Terror narco en Rosario: murió el hombre quemado por la bomba molotov arrojada contra un búnker de drogas
Daniel Leguizamón, de 45 años, tenía quemaduras de tercer grado que abarcaban el 80% de su cuerpo; su mujer y su hijo, de 16 años, están internados, pero fuera de peligro; por el hecho, que el gobierno provincial atribuyó a grupos del crimen organizado que quieren provocar un “estado de conmoción”, aún no hay detenidos
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ROSARIO. El atentado incendiario contra una casa del barrio Triángulo señalada por la policía santafesina como un búnker de drogas se cobró, finalmente, la vida de uno de los tres ocupantes de la vivienda. Daniel Leguizamón, de 45 años, murió hoy, tras haber agonizado durante más de un día, con quemaduras de tercer grado en el 80% de su cuerpo. Su esposa, de 43 años, y el hijo de ambos, de 16, que también habían sido afectados por las llamas que abrasaron la propiedad situada en el 6611 del Pasaje 1849, se encuentran fuera de peligro. Por el caso, que las propias autoridades provinciales calificaron como un hecho que buscó provocar un “estado de conmoción” en la ya aterrorizada sociedad rosarina, aún no hay detenidos.
Este episodio de violencia extrema, al que se sumó otro ataque con una bomba molotov a una sede de Rosario Central en la zona norte de la ciudad, se produjo después de un fin de semana que había dejado seis homicidios en tres días. Sumado el de Leguizamón, en lo que va del año se cometieron 205 asesinatos, una cifra que superó la de 2020.
También generaron mucha preocupación los cinco ataques a tiros contra estaciones de servicio, hecho por el cual fue detenido en las últimas horas Alberto Martínez, alias Cara de Burro. Además, dos escuelas que fueron alcanzadas por las balas el domingo, antes del inicio de los comicios.
El ministro de Seguridad de Santa Fe, Jorge Lagna, admitió que estos episodios “buscan generar un estado de conmoción”. Consideró que los operativos y allanamientos que se hicieron en los últimos días golpearon con dureza a las organizaciones criminales. El extitular de esa cartera, Marcelo Saín, había manifestado en enero del año pasado que la banda de Los Monos aplicaba métodos de “terrorismo urbano”.
La violencia no se detiene a pesar de que el Gobierno envió en agosto pasado un refuerzo de 575 gendarmes para sumarse a los operativos de seguridad en los barrios más “calientes” de esta ciudad. La zona oeste, cerca de donde se produjo este ataque incendiario, es donde patrullan las fuerzas federales.
El ataque
El ataque explosivo que se cobró la vida de Daniel Leguizamón se produjo la madrugada del lunes, cuando sicarios en moto arrojaron la molotov al pasar por el frente de la humilde casa de Pasaje 1849 al 6611. El artefacto estalló muy cerca del hombre, cuando dormía. La primera que intentó asistirlo fue su mujer, Fabiana R., que sufrió quemaduras leves en manos y en la cara. Los vecinos, conmocionados, ayudaron a las víctimas y apagaron el fuego.
Víctor L. fue operado el mismo lunes en el hospital de Emergencias de Rosario. Según el director de ese centro asistencial, Germán Camiletti, “sufrió quemaduras muy graves en la mayor parte del cuerpo”; tras la intervención quirúrgica quedó internado, asistido con un respirador y con pronóstico reservado.
El hijo de la pareja, de 16 años, sufrió quemaduras en ambas piernas y se encuentra internado hospital Eva Perón de Granadero Baigorria, en buen estado general.
Los vecinos de esa zona del barrio Triángulo señalaron que la familia atacada vive en ese lugar hace 25 años. Son cartoneros, gente muy humilde. Pero la policía señaló que allí funcionaba un punto de venta de drogas. Y que el ataque se debe a un enfrentamiento entre sectores ligados a Los Monos que se disputan el territorio en esa zona.
“Cuando el hombre se prendió fuego, su mujer trató de ayudarlo y las llamas también la afectaron a ella, sobre todo en los brazos”, dijo a LA NACION una calificada fuente policial. Él tiene quemaduras de tercer grado, explicó ese mismo vocero.
Los investigadores sospechan que se usó nafta para alimentar el artefacto incendiario. El combustible esparcido propagó las llamas dentro de la casa.
Este método extremo de incendiar puntos de venta de drogas se repitió varias veces en Rosario. En 2015, tres familias perdieron sus viviendas luego de que un grupo de narcos del barrio Santa Lucía las prendiera fuego. Los habían amenazado: les habían dicho que debían irse de esa zona porque allí instalarían búnkeres de drogas.
El barrio Triángulo, donde se produjo este ataque con una bomba molotov, es uno de los más violentos de Rosario y fue epicentro, el fin de semana, de unos 30 allanamientos contra tres bandas que se enfrentan en la zona, aunque todas son “terminales” de la banda de Los Monos.
Uno de los blancos de este operativo fueron los hermanos Luis y Nelson Lobos, que se encuentran presos en el penal de Piñero y son lugartenientes de Ariel Cantero y de Máximo Cantero, alias Guille, el jefe del clan, que está preso en el penal federal de Marcos Paz.
Estado de conmoción
El ministro de Seguridad de Santa Fe opinó que Rosario vive “en un estado de conmoción desde hace tres semanas”. Dijo Jorge Lagna: “A los ataques a las estaciones de servicio, las balaceras a escuelas se suman ahora estos ataques con bombas molotov”. Y agregó: “Hay hechos que no tienen explicación, que son realizados con el objetivo de intimidar a la sociedad”.
Las sospechas apuntan, como pasa con la mayoría de los hechos violentos de esta naturaleza que suceden en Rosario, a Guille Cantero, que aunque ya suma más de 100 años de prisión maneja los hilos de las actividades criminales de su banda desde la celda.
“Hay indicios de que se querría generar un clima como el que efectivamente se cristalizó. El Estado tiene que trabajar más fuerte que nunca. En los próximos días se van a ir conociendo los resultados de recientes allanamientos en barrio Triángulo”, afirmó Lagna.
El gobernador, Omar Perotti, admitió la semana pasada: “El narcotráfico nos superó”.
“Estamos enfrentando un delito que ha crecido enormemente en los últimos doce años con la misma estructura federal de hace treinta años; queremos resultados diferentes, pero tenemos que hacer cosas diferentes”, precisó.
En diálogo con LA NACION, el fiscal Federico Rébola de la unidad especializada en “balaceras” opinó que la mayoría de los hechos intimidatorios y extorsivos se tejen desde la cárcel. “En las causas judiciales se ve claramente cómo se ordenan ataques desde la cárcel”, apuntó el funcionario.
El ministro de Seguridad coincidió con el fiscal Rébola. “Estamos en estado de emergencia en el servicio penitenciario. No es mi área, pero si controlamos mal las cárceles tendremos más hechos afuera”, opinó Lagna.
“Nos reunimos con los fiscales de balaceras y escuchamos lo que se pergeña desde la cárcel. Hay mucha facilidad para conseguir un celular y hoy es un arma letal para ordenar desde una extorsión hasta una muerte. Los decomisamos de a miles, pero hay más”, advirtió.
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