, cuando los agentes comenzaron a exigirle que entregara las armas que atesoraba. Neil Román Malizzia, de 79 años, se movía lento entre los uniformados. Llegó al dormitorio principal y sacó, primero, un revólver Colt calibre 38 de debajo de una almohada, y una pistola Bersa Thunder calibre 9 mm de debajo de la otra. “Son para defenderme”, se justificó. “Esto es todo lo que tengo… Y un Winchester viejo que está por allá”, señaló.
Pero los agentes de la División Delitos Informáticos Complejos de la Policía de la Ciudad, a quienes el fiscal en lo Penal, Contravencional y de Faltas Luis Alcides Arnaudo les había encomendado encarar la pesquisa, tenían otra información.
Según pudo saber LA NACION, la Agencia Nacional de Materiales Controlados (ANMaC, el ex Renar) había intimado varias veces a Malizzia para que entregara las armas porque no había pasado el examen psicofísico para renovar la Credencial de Legítimo Usuario (CLU). Ante la negativa, el organismo de control de armas le pasó los antecedentes a la Justicia de la Ciudad.
Tras las investigaciones de campo que permitieron confirmar que en el domicilio vivía la persona señalada, el juez porteño Ricardo Félix Baldomar expidió la orden de allanamiento de la vivienda.
El procedimiento estuvo a cargo de la División Operaciones Especiales Metropolitanas (DOEM), que contó con la asistencia de la División Exteriores de Video de la Policía de la Ciudad. Los efectivos, fuertemente pertrechados, ingresaron al domicilio por asalto. “Como se sabía que había armas largas, y entre ellas un FAL, se le dio intervención al Grupo de Operaciones Especiales, ya que si este hombre se atrincheraba podía generarse una situación muy seria”, confió una calificada fuente de la investigación.
Después de recibir de manos del dueño de casa el revólver 38, la 9 milímetros, los efectivos a cargo del allanamiento no se conformaron con el “eso es todo lo que tengo” de Malizzia. “¿Estas tres?”, le preguntó uno de los agentes. “Sí”, contestó el jubilado. “Ahora vamos a mirar el resto…”, le respondió el jefe del operativo, que esperaba encontrar más.
En un ropero apareció una caja de madera con candado. Cuando la abrieron, aparecieron tres cartucheras de revólveres y varias cajas de balas de distintas marcas y calibre. Todo en perfecto estado de cuidado.
Aparecieron, también, dos fundas y un estuche de armas largas. Eran los “premios mayores”: un fusil FAL calibre 7.62 con trípode de apoyo y dos almacenes cargadores de ese fusil de asalto de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas, y dos carabinas: una Marlin calibre 30/30 PLG y una Winchester calibre 44/40 “como las de los cowboys”, como la describió el propio Malizzia hoy, en un reportaje que dio en la puerta de su casa a una cronista de la TV Pública.
También había una escopeta recortada de doble caño calibre 16 y una Marlin modelo 94. Además de la Bersa Thunder 9 milímetros con 14 cartuchos y el Colt calibre .38 con 6 municiones, había otros dos revólveres: un Ruger .44 Magnum con 6 municiones y dos extensores de caño, y un calibre .32 con 5 municiones.
El lote se completó con 355 municiones de calibres 7.62, 9 milímetros, 12 y 38, entre otros, según informaron fuentes de la Policía de la Ciudad.
Esta mañana, algunos medios de prensa se presentaron en la puerta de la casa de Ruiz de los Llanos al 500. Los recibió el propio Malizzia. “Vinieron a romper todo acá. Se llevaron unas armas viejas que yo tenía, armas de hace más de 40 años. Las traje de un campo, otras me las regalaron… Como en aquella época era fácil, las traje y las declaraba en el Renar: un Winchester 44/40 de esos que usaban los cowboys, armas de puño, dos o tres…”, se justificó el hombre, que se quejaba porque en la entrada por asalto los efectivos del grupo táctico había abierto la reja de calle y la puerta de entrada a golpes.
El jubilado dijo que había renovado su condición de legítimo usuario cuatro o cinco veces. “Tengo las tarjetas, los tipos sacaron fotos… Está todo declarado. Lo que pasa es que no me dieron el nuevo, me cobraron tanta plata, me hicieron ir a medicina, salió todo bien y después me lo pararon”, al trámite de renovación, explicó.
De todos modos, el juez Baldomar dispuso que la Policía de la Ciudad secuestrara y resguardara todo el material decomisado para realizar peritajes, en tanto que a Malizzia le notificaron que quedaba sujeto a una causa por infracción al artículo 189 Bis Inciso 2, del Código Penal de la Nación, que sanciona la simple tenencia de arma de guerra con penas de entre 2 y 6 años de prisión.
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