Todavía hay un prófugo: dos mujeres ya saben cuando serán juzgadas por el homicidio de un financista en Almagro
La víctima, Carlos Walter Molina, fue asesinada de un tiro en el pecho el 19 de noviembre de 2021 en un departamento al que había ido a cambiar 7500 dólares
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A Carlos Walter Molina lo mataron de un tiro en el pecho el 19 de noviembre de 2021. La víctima, de 34 años, había pactado un encuentro en un departamento de Almagro con una joven a la que conocía como Camila y que lo había contactado para cambiar 7500 dólares. Era la tercera operación que hacían juntos. Una semana antes, la supuesta clienta le había vendido US$1200 y, cinco días después, otros 3000. El financista llegó puntual a su cita con aproximadamente 1.000.000 de pesos, pero apenas ingresó en el inmueble, fue golpeado y le robaron el dinero. Intentó defenderse, pero lo ejecutaron de un balazo. El tirador, un año y cuatro meses después del homicidio, está prófugo. Pero la falsa clienta y una cómplice ya conocen la fecha del juicio donde serán juzgadas por su participación en el plan criminal.
Así lo informaron a LA NACION fuentes con acceso al expediente. Julieta Lacivitta y Estefanía Romero serán juzgadas por el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) porteño N° 12 en tres audiencias los días 22, 24 y 29 de agosto próximo. El Ministerio Público estará representado por la fiscal Graciela Gils Carbó.
Ambas sospechosas están procesadas por el delito de homicidio agravado por el uso de arma de fuego. Lacivitta, de 31 años, está considerada como partícipe necesaria y cumple la prisión preventiva en la cárcel de mujeres de Ezeiza; Romero, de 38, como partícipe secundaria y está con arresto domiciliario.
A Molina, según la investigación del fiscal Marcelo Munilla Lacasa, lo asesinaron de un tiro en el pecho entre las 18 y las 18.08 del 19 de noviembre de 2021. El financista llegó puntual a su cita con aproximadamente un millón de pesos, pero apenas ingresó en el departamento 10° C del edificio situado en la avenida Díaz Vélez 3758, Almagro, fue sorprendido, golpeado y le robaron el dinero. Pocos segundos después, y tras una breve pelea donde intentó defenderse y resistirse al robo, recibió el disparo mortal.
Había hecho dos operaciones con la joven a la que conocía como Camila. Una semana antes del homicidio, esa supuesta clienta le había vendido 1200 dólares y, cinco días después, otros 3000.
“Con las primeras transacciones se pretendió generar una confianza [de parte de los delincuentes] con Molina”, sostuvo, en su momento, el juez Fernando Caunedo.
Lacivitta, según los investigadores, sería la falsa clienta que se hizo llamar Camila y se ganó la confianza de la víctima.
Como se dijo, la investigación, delegada en el fiscal Munilla Lacasa, tiene un prófugo: el sindicado tirador: Eduardo Ajalla Cabrera, apodado Calabaza y pareja de Romero.
“Para nosotros, uno de los principales responsables [del crimen] es Nicolás Prevendar, quien facilitó el departamento [donde fue asesinado Molina]. Respecto de él, el juez de instrucción [por Caunedo] ni siquiera quiso indagarlo. Después de nuestra apelación, fue indagado, pero fue sobreseído. Recurrimos la decisión y ahora está con falta de mérito y se lo sigue investigando para determinar su participación”, sostuvo a LA NACION el abogado Darío Liurgo, que representa a María Elba Cardozo, madre de la víctima, como querellante en el expediente.
El 7 de junio pasado, un día antes de que el juez Caunedo elevará parte de la causa a juicio, Lacivitta pidió ampliar su declaración indagatoria donde “aceptó haber intervenido en el cambio de divisas con el fallecido Molina en las dos primeras oportunidades, pero negó su presencia en el departamento el 19 de noviembre de 2021″, según el expediente judicial, al que tuvo acceso LA NACION.
El abogado defensor de Lacivitta, Marcelo Augusto Mottura, había pedido el sobreseimiento de la imputada al considerar que “los argumentos esgrimidos y que hacen las veces de plexo probatorio incriminante efectuados por el Ministerio Publico Fiscal y la querella son por demás insuficientes y carecen por ello de la fuerza legal concomitante, como para por ello elevar las presentes actuaciones a juicio”.
Pero el magistrado de primera instancia rechazó el planteo de la defensa. “En definitiva, la argumentación del nuevo defensor, respaldado en el descargo que tardíamente realizó su asistida en la indagatoria de ayer [por el 7 de junio pasado], mientras el proceso atravesaba la etapa intermedia y se había estimado completa la instrucción, no aporta argumentos nuevos que no hayan sido ponderados antes, y de ninguna manera acredita la inocencia de su asistida, como para justificar el cierre anormal en esta etapa intermedia, cuando la fiscalía y la querella han requerido la discusión del caso en un juicio oral y público, etapa sustancial del proceso penal de acuerdo a las previsiones del legislador, y hay sospecha bastante de la intervención de la imputada en las operaciones de cambio de divisas con Molina que, en la tercera oportunidad, culminaron con su violento deceso”, sostuvo el juez Caunedo.
La línea telefónica utilizada por los delincuentes para comunicarse con la víctima fue activada el 10 de noviembre pasado y se utilizó por última vez nueve días después, el día del crimen.
Tras la activación de la citada línea telefónica, Molina recibió un mensaje de una persona que se presentó como Camila y lo consultó sobre cómo se manejaba para la operación de compra y venta de dólares. El financista daba cuenta de su actividad en las redes sociales.
“Se determinó que Camila fue personificada por Lacivitta. Se constató que los audios eran enviados por ella, y que mantuvo diversas conversaciones por WhatsApp con Molina, donde pedía cotizaciones para cambiar dólares por pesos”, según el expediente judicial.
Para el fiscal Munilla Lacasa y los detectives de la Policía de la Ciudad, no siempre fue Lacivitta quien se comunicó con el financista. Cuando los mensajes eran escritos, existe la posibilidad de que Calabaza [cuya identidad se mantiene en reserva] o su mujer hayan utilizado la línea telefónica.
“Ello, si tenemos en cuenta que ese teléfono activó la celda que se encuentra frente al domicilio que comparte la pareja y que pudimos constatar un patrón de movimiento coincidente entre ese abonado y el automóvil que se usó como medio de transporte u apoyo durante el homicidio”, se afirmó en la causa judicial.
El auto en cuestión, un Peugeot 208 blanco, está a nombre de la mujer de Calabaza y el sospechoso tiene autorización para conducirlo. Coincidentemente, el vehículo, durante los tres encuentros de Molina con Camila, estuvo estacionado cerca del edificio de avenida Díaz Vélez 3758.
En las comunicaciones previas al homicidio, Camila le anticipó al cambista que quería vender 15.000 dólares. Pero Molina prefirió hacer la operación en dos veces.
“[Los sospechosos] pactaron un último encuentro, en donde ya sabían que lo iban a desapoderar [sic] de la suma de dinero que llevara Molina y, por algún motivo, los que participaron de ese encuentro lo mataron. Luego descartaron el teléfono y la línea telefónica”, según la causa judicial.
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