Tensión en Once: tres heridos en un violento enfrentamiento entre comerciantes y manteros
El hecho se produjo en uno de los sectores más “calientes” donde prolifera el comercio callejero ilegal; todo quedó registrado en las cámaras de seguridad; tras la denuncia no hay detenidos y advierten que si no se pone un freno a esta problemática el saldo “va a haber muertos”
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El barrio porteño de Balvanera es escenario de un conflicto que tiene el uso del espacio público como epicentro y, en ocasiones, la violencia como medio para dirimir diferencias que hoy parecen ser irreconciliables. Esa puja sumó un nuevo episodio el último fin de semana, en la esquina de Sarmiento y Pueyrredón. Allí, una familia de comerciantes textiles y un grupo de vendedores callejeros se trenzaron a golpes, con un saldo de tres personas con lesiones de distinta consideración.
A las 13.30 del sábado, la dueña de un negocio de ropa, su marido y sus hijos discutieron con varios manteros de origen africano que ofrecían en la calle mercadería similar a la del comercio legal a solo un palmo de metros del local. La secuencia de lo que ocurrió fue registrada por una cámara de seguridad.
El tenso cruce, que había comenzado con una discusión que creció en intensidad, pasó de las palabras a los hechos. Según se vio en las imágenes, el primer golpe salió de uno de los manteros, directo contra el comerciante que acompañaba y defendía a su esposa. Intercedió uno de los hijos del matrimonio y otro de los extranjeros, para separarlos.
Pero, lejos de calmarse, la situación se volvió escandalosa: uno de los africanos golpeó en el rostro a la mujer, lo que desató la reacción de uno de los hijos de la comerciante, a quien otro le dio una trompada en la cara desde detrás.
“Hoy se quisieron poner de nuevo acá, como si nada hubiera pasado. Yo abro a las 9.20, vienen a las 10 y se quedan hasta las 17, a veces hasta las 18. A mí me dejaron una fisura en la órbita del ojo; mi hijo tiene roto el tabique y posiblemente le tengan que hacer cirugía. La próxima vez no me van a golpear, me van a matar directamente”, expresó ayer a LA NACION Isabel, la damnificada.
La comerciante, quien afirma que hace 11 años tiene su local y afronta abultados gastos mensuales por alquiler, cargas sociales e impuestos, narró que tras el ataque del fin semana, el lunes no tuvo más remedio que radicar una nueva denuncia, dado que el mismo que la había agredido “le apuntaba con el dedo” en señal amenazante.
“Siempre se pelean. Yo tengo que salir a trabajar todos los días y a ellos no les importa si son hombres, mujeres. Ellos dicen que nosotros fuimos los agresores, cuando a mí me tiraron la piña; me desvanecí del dolor y sentí que me iba. El sábado rebalsó todo”, afirmó Isabel.
Según informaron fuentes de la Policía de la Ciudad, tras la intervención de los agentes a poco de ocurrido el altercado, se procedió a llamar al SAME para atender a uno de los participantes de la riña y se lo trasladó de manera preventiva al Hospital Ramos Mejía con un traumatismo nasal.
Además, la Fiscalía en lo Penal, Contravencional y de Faltas N°17 porteña imputó a dos comerciantes de nacionalidad peruana, un mantero senegalés y otro argentino por “lesiones recíprocas”.
“La gente se deja avasallar. La mayoría de los fiscales dicen que la actividad mantera se hace por ‘mera subsistencia’. El vendedor ambulante, lo dice el propio término, tiene que caminar: no se puede ocupar el espacio público, pero como la legislación no existe, lo retienen cuatro horas, le incautan la mercadería, y queda ahí la cosa”, plantea a LA NACION Camilo Alan, comerciante e histórico dirigente de la Federación de Comercio e Industria de la Ciudad de Buenos Aires (Fecoba).
Alan enfatiza que las autoridades porteñas “tienen que poner mano dura” con la cuestión manteros, dado que, en su opinión, esta actividad informal vulnera y compite deslealmente con quienes cumplen con todas las obligaciones impositivas que impone el fisco argentino y porteño para funcionar legalmente.
Desde el gobierno de la Ciudad reiteraron que los controles en la zona “se siguen haciendo”, principalmente con efectivos de la Agencia Gubernamental de Control (AGC), y adelantaron que en las próximas horas se produciría una reunión con miembros de la Fecoba. “Se interviene por la mañana, se los saca, se van un rato y vuelven en otro horario a instalarse en otro lugar”, aclararon las fuentes gubernamentales consultadas por LA NACION.
“Yo soy vendedor ambulante. Salimos todos los días a trabajar para ganarnos el mango. Acá hay que separar a los trabajadores honestos, que somos la mayoría, de las mafias organizadas. Hay una sana convivencia entre los manteros y los comerciantes. No es justo que se generalice la situación cuando de un total de 7000 manteros que hay aproximadamente estos son hechos aislados, ocasionados por cuatro o cinco”, expresó Omar Guarás, secretario general de la organización “Vendedores Libres”.
Según relevamientos tanto oficiales como de organizaciones barriales, se calcula que hay actualmente unos 7000 manteros que desarrollan la venta callejera en esta zona del barrio Balvanera.
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