Murió Juan Chediack, el empresario “arrepentido” de la causa Cuadernos, que se había estrellado con un avión
La aeronave se despistó cuando despegaba del aeropuerto de la ciudad de San Luis ayer por la mañana producto del fuerte viento; había fallecido uno de los pilotos
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El empresario Juan Chediack, imputado “arrepentido” en la “causa de los cuadernos de las coimas” y expresidente de la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco), murió esta mañana después de que el avión en el que iba a regresar a Buenos Aires desde San Luis se estrellara 24 horas antes, cuando intentaba despegar del aeropuerto de la capital puntana. Anoche había falleció uno de los pilotos de la aeronave, en tanto que el otro permanece internado, también con gravísimas quemaduras y con pronóstico reservado.
“Desde el Hospital Central doctor Ramón Carrillo informamos que Juan Chediack de 69 años, quien se encontraba internado en Cuidados Críticos con pronóstico reservado, luego de sufrir en el día de ayer un accidente aéreo, ha fallecido hoy a las 10. Desde la institución enviamos nuestras condolencias a su familia”, según se informó oficialmente a este medio.
El devastador siniestro aéreo se produjo a las 9.30 de ayer, cuando una ráfaga de viento fuerte provocó el despiste del Beechcraft G-36 Bonanza matrícula LV-GLQ, que chocó contra el perímetro del Aeropuerto Brigadier Cesar Raúl Ojeda.
“Se activaron rápidamente los sistemas de emergencia del aeropuerto y se evacuó a tres personas con quemaduras”, detallaron fuentes de la causa. La aeronave se dirigía al Aeropuerto de San Fernando, en la zona norte bonaerense, según indicaron fuentes aeronáuticas.
En el lugar trabajaron efectivos de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), bomberos y personal sanitario, que trasladó a los heridos al Hospital Ramón Carrillo, donde habían quedado internados en el área de cuidados críticos con politraumatismos, fracturas y quemaduras. Junto a Chediack, de 69 años, viajaban los pilotos Esteban Asprella, de 36 años y que murió anoche, y Juan Ignacio Bilasio Barbeito, de 51.
Anoche, cerca de las 22, se informó la muerte de Asprella, que se encontraba internado “en Cuidados Críticos con politraumatismo grave, quemaduras profundas de aproximadamente 90% de la superficie corporal y vía aérea, por lo que se encontraba con Asistencia Respiratoria Mecánica”. El aviador más joven murió a las 21. “Desde la institución enviamos nuestras condolencias a su familia”, indicaron desde el Hospital Central “Dr. Ramón Carrillo”.
El único sobreviviente, según el parte difundido este mediodía, sigue internado en Cuidados Críticos. “Presenta politraumatismo grave, con quemaduras del 44% de la superficie corporal y con compromiso grave de la vía aérea, presenta fractura de pelvis inestable, con estabilización quirúrgica. Paciente hemodinámicamente estable, con interconsultas a las especialidades que lo requieran. Paciente crítico. Pronóstico reservado”, cierra el informe difundido por el centro de salud.
Una familia con más de 70 años en el rubro
Juan Chediack, expresidente y exvicepresidente de la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco), fue otro de los empresarios que estuvo en la mira de la Justicia por la causa de las coimas de la corrupción y que decidió ser imputado arrepentido.
El empresario ocupó cargos en la Camarco desde 1992 y llegó a la presidencia después de la gestión de Carlos Wagner -otro de los arrepentidos en el marco de la causa de los cuadernos-, entre 2014 y 2016. Actualmente, era titular de Chediack SA, la empresa constructora que realizó obras viales, civiles, hidráulicas y de minería.
Chediack SA empezó a trabajar en el ámbito de la construcción en 1947 en San Luis y desde sus inicios participó en todas las ramas de la industria de la construcción y concesiones, según consigna el sitio oficial de la compañía.
La empresa hizo la Autopista Ezeiza – Cañuelas, la Autopista Ruta Nacional N° 7, que conecta Luján – Buenos Aires, el Aeropuerto de Río Gallegos. Tuvo las concesiones viales con cobre de peaje de las rutas nacionales 5 y 7; y del centro unificado de frontera entre Santo Tomé (Argentina) y Sao Borja (Brasil).
Además, se adjudicó la obra de la presa Las Lajas (Córdoba), para controlar las crecidas sobre el arroyo del mismo nombre; la rectificación del cauce del río Salado; la construcción del dique de La Alumbrera (Catamarca) y participó del proyecto minero Pascua Lama (de la empresa canadiense Barrick), en San Juan.
Chediack había sido mencionado por Wagner, que reconoció la existencia de un “club de la obra pública”, por lo que se presentó ante el fiscal Carlos Stornelli.
En agosto de 2016 –en ese momento presidía la Cámara Argentina de la Construcción–, dijo que sabía de la existencia de coimas en el sector constructor. “Cristina Kirchner, Julio De Vido y José López sabían que había empresas que cobraban antes que otras. Por supuesto que sabía que había coimas en Vialidad. Nosotros lo hemos dicho. La Cámara siempre estuvo en contra de esto. Hay causas abiertas desde el 2008 que nunca avanzaron y avanzan ahora. Lo habían denunciado Elisa Carrió, [Darío] Díaz Pérez”, reconoció.
Billetes en el bonsái
El de Chediack fue, tal vez, uno de los testimonios que describe con mayor crudeza la trama de sobornos durante el kirchnerismo, ya que no solo declaró en la causa que la propia Cristina Kirchner tenía relación directa con José López, a quien señala como uno de los recaudadores, sino que confesó haber realizado al menos cinco pagos a Julio De Vido.
Sin medias tintas, Chediack aseguró que fue el propio exministro de Planificación Federal quien le dijo en julio de 2003 (es decir, apenas tres meses después de haber asumido Néstor Kirchner) que tenía que pagar para poder obtener obras públicas.
“‘Si querés seguir trabajando tenés que pagar’. Realmente me sentí amedrentado con esta situación; nunca me había pasado algo similar”, declaró ante la Justicia el empresario que le dijo De Vido.
No es el único pasaje en el que Chediack habla de amenazas o malos tratos por parte de funcionarios o personajes relacionados con el kirchnerismo al momento de exigirle el pago de coimas.
Así, había contado que a mediados de 2004 mantuvo otra reunión, a la que también llegó de la mano de Carlos Wagner, pero esta vez con Ernesto Clarens, quien “se presentó como el financista de los Kirchner”, dijo.
“En esa ocasión Clarens nos dijo: ‘Si quieren trabajar van a tener que pagar. Acá se es amigo o se es enemigo, no hay estados neutros, me van a tener que pagar a mí’. Entendí claramente que lo que planteaban era un sistema en el que todos tenían que pagar, podían trabajar todos, pero todos tenían que pagar”, sostuvo.
El empresario fue más allá y había dicho que en una oportunidad, en la que habían surgido diferencias sobre el monto que debía pagar, lo llamó López y le puso a Clarens al teléfono, quien le dijo: “Escuchame, nene, te quiero el lunes con los 250.000 pesos. No seas el chivo expiatorio; no seas el primer pelotudo que hacemos cagar”.
En su testimonio ante la Justicia, Chediack contó cómo, al principio, le dejaba el dinero a De Vido. “Él no me impuso montos determinados. Me dijo que necesitaban plata para la política. En alguna oportunidad me hizo ir al ministerio, a la calle Hipólito Yrigoyen”.
Chediack había relatado que “las sumas rondaban los 100.000 y 250.000 pesos” y que no solo las pagaba en la sede de Planificación Federal. “Siempre las entregas se las hice a él, a De Vido, en su casa, en su living, al lado de unos bonsáis. Y si era en el ministerio, me decía que deje los paquetes de dinero en el baño”.
También había dicho qué pasó tras la muerte de Kirchner: “A todos nos quedaba claro que José López ganó a partir de la muerte de Néstor más vuelo, Cristina comenzó a apoyarse en él. El triángulo empezaba a ser Cristina, López, Clarens”.
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