Tras la investigación de un periodista, condenaron al autor de pintadas con símbolos nazis
El responsable de los mensajes de antisemitismo recibió una pena de tres años de prisión condicional
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Aquellos que paseaban en el parque Urquiza en octubre de 2014 descubrieron horrorizados que había sido vandalizada la zona cercana al palomar del principal pulmón verde de la ciudad de Paraná. No se trataba de solo un daño superficial, sino que las pintadas antisemitas provocaban una fuerte herida social. Ahí estaba una cruz esvástica en reivindicación del asesino régimen nazi. Tapar ese dibujo era fácil, pero más difícil -y más importante- resultaba encontrar a quien propagaba un mensaje de odio. Un periodista investigó el tema y consiguió la pista clave.
A partir de la denuncia efectuada ante la Justicia por Jorge Riani, colaborador de LA NACION, fue condenado en los últimos días el autor de esa pintada antisemita.
Franco Julián Zapata recibió una pena de tres años de prisión condicional y quienes participaron del proceso penal aseguran que el joven, de 26 años, expuso en el momento de hablar ante el tribunal poco arrepentimiento por su acción. Se le impuso la asistencia a un curso de concientización sobre discriminación y sobre el Holocausto que dictarán entidades de la comunidad judía.
El gobernador entrerriano Gustavo Bordet compartió el fallo en su cuenta de Twitter: “Valoro la decisión del Tribunal Oral Federal de Paraná contra el autor de las pintadas antisemitas en Paraná de 2014. Entre Ríos es tierra de tolerancia, respeto y paz. Estos hechos son inadmisibles y merecen el repudio, la condena y la reparación en la comunidad”.
En octubre de 2014 no solo la esvástica apareció en el parque Urquiza, sino también otro mensaje intimidante: “Achtung juden” (Cuidado judíos). Pintadas que, a lo largo de la investigación, se sumarían a otras manifestaciones antisemitas del ahora condenado. Y fue por la denuncia de Riani que las autoridades pusieron bajo investigación a Zapata.
El periodista investigó esas pintadas y en un momento recibió una llamada. Su interlocutor nunca se identificó, pero le dijo que estuviese atento al mensaje que le llegaría en breve a su cuenta personal de Facebook. Allí el informante pasó el nombre de Zapata. Entonces Riani inspeccionó los perfiles públicos que ese joven tenía en redes sociales y apareció una inmediata relación con la ideología nazi. Ese joven no solo publicaba imágenes vinculadas con el régimen de Adolf Hitler, sino que también se presentaba en las redes como “subjefe del campo de exterminio de Treblinka”, en referencia a uno de los lugares que el horror nazi había instalado en Polonia.
Con las capturas de pantalla, el periodista, junto a referentes de la comunidad judía, se presentó ante la Justicia y los investigadores pudieron, ya focalizados en Zapata, colocar al sospechoso en la escena de las pintadas antisemitas. Finalmente fue condenado a tres años de prisión condicional, aunque el fiscal general de Paraná José Ignacio Candioti había pedido tres años y seis meses de pena, en procura de que la sentencia tuviese un cumplimiento efectivo en la cárcel.
Cuando los policías llegaron a la vivienda de Zapata en los primeros momentos de la investigación notaron enseguida que las pintadas en el parque Urquiza no eran solo un arrebato juvenil. Las pintadas y mensaje de odio se repetían en las paredes alrededor del hogar del sospechoso.
El fiscal Candioti sostuvo que Zapata “dijo haberse arrepentido, pero después reincidió y eso refleja un odio hacia la comunidad judía” y agregó que sus acciones “proclaman ideas contrarias a la dignidad del hombre; sus expresiones de odio no pueden ser toleradas porque tienen una clara intención de promover la discriminación”. El fiscal hizo referencia a otra manifestación de antisemitismo realizada por Zapata en las redes sociales en 2019, mientras aguardaba que se fijase la fecha de su juicio.
El por entonces titular de la DAIA de Paraná, Diego Dlugovitzky, acompañó en 2014 la presentación de la denuncia efectuada con los datos obtenidos por Riani. Y tras las sentencia, señaló al medio entrerriano Página Judicial: “La cantidad de símbolos y el tipo de simbología denota que estamos ante alguien que conoce, estudia y toma la decisión de ir a un espacio público a hacer semejante manifestación, que claramente constituye una amenaza o pretende serlo. Eso denota que estamos ante un fanático, alguien que no tiene racionalidad, y eso nos lleva a preguntarnos a cuánto está esa persona de hacer otra cosa. Por eso es tan serio lo que ha ocurrido en este caso”.
Al dar su testimonio ante el tribunal, Pablo Soskin, referente de la DAIA en Paraná, aseguró: “Una esvástica es una amenaza porque debemos recordar que el Holocausto empezó con una pintada, un panfleto, la construcción del prototipo de un ser inferior al que había que exterminar. Entonces, de esta pintada, de esta publicación en una red social pueden salir otras cosas si no se reprime y no se educa”.
Ese riesgo quedó expuesto en Paraná dos años después de las pintadas en el parque Urquiza. Otro grupo dejó en las calles las señales de sus mensajes de odio. Esa vez se incluyó la mención a Dlugovitzky, titular de la DAIA de Paraná en ese momento. Los cuatro sospechosos fueron atrapados en el acto, ya que llevaban al menos cinco meses de acciones callejeras para propagar el antisemitismo y las autoridades tenían previsto un plan de captura.
Según informó entonces la página de noticias del Ministerio Público Fiscal, fueron condenados a penas de hasta dos años de prisión de cumplimiento condicional Sebastián Bovolini, José Yamil Adbala, Ángel Esteban Alegro y Yanina Belén Cufré.
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