Triple crimen en Rosario. Arrestaron a los “novios narcos”, pero el móvil de la masacre aún es un misterio
Brisa Leguizamón, que se suponía que debía estar en prisión domiciliaria por narcotráfico, y Esteban “Pinky” Rocha, investigado en una causa por drogas, fueron arrestados por la Gendarmería
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ROSARIO. Hay varios misterios que rodean al conmocionante triple crimen que ocurrió este sábado a la madrugada, después de un casamiento, donde había varios referentes del narcotráfico y la mafia rosarina en Ibarlucea, en las afueras de esta ciudad, donde una pareja y su beba de un año fueron ejecutados por sicarios.
Los novios del casamiento, Esteban Rocha, alias Pinky, y Brisa Leguizamón, fueron detenidos este domingo por orden de la Justicia federal. El día de su boda, la joven debería haber estado en su casa, en Rueda al 200 bis, que, fue allanada un día después de la masacre. Está procesada en una causa por narcotráfico en San Nicolás, provincia de Buenos Aires, donde la beneficiaron con prisión domiciliaria porque tiene dos hijas pequeñas. En el caso de Rocha, su situación era diferente: había sido excarcelado el año pasado por la Cámara de Casación Penal, en una causa por venta de drogas, en contraposición a la opinión del tribunal de alzada de Rosario, que había ordenada que fuera detenido.
Uno de los interrogantes que este domingo aún no había sido despejado era qué ocurrió con el Audi TT blanco que apareció incinerado en un camino rural, a unos 3 kilómetros, del salón donde se realizó el casamiento. Dentro del vehículo estaba el cadáver de Erica Romero, de 39 años.
Romero iba en el Audi TT cuando salieron a las 4.30 de la madrugada. Iván Maximiliano Giménez, de 30 años, manejaba el auto, y detrás, en una sillita, iba la niña. Lo que reconstruyó la policía es que cuando esta familia salió de Campos Ibarlucea -donde se realizó el casamiento- y tomó por la ruta 34 S hacia el este, rumbo a la autopista Brigadier López, para ir a Rosario, sufrió una emboscada.
En el kilómetro 5 de la ruta, una camioneta VW Amarok blanca los interceptó y comenzaron a dispararle. Giménez, según la reconstrucción de los investigadores, fue herido de 13 disparos. Su hija, que iba detrás, recibió seis tiros, uno de ellos en la cabeza. Y no se sabe por ahora nada de Erica Romero, la pareja de Giménez, si fue herida o si murió en el ataque.
A pesar de las heridas, Giménez hizo una maniobra arriesgada y trató de retornar a Campo Ibarlucea para pedir ayuda. Las fuentes de la investigación apuntaron que, de acuerdo con los testimonios que fueron recolectando, el Audi cayó a una zanja al lado de la banquina. Ismael R., un hombre de 30 años, también invitado a la fiesta, cargó a Giménez y a la beba en una camioneta Amarok gris y los llevó al hospital Eva Perón, de Granadero Baigorria, que es el más cercano de esa zona. Cuando llegaron, Giménez y la niña estaban muertos.
Lo que ocurrió después es aún un misterio. Porque el Audi que manejaba Giménez y fue blanco del ataque sicario apareció en un camino rural de Ibarlucea, a 3 kilómetros del lugar de la fiesta, y dentro del auto había un cuerpo carbonizado: el de Erica Romero, la madre de la beba.
¿Por qué nadie llevó a la mujer de Giménez al hospital? Y cómo el auto, que había volcado, apareció quemado en un camino. Las cámaras de seguridad del municipio de Ibarlucea, que podrían haber registrado el traslado del vehículo, no funcionaban el sábado a la noche, según una alta fuente policial. La hipótesis que se maneja es que el auto fue quemado para borrar algún rastro. Dentro fue encontrado el cadáver de Erica Romero, que aún no se determinó si también recibió disparos en el ataque sicario que había ocurrido en la ruta.
Durante el mediodía de este domingo el fiscal Gastón Ávila, que está a cargo del caso, convocó a varios de los invitados a la particular fiesta de casamiento para lograr desentrañar detalles que aún están oscuros en esta trama ligada a la violencia narco. Entre los que declaró ante el fiscal estuvo quien habría incinerado el auto, que era parte de los invitados a la fiesta. Los testimonios aparecían contradictorios y poco claros.
La fastuosa fiesta que se realizó en Campo Ibarlucea reunió a una especie de “selección” de la mafia rosarina, ligada al líder de Los Monos, Ariel Cantero, alias Guille, preso en el penal de Marcos Paz. El sábado se casaron Esteban Rocha, conocido en el ambiente mafioso como Pinky, y Brisa Leguizamón, quien no debería haber estado en la celebración de su casamiento porque está con prisión domiciliaria, fijada en Rueda al 200 bis, por una causa de narcotráfico en la Justicia federal de San Nicolás.
Rocha fue excarcelado por la Cámara de Casación Penal el año pasado, luego de que sus abogados apelaran la confirmación de prisión por el tribunal de alzada de Rosario. La pareja tiene causas abiertas por narcotráfico. Ambos estaban ligados a Olga Medina, alias Tata, una narco de 54 años que dominaba el norte de Rosario y fue condenada en 2020 a cuatro años de cárcel. Una investigación contra Medina en 2014 desembocó en la caída de Delfín Zacarías, uno de los mayores proveedores de cocaína de Rosario, que fue condenado en 2018 a una pena de 16 años. Tenía un laboratorio clandestino en Funes, en las afueras de Rosario, donde tenía capacidad para producir 500 kilos por mes de cocaína.
Rocha, el novio de Brisa, se acercó luego al líder de Los Monos. Los investigadores creen que logró ganarse la confianza de Guille Cantero al desplazar a un sector de la competencia. Pinky vivía actualmente en una de las residencias del líder de Los Monos en Pérez, una cercanía que no es usual para los que provienen de afuera del clan.
La relación entre Rocha y Cantero es muy cercana. Las dos hijas del líder narco estaban en la fiesta, junto a su cuñada Cielo Barrios. Su pareja, Vanesa Barrios, está con prisión domiciliaria, al igual que su madre, Celestina Contreras. Brisa, la novia, es la hermana de Brenda Leguizamón, conocida como La Diabla, una joven que en la fiesta lució un vestido amarillo que destacaba sus tatuajes, y que también tiene causas abiertas en la Justicia federal de San Nicolás, según apuntaron las fuentes consultadas por LA NACION.
Giménez, el conductor del Audi, era oriundo de Villa Banana, uno de los lugares más pobres de Rosario, pero donde los búnkeres de drogas proliferaron durante mucho tiempo. A este hombre de 30 años se lo vinculó en un tiempo a Esteban Alvarado, uno de los narcos que disputa con Los Monos el control territorial de los negocios mafiosos. Pero las lealtades son frágiles en este ambiente. Actualmente, según la información de calle de la policía, se lo veía cercano a este sector de Los Monos, donde había buscado protección.
Una versión que circuló con fuerza durante las últimas horas es que Giménez habría “perdido” un cargamento de 200 kilos de droga en 2019, cuando estaba en las filas de Alvarado. Y, en esa línea, el triple crimen tendría que ver con una venganza por ese negocio malogrado.
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