Tensión entre los bagayeros y el Gobierno por la nueva resolución aduanera en Aguas Blancas
La frontera con Bolivia, en Salta, está dividida por el estrecho Río Bermejo. El agua color mate separa las ciudades de Aguas Blancas, lado argentino, y de Bermejo, en Bolivia. Ese borde entre los países está envuelto en un entramado de gran porosidad. Los bagayeros, como se conoce a las personas que llevan mercancías sobre sus espaldas, van y vienen todo el día. Es su fuente laboral. Algunos de ellos ingresan de manera legal y otros de manera ilegal, ya que son tantas las veces que cruzan que el control había quedado relegado. Un grupo de estos pasadores tuvo, anoche, un enfrentamiento con gendarmes que detectaron su intento de entrada al país a través del paso ilegal conocido como "Los gomones".
Hace una semana, la Ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, en un intento de dominar ese flujo de mercadería, inauguró un nuevo sistema aduanero donde se estableció que los importadores que crucen mercancías de Bolivia por los pasos internacionales Puerto Chalanas –así se denomina al cruce en la ciudad de Bermejo- y Aguas Blancas podrán realizar una operación diaria con un tope de 500 dólares en mercancía -textiles y calzados nuevos- y 24 operaciones mensuales.
Esa resolución no fue bien recibida por los pobladores de esa ciudad del norte salteño. Un gran grupo de bagayeros se encuentra en pleno plan de lucha para enterrar para siempre la resolución o para llegar a un acuerdo. Pero, por el momento, no aceptan la nueva disposición. Según las cifras que se conocen, por ese cruce pasan alrededor de 5000 personas diarias. "No vamos a aceptar el pago de ese impuesto, ya que no somos los inversores ni los revendedores, solo pasamos las mercaderías y en la cadena somos los que menos dinero gananamos", sostuvieron desde el grupo de bagayeros autoconvocados. El conflicto quedó sobre la mesa.
La ciudad de Aguas Blancas cuenta con 2400 habitantes. La corriente de mercancías es el musculo económico más fuerte con el que cuentan los pobladores de esas ciudades. Según explicó un investigador policial, que conoce el territorio, "el bagayage es parte de la idiosincrasia de la ciudad. Es imposible sacarlo de un día para el otro. Lo que tendrían que hacer es ir de a poco con otro tipo de acompañamiento. Aunque también hay algunos vivos que se aprovechan de esta modalidad para cruzar sustancias ilegales, que eso sí es lo que hay que cortar de cuajo".
En ese lugar hay dos cruces, el legal, sobre unas balsas en que el tránsito entre orillas cuesta $20 pesos, y el ilegal, con botes que amarran a pocos metros del paso habilitado, llamado "Los gomones". Algunos, según contaron los investigadores, se atan bolsas con hojas de coca al lomo y cruzan nadando.
Las mercaderías, según informaron las fuentes consultadas, desde que entran al país ingresan en un frondoso sistema de repartición que hasta parte de lo que cruza termina en la famosa feria La Salada, en Ingeniero Budge, en la zona sur del conurbano bonaerense.
El conflicto en esa zona está auge. El grupo de bagayeros no quiere saber nada con la nueva directiva estatal. En cambio, para la ministra Bullrich se trata de una medida necesaria para incrementar el control en las fronteras. "Estamos en el comienzo de una era distinta para este paso fronterizo, para Salta y para el país. No solo estamos inaugurando el Centro Inteligente de Vigilancia Fronteriza, sino que damos un paso histórico y, como lo hemos hablado con el gobernador Urtubey, se trata de cambiar un sistema de acostumbramiento. Junto con la AFIP, la Aduana, Migraciones, las intendencias y las cámaras de Comercio se va a pasar de un sistema de bagayeros a un sistema de importadores", explicó Bullrich el día de la inauguración del plan Fronteras Seguras que terminó con la comitiva apedreada cuando intentaba salir de la Aguas Blancas.
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