Tensión en Once: vecinos y comerciantes denuncian extorsiones y amenazas “mafiosas”
Afirman que los “manteros” coparon veredas y calles ilegalmente y que sufren cada vez más hechos de violencia y amedrentamiento
- 9 minutos de lectura'
“El año que viene cumplo 50 años acá en el barrio y esto recrudece cada vez más. A mí no me jode que haya un tipo que venda tomates y bananas en cada esquina. Pero queremos transitar y no podemos. Y le decís algo a alguien y se enojan, te salen de a seis o siete monos y ahí, agarrate…”.
El panorama que les toca atravesar a los vecinos y comerciantes de la zona de Once, en el barrio porteño de Balvanera, es complejo. Es una afirmación extendida entre ellos que en su barrio, hoy, prolifera y crece la venta callejera ilegal, y, de la mano del movimiento que eso genera, los robos y el comercio de la droga. Eso, a pesar de los operativos que, semanalmente, realizan las distintas agencias del gobierno porteño para poner orden en el uso del espacio público y para prevenir delitos y desarticular negocios ilegales como el de la venta de celulares robados.
LA NACION realizó una recorrida por la zona. Muchos vecinos y comerciantes se negaron dialogar, y los que sí lo hicieron pidieron reserva de su identidad: temen posibles represalias.
“La gente ya no se anima ni a sacar el perro de día. Acá a la vuelta, en Bartolomé Mitre y Anchorena, hay un predio usurpado donde viven entrando y saliendo a cualquier hora. Siempre hurgando y ‘dados vuelta’, hay pibes que se dan con paco a las dos de la mañana y se ponen a gritar, se pelean en la calle, hacen escándalo…”, manifestó un comerciante del rubro textil.
Una de las cuestiones más problemáticas mencionadas por la gente que vive y trabaja en Once es la actividad de los “manteros”, que se amplía. En su mayoría son inmigrantes africanos —principalmente, de la comunidad senegalesa— que se extienden de a cientos en “puestos” ambulantes en las calles transversales a la avenida Pueyrredón entre Corrientes y Rivadavia.
Fuentes del Gobierno de la Ciudad precisaron a LA NACION que se realizan operativos diarios para poner freno a la venta ilegal, y que en promedio hay “entre 40 y 50″ inspectores que recorren las calles de la zona y verifican si hay ocupamiento ilegal de la vereda. Los procedimientos suelen desarrollarse, muchas veces, en conjunto con personal de la Agencia Gubernamental de Control (AGC), la Dirección Nacional de Aduanas y Migraciones.
“A veces se los saca de una esquina a la mañana y a la tarde vuelven, se ponen otro lado. Se hizo un gran trabajo, hace dos años se instalaban con carpas y sombrillas; comparado con ese momento, la situación está mejor”, enfatizaron desde el Poder Ejecutivo porteño.
Los vendedores ilegales están siempre atentos a esos operativos y levantan rápidamente sus improvisados puestos para evadirlos y evitar el decomiso de la mercadería. En cualquier caso, siempre vuelven, lo que exaspera tanto a vecinos como a comerciantes de la zona.
“No usan tapabocas, viven a los gritos, y cuando les decís algo que no les gusta, se enojan. Ya no podés ni caminar por acá. Yo llevo a mis chicos al colegio y transitar Lavalle entre Uriburu y Pueyrredón te puede llevar más de 15 minutos. Y pobre de vos si te quejás: a una chica la otra vez la agarraron de un brazo y la zamarrearon solo porque les pisó sin querer la mercadería”, protesta otra vecina.
Otro comerciante que desde hace años cuenta con más de un local en el barrio afirma que “está todo muy complicado” por la multiplicación de los manteros, y que quienes tienen negocios legales a la calle se ven perjudicados a todo nivel, conforme las “mafias” de la competencia avanzan.
“Las organizaciones de los manteros tienen ‘capos’, su proveedor; empezaron a aparecer manteros de otras colectividades, sobre todo, muchos peruanos. Esto va de la mano de la delincuencia y la droga. Yo tengo mi local aquí y cada dos por tres vienen clientes que dicen que les robaron. Afanan teléfonos celulares a lo loco. No son solo los manteros: también me preocupa la delincuencia, la inseguridad, porque me aleja los clientes”, se lamenta aquel comerciante.
Fuertes operativos
Según consignaron fuentes del Ministerio de Justicia y Seguridad porteño, en lo que va de 2021, hasta el 21 de septiembre, fueron fueron detenidas 74 personas en el marco de 253 inspecciones realizadas en locales que comercializan celulares. Casi mil aparatos de telefonía fueron secuestrados por la Policía de la Ciudad, de los cuales 419 estaban adulterados o tenían denuncia de robo.
Desde el citado ente porteño precisaron que, además de los constantes operativos en las galerías de la zona, se trabaja en la desarticulación de “búnkeres” que operan en el barrio, donde los vecinos señalan que las 24 horas del día ingresan y salen “narcos” o “transas” que comercializan droga al menudeo.
“Nosotros identificamos los lugares y los desbaratamos, pero siempre dependemos de lo que dicte y ordene Justicia. Sin eso no podemos actuar”, aclaró una calificada fuente del Ministerio.
“Cada vez hay más, y venden de todo. Ganan fortunas”, asegura aquel comerciante de vasta trayectoria en la zona. Según pudo averiguar LA NACION de fuentes allegadas a los manteros, un puesto “levanta” por día, en promedio, unos 30.000 pesos. En la cuadra de Perón, entre Pueyrredón y Castelli, según pudo advertir este cronista en su recorrida, hay más de 100 “mantas” una junto a la otra, en ambas veredas. Se encuentran, además, casi pegadas a los locales formales que venden prendas de vestir, calzado, ropa interior, bijouterie, y demás artículos.
Otra vecina señala la esquina de Jean Jaures y Rivadavia. “Acá roban todo el tiempo celulares, a plena luz del día. Algunas veces los agarran, otras no. En las paradas de colectivo hacen el clásico ‘robo canguro’. A la noche no podés pasar, se juntan la prostitución, los robos, la basura tirada por todos lados. Es un desastre, tristísimo”, sostiene.
Denuncias de agresiones “mafiosas”
Dos graves denuncias fueron radicadas en comisarías y fiscalías porteñas por diversos hechos de violencia, incluidos extorsiones, amenazas de muerte y hasta agresiones. Una mujer afirmó haber sido atacada por un vendedor de origen senegalés.
“Venía cruzando y sin querer le pisé una remera; el tipo me agarró y me zarandeó. Después, me empezó a filmar cuando salgo de casa. Es salir para regresar antes de las diez de la mañana, que es cuando podés circular por el barrio antes de que se instalen con los puestos en la vereda. Vos venís con un changuito del supermercado, por ejemplo, y es un parto poder entrar a tu propia casa, amén de que tenés al tipo que está vendiendo en tu puerta”, expone.
La mujer afirma que tiene miedo no solo de sufrir agresiones de parte de alguno de los vendedores callejeros sino “de quienes lo emplean”. También teme que, por la ocupación de las veredas y la casi imposibilidad de andar por ellas, a su hija “la termine revoleando un colectivo” por Bartolomé Mitre. “Soy prisionera en mi propia casa. Si vos me decís de salir al mediodía a la calle me lo pienso, te juro”, afirma, sin tapujos.
Una persona con acceso al mundillo de la venta callejera y los shoppings informales de venta de ropa que operan sobre la avenida Pueyrredón, en los alrededores de Once, cuenta a LA NACION que los manteros son regenteados por “mafias extranjeras”, con la injerencia y anuencia de algunas agrupaciones sociales.
“La mafia de los africanos no es la misma que la de los peruanos, la de los chalecos azules o los chalecos amarillos. No creo que haya nadie independiente, porque lo revientan: o paga el canon o lo cascan, así de simple. Los africanos venden todos lo mismo: vienen camionetas de alta gama que bajan la mercadería en bolsas; en una época pasaba una mujer con un carrito y les entregaba una vianda. Esto está todo organizado”, precisa esa fuente.
Quejas por el impacto de la problemática en el precio de las propiedades
Además de la competencia desleal para el comercio formal, y de las dificultades para la vida cotidiana de los vecinos, la “inundación” de manteros y punguistas, dicen en Once, afecta ya el valor de los inmuebles, en algunos casos, con reducciones drásticas en la tasación.
“Tengo a la venta mi casa y la de un familiar hace tiempo, y en el último año bajaron casi el 50 por ciento. ¿Quién te va a comprar una propiedad acá cuando tenés en la cuadra por lo menos 100 manteros? Se agarran a piñas con la policía y no les importa nada. El otro día le rompieron la cabeza a un agente. Los comerciantes están desesperados, enfrentan una ‘mafia’ y no hay reglas”, se queja una vecina de la calle Paso.
“Lo más loco de todo es que estamos a cinco cuadras del kilómetro cero de la Argentina [que está en la Plaza Mariano Moreno, contigua a la del Congreso]. Este es un barrio comercial, lo cual está perfecto, pero que se haya convertido en un pandemonio de venta ilegal y de reducidores de celulares, la verdad que deprime bastante. Mi casa ahora vale la mitad de lo que valía cuando la puse en venta”.
LA NACION contactó a agentes inmobiliarios con llegada en la zona, que descartaron que la proliferación de los manteros tenga relación con la baja de los valores, circunstancia que atribuyen, ante todo, a la crisis económica actual, que de la mano de la pandemia golpea al rubro. No obstante, coincidieron en señalar que los comercios establecidos se ven notablemente afectados “por la caída de las ventas” a raíz de la actividad paralela de estos vendedores callejeros.
Intervenciones policiales
Una de las organizaciones que opera en la zona es Vendedores Ambulantes Independientes de Once (VAIO), cuya líder es Luzmery Villanueva, una ciudadana peruana que posee causas abiertas en la Justicia. “Extorsión” y “amenazas coactivas” son algunas de ellas, según dijeron a LA NACION fuentes con gran conocimiento de la situación. Esta agrupación depende del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE).
Villanueva fue detenida meses atrás por la Policía de la Ciudad, acusada de haber pergeñado “maniobras extorsivas” que incluirían amenazas en grupo, tipo “patota”, con armas blancas: les habría exigido $500 a unos 500 manteros de Once para que puedan ocupar ilegalmente la vía pública, comercializar prendas con marcas apócrifas y para gestionarles el otorgamiento de planes sociales, según precisaron aquellas fuentes.
Entre los meses de julio y septiembre de este año la policía porteña realizó operativos e intervenciones en la zona aledaña a la Estación Once del Ferrocarril Sarmiento. Allí, hombres y mujeres de distintas nacionalidades fueron detenidos por vender mercadería en la modalidad de “manteros”; incautaron los bolsones en los que transportaban las prendas “truchas”.
Otras noticias de Balvanera
Más leídas de Seguridad
Siete de cada diez robos de autos en Buenos Aires son cometidos con armas de fuego
“Me quiso matar como a un animal”. El estremecedor relato de la mujer apuñalada 28 veces por su expareja en Núñez
Todos chilenos. Fueron expulsados cinco delincuentes que hacían entraderas en la Ciudad
ADN del crimen. La búsqueda de Loan termina en silencio y sin pistas sobre el destino del chico desaparecido en Corrientes