La “jarra loca”. Requisaron bebidas a un preso, que en venganza los drogó: cinco guardiacárceles terminaron intoxicados
Los efectivos del Servicio Penitenciario Federal (SPF) fueron hallados dormidos en la sala de guardia de la cárcel de Marcos Paz; los presos pusieron psicofármacos molidos en el juego de naranja en polvo, en venganza por las requisas constantes y cobros de coimas
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El Complejo Penitenciario de Marcos Paz, también conocida como “la cárcel narco”, por la cantidad de jefes de bandas criminales alojados en dicho penal, fue escenario de un nuevo escándalo. Pero, esta vez, los protagonistas centrales no fueron los reclusos, sino un grupo de guardiacárceles que quedó fuera de combate después de beber un brebaje al que habían echado mano durante una requisa en los calabozos de los internos de alta peligrosidad.
Hace tres años, durante una requisa realizada en el calabozo de Ariel “Guille” Cantero, jefe de la banda de Los Monos, encontraron una línea del teléfono fijo del director del penal. Ayer, minutos después de las 15, cinco efectivos del Servicio Penitenciario Federal (SPF) tuvieron que ser atendidos de urgencia en el consultorio médico del penal por una intoxicación por el consumo de psicofármacos. Les tuvieron que suministrar suero con medicación para contrarrestar los efectos de las drogas que habían consumido. Una vez que lograron despertar, los cinco guardicárceles abandonaron la cárcel y se fueron de franco.
Según fuentes oficiales, los efectivos del SPF se intoxicaron luego de consumir una “jarra loca” elaborada con bebidas que les secuestraron a los presos alojados en el Módulo 2 del complejo penitenciario. En ese sector de la cárcel está el calabozo de Guille Cantero, entre otros peligrosos criminales.
A partir de la trazabilidad de la sustancia psicoactiva que realizaron los responsables de la cárcel se determinó que varios sobres de jugo de naranja en polvo contenían la droga. Esos sobres habían sido entregados a los detenidos por los familiares que los habían visitado horas antes.
Pero, durante una requisa sorpresiva e improvisada, los guardiacárceles irrumpieron en los calabozos del Módulo 2 y secuestraron los comestibles que habían dejado los familiares de los presos. Se suponía que dichos paquetes con alimentos ya habían sido revisados por los guardiacárceles encargados de los controles de los visitantes. No obstante, los efectivos del SPF se los llevaron.
Debido a que se trataba de una práctica habitual de los guardiacárceles asignados a la custodia de un pabellón en el que se alojan presos de alto perfil e importante nivel económico, los reclusos pergeñaron un plan para intoxicar a los agentes penitenciarios que, supuestamente, les cobraban coimas. Así fue que mezclaron los psicofármacos molidos con el jugo en polvo para disolver.
Una vez que obtuvieron la mercadería, los guardiacárceles hicieron una “jarra loca” con el jugo de naranja que disolvieron en agua y mezclaron con alcohol. Los efectivos del SPF fueron hallados durmiendo en la oficina de Seguridad Interna del Módulo 2. No sabían que habían consumido jugo de naranja en polvo “potenciado” con psicofármacos.
Dos ayudantes de quinta, un ayudante de cuarta y dos ayudantes de tercera sufrieron las consecuencias de la intoxicación por el consumo de psicofármacos y tuvieron que ser atendidos en el consultorio médico del penal.
El teléfono indiscreto
El jefe de la banda de Los Monos es un viejo “inquilino” del penal de Marcos Paz. Hace dos años, Guille Cantero protagonizó otro escándalo en ese lugar. Allí, la calidad de la señal de la telefonía celular es mala, algo que complica al extremo las necesidades de un jefe narco como Cantero, que constantemente debe hacer llegar órdenes a sus subordinados.
La solución que un grupo de guardiacárceles le aportó a Guille consistió en hacerle la extensión del cable correspondiente a una de las líneas fijas del penal, que partía desde el sector de los teléfonos públicos, pasaba por la oficina del jefe del pabellón, recorría el techo, bajaba por el sector externo del calabozo –que en la cárcel se conoce como “la libertad” o “tierra de nadie”– y llegaba hasta la ventana de la celda del jefe narco.
Semejante tendido de cable no se pudo haber sido colocado sin la complicidad de los guardiacárceles. Al entregar esa línea al jefe narco le restaban un teléfono fijo al resto del penal.
Un funcionario penitenciario indicó a LA NACION que el tendido de esa línea telefónica para uso exclusivo del líder de Los Monos formó parte de una cobertura integral que Cantero pagó a un grupo de guardiacárceles para que le permitieran vivir cómodamente en la cárcel y con acceso a beneficios vedados a la mayoría de la población del penal.
Este agente penitenciario manifestó que, en los días posteriores a la requisa, el líder de Los Monos realizó un fuerte reclamó a dos jefes de sección del penal de Marcos Paz porque después del segundo allanamiento en su calabozo había sido sancionado con encierro y quita de beneficios.
El reclamo de Cantero se fundó en que habría pagado 100.000 dólares a dos oficiales superiores para pasar “tranquilo” sus días de detención, con acceso a teléfono, alcohol y visitas, pero terminó castigado y aislado en su calabozo.
Estos dos oficiales que quedaron en la mira por haberle cobrado una coima al jefe de Los Monos serían los mismos que, en septiembre de 2016, fueron acusados por el hallazgo de un teléfono celular, tarjetas de memoria, un módem, cargadores de teléfonos y un mapa con las comisarías de la zona en el calabozo que en el penal de Ezeiza ocupaba el narco colombiano Henry de Jesús López Londoño, alias Mi Sangre.
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