Tras un peritaje, pidieron la absolución del herrero jubilado que mató a un ladrón en Quilmes
La defensa de Jorge Ríos, el herrero jubilado que en julio pasado mató a balazos a uno de los ladrones que ingresó a robar en su casa de Quilmes, pidió el sobreseimiento al entender de que se trató de un caso de legítima defensa privilegiado.
Así lo informó a LA NACION el abogado Marino Alejandro Cid Aparicio, uno de los defensores de Ríos. El jubilado, de 70 años, está acusado de homicidio agravado por el uso de armas.
La presentación fue hecha ante el fiscal a cargo de la investigación, Ariel Rivas, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) Nº1 de Quilmes.
"Debería terminar la pesadilla para Ríos", sostuvo Cid Aparicio después de presentar, junto con su colega Fernando Soto, y por vía electrónica, el pedido de sobreseimiento. Para la defensa, la investigación "está agotada".
Los abogados defensores entendieron que se acreditó con "certeza negativa" la existencia de disparos en la calle, donde, según la hipótesis investigativa fiscal, se suponía que Ríos había ultimado al delincuente Franco Moreyra, de 26 años.
"Todo el evento [por el hecho investigado] se circunscribe a la casa [de Ríos], por lo que resulta palmario que nos encontramos con lo que el derecho positivo, jurisprudencia y doctrina establecen como defensa privilegiada", sostuvieron Cid Aparicio y Soto, según documentación a la que accedió LA NACION.
La defensa de Ríos había presentado un peritaje forense de parte, con fecha de ayer, donde el perito en Criminalística y en Balística Forense Héctor Fernández concluyó: "Se puede afirmar categóricamente que en el lugar donde cayó Moreyra no recibió ningún disparo, a tenor de lo registrado por las imágenes de video aportadas. También se puede afirmar con base científica que los disparos en las prendas de Moreyra no fueron hechos a corta distancia".
La semana pasada se conoció el resultado de un peritaje que reveló que cinco prendas de vestir que llevaba puesta el delincuente muerto tenían restos de disparos de arma de fuego, según informó la agencia de noticias Télam. Para el defensor Cid Aparicio, la ropa analizada "estaba contaminada", ya que fue entregada a los expertos "toda junta y revuelta".
"Se acreditó lo que decía la defensa, que en la calle había tres vainas, pero sin sus plomos. No hubo disparos. Las vainas fueron plantadas", sostuvo el abogado Cid Aparicio.
Un caso impactante
El caso del herrero jubilado fueuno de los episodios de inseguridad más impactantes de este año. Por un lado, el hecho de que Ríos fuese víctima de otro hurto esa misma noche y el feroz ataque efectuado por parte de varios delincuentes que sorprendieron a su víctima cuando dormía llegó en un momento en que la sociedad discutía sobre un nuevo pico de violencia urbana en medio de la polémica por las excarcelaciones de presos como medida para evitar la propagación del Covid-19 en los penales. También conmocionó la reacción del jubilado, quien tras ser golpeado con dureza logró tomar un arma de su propiedad y puso en fuga a los delincuentes.
Los disparos abatieron a uno de los ladrones, cuya muerte quedó registrada por una cámara de seguridad. En esas imágenes se observa al ladrón, identificado luego como Moreyra, tambaleándose herido hasta caer a 50 metros de la vivienda de Ríos, quien, arma en mano, se acercó hasta ese lugar. La escasa definición de las imágenes grabadas por esa cámara de seguridad impidió precisar qué ocurrió en ese momento. La aparición de vainas en las cercanías del cuerpo sostuvieron la acusación de la fiscalía sobre un homicidio agravado. Para los abogados de Ríos, esas vainas fueron colocadas allí como pistas falsas. El letrado Cid Aparicio fue directo al asegurar que la hipótesis de la defensa apunta a que "las vainas fueron plantadas".
Apenas sucedió ese intento de robo y la muerte del ladrón, el herrero jubilado fue detenido. Situación que aumentó el debate social sobre los alcances de la legítima defensa y la grave situación de inseguridad en general.
Tras ser liberado, aunque con la imputación por homicidio agravado, Ríos comentó a la nacion: "No voy a vanagloriarme de lo que hice, pero si mi vida o la de mi familia estuviesen en peligro otra vez volvería a hacer lo mismo. Es la vida de uno".
En ese momento, la víctima del violento robo comentó que un año antes había comprado la pistola al notar el aumento de los casos de inseguridad en los alrededores de su barrio, en Quilmes. Y agregó: "Yo tiré en el patio. Cinco veces, creo. Después no recuerdo lo que pasó".
Para los abogados de Ríos, el episodio fue una situación de legítima defensa privilegiada y, en consecuencia, solicitaron el sobreseimiento de su defendido.
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