“Tierra de nadie”: una guerra narco, 54 disparos, tres muertos y vecinos que tienen miedo de salir de sus casas
En el barrio San Rudecindo, en Florencio Varela, sostienen que los vendedores de drogas caminan armados a la vista de todos; el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, intervino la seccional policial de la zona
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“Tenemos miedo. ¡Vivimos con miedo!. ¡Los narcos caminan por la calle con los fierros [por las armas] a la vista. Se cag... a tiros!”, dice una vecina del barrio San Rudecindo, en Bosques, en el partido bonaerense de Florencio Varela. No quiere decir su nombre por temor a que ataquen a tiros el frente de su casa. No es una exageración. En las últimas horas, después de 54 disparos en un enfrentamiento entre bandas antagónicas, murieron tres personas. Una de las víctimas fue una joven de 18 años que quedó en medio del tiroteo.
Tras los violentos hechos de ayer a la noche, Miriam, la bibliotecaria del Centro Cultural y Biblioteca Popular El Laberinto, había convocado a una marcha para hoy a la mañana, pero decidió suspender la movilización ante la decisión del ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, de intervenir la comisaría de Bosques y de prometer la presencia de personal de la Unidad Táctica de Operaciones Inmediatas (UTOI) de la policía bonaerense.
Fuentes del Ministerio de Seguridad bonaerense confirmaron a LA NACION la intervención de la comisaría de Bosques por decisión de Berni. Los voceros consultados explicaron que la medida se tomó por protocolo y para comenzar las actuaciones que determinaran si los uniformados a cargo de la dependencia actuaron bien.
“Los narcos, que andan con los fierros a la vista de todos, arruinan a los chicos. Les venden pasta base”, sostuvo la vecina que prefirió no dar a conocer su nombre y apellido.
La mujer vive en el barrio San Rudecindo desde hace 20 años. Explicó que antes no se vivía con miedo y que todo cambió hace cinco años, cuando se asentaron las bandas narco que comenzaron a usar la zona como punto de venta de pasta base, marihuana y cocaína.
“Hace tres meses hubo otro tiroteo donde murió una persona. Los narcos no solo le venden a los pibes del barrio, vienen de otros lugares a comprar. Por eso los vecinos a las 19 no quieren salir más de sus casas. Con esta gente [por los delincuentes], el barrio se arruinó”, sostuvo la vecina “anónima”.
A los que venden todo tipo de estupefacientes, los vecinos los conocen como “los paisa”. “El barrio se convirtió en tierra de nadie”, sostuvo la vecina. Y afirmó que los “transas” son de nacionalidad paraguaya.
“Es un barrio donde se viven hechos de violencia. Pero también tiene otras carencias. No hay cloacas, no hay agua potable. La problemática de la venta de drogas se comenzó a sufrir hace cinco años”, dijo Miriam, la bibliotecaria.
Fuentes del Ministerio de Seguridad de la Nación informaron que se comunicaron con el intendente de Florencio Varela, Andrés Watson, ofrecieron desplazar el operativo habitual que llevan adelante personal de la Gendarmería Nacional en ese distrito hacia el lugar donde se produjeron los hechos denunciados.
“Agentes de la Gendarmería Nacional realizaron tareas de apoyo al despliegue dispuesto por la policía bonaerense y el municipio”, dijeron fuentes de la cartera conducida por Sabina Frederic.
Disparos, sangre, muertos y heridos
El hecho de anoche, según una cámara de seguridad instalada en una casa de la zona, ocurrió a las 19.55. Todo sucedió en Laguna de Iberá y Ciudadela, en San Rudecindo. Personal de la comisaría 4a. de Florencio Varela llegó al lugar después de una llamada telefónica que alertaba del tiroteo y de personas heridas.
A pocos metros del puente del Arroyo Las Conchitas, sobre la calle Ciudadela, los uniformados de la policía bonaerense se encontraron con un hombre asesinado de un balazo en la espalda. Según la agencia de noticias Télam, la víctima fue identificada como Matías Larrosa, de 32 años y, junto al cadáver, había entre 15 y 20 envoltorios que contenían cocaína.
Los vecinos de la zona dijeron a LA NACION que no era narco, sino un consumidor que le compraba droga a los “transas” de la zona.
A pocos metros del cadáver de Larrosa, el personal policial encontró a otro hombre con impactos de bala en el cuerpo y otros 30 envoltorios de cocaína. El herido fue trasladado al hospital de la zona, donde murió.
Con el correr de los minutos, los policías descubrieron que en una casa cercana había fallecido una joven de 18 años, Milagros Saavedra. La muchacha tenía una herida de en el omóplato izquierdo. La víctima estaba en la calle cuando se enfrentaron a tiros las dos bandas antagónicas y quedó en medio del tiroteo.
“Los policías tomaron conocimiento de que a pocas cuadras del lugar, en Ruiz Díaz y Ancasti, había un joven herido de un balazo en el tórax, quien fue trasladado por una ambulancia del Servicio de Atención Médica de Emergencia (SAME) al hospital local. El baleado, identificado como Guillermo Aguirre, de 28 años, fue sometido a una cirugía y permanecía internado fuera de peligro, dijeron los informantes. Según el testimonio de uno de sus familiares, Aguirre cumple la función de ´soldadito´ de quienes venden estupefacientes en el barrio, es decir, es el nexo entre los compradores y vendedores de droga y quien alerta a la banda sobre la presencia policial. Además, los uniformados tomaron conocimiento de un niño de 12 años herido de un tiro en un hombro. Fue atendido en un hospital de Berazategui, donde se encontraba fuera de peligro y en observación. Si bien en un primer momento su madre declaró que estaban cenando cuando recibió el impacto de bala, luego se determinó que el niño es hijo de otro ´soldadito´ de la zona”, según informó Télam.
La investigación de los graves hechos quedó a cargo de la fiscal Vanesa Maiola, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) N° 6 de Florencio Varela. La funcionaria judicial ordenó una serie de peritajes en la escena del tiroteo, donde se secuestraron 54 vainas servidas nueve milímetros y un cargador del mismo calibre.
Según agregó Télam, un testigo del hecho, en tanto, dijo que los dos hombres que murieron eran conocidos en la zona por los apodos de Yaka y Tadeo, que ambos eran de nacionalidad paraguaya y que fueron vistos en el lugar vendiendo estupefacientes y armados.
La causa quedó caratulada como “triple homicidio y lesiones”.
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