Tiros en la tosquera: “Fue una masacre, nos querían matar”, los crudos testimonios de los sobrevivientes del ataque
Las personas que viven en los terrenos tomados en González Catán, en La Matanza, donde ayer mataron a cinco personas, dieron detalles de los momentos previos a que los homicidas comenzaran a disparar
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Maximiliano no duda. “Nos querían matar. Fue una masacre. Tenemos bronca”. Se refiere al ataque a tiros ocurrido ayer a las 15.30 en unos terrenos tomados que forman parte de la tosquera 20 de Junio, en González Catán, partido de La Matanza.
Todo terminó con cinco personas muertas y, ocho heridos, varios de gravedad. El joven, de 27 años, afirma que los supuestos “delegados” de la zona amenazan a la gente que se instaló en el lugar y le exigen, como a él, 100.000 pesos por un “lote” de 10 por 30 metros. Otras personas hablan de una exigencia de dinero mucho mayor. “Me vinieron a apretar dos o tres veces. Hace un año que estamos acá. No sé cómo ellos obtuvieron las tierras. Estafaron a mucha gente. No tengo dónde ir”, sostiene.
A casi 24 horas del ataque a balazos, por el que la Justicia intenta identificar a tres tiradores, Maximiliano cuenta los detalles de la balacera. “Ayer el bardo se armó porque nos quisieron silenciar a los que reclamamos mejoras. En la reunión iban a elegir un tesorero. La gente pedía que hagan un comedor. Los delegados no querían que se meta la municipalidad”, dice el joven.
El muchacho asegura que el ataque a balazos duró cerca de una hora. “Nosotros, los mismos vecinos, tuvimos que auxiliar a las víctimas. No vinieron ni la policía, ni la ambulancia”, afirma. Maximiliano confiesa que tiene miedo.
Otro testigo del ataque, un ciudadano boliviano de 42 años que prefiere no identificarse, afirma: “No les importó nada [a los tiradores]. En la reunión había niños y mujeres. Todo sucedió por una disputa por el liderazgo del barrio. Queremos más presencia del Estado”.
La investigación del múltiple crimen está a cargo del fiscal Carlos Arribas, quien se encuentra en turno en la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) Temática de Homicidios de La Matanza. El funcionario judicial, que cuenta con la colaboración de detectives de la policía bonaerense, en horas de la madrugada dispuso cuatro allanamientos de urgencia para intentar dar con los tiradores. Pero por el momento no hay detenidos.
Otro joven, argentino, de 27 años, sostiene que en julio del año pasado pagó 500.000 pesos por un “lote” de 12 por 30 metros. El dinero se los entregó a los “paraguayos”, como los define, y que cuenta que le entregaron un “papel de compra-venta”.
“Nos apuraban a construir. Nos amenazaban con sacarnos. Nos amenazan a punta de fierro. Estamos asustados. Los lotes eran más caros con la vista a la cantera con agua”, asegura a LA NACION el joven que prefiere no identificarse.
Sobre el ataque de ayer, relata: “La reunión era para cambiar a los delegados y organizar las luminarias. La gente está cansada de los delegados paraguayos. Entonces, ellos empezaron a los tiros. La batalla duró como una hora”.
M. tiene 29 años y es boliviana. Su marido está internado en terapia intensiva. Cuando empezaron los tiros, se defendió con piedras. Ahora pelea por su vida.
“Los delegados paraguayos contrataron gente maligna. Tenemos miedo de vivir aquí”, dice. Cuenta que se instaló en el lugar hace cinco meses, cuando se enteró de la toma, y que pagó 25.000 pesos por los trámites que tenían que hacer los “abogados”. El dinero fue entregado a los “delegados paraguayos”.
Otra mujer de nacionalidad boliviana, que también por miedo prefiere no identificarse, cuenta que en el terreno tomado viven gente de Bolivia, Paraguay, Perú y la Argentina. Cuenta que “compró un lote” por 1000 dólares. Como las otras personas, el dinero se lo entregó a los “delegados paraguayos”.
“Los paraguayos nos sacan plata por todo: luz, calles y seguridad. Ahora querían cobrar 5000 por mes por seguridad. Nos amenazaban con desalojarnos. Vendían el terreno más de una vez. Queremos hacernos una casita, mi papá es discapacitado. Querían que estemos permanente en el lote y les explicábamos que teníamos que trabajar. Nos decían que había abogados y papeles, pero nunca vimos un papel”, relata la mujer, sin ocultar su miedo.
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