Tenía cautivos a su esposa e hijo en una casa del terror
El dueño de la propiedad fue detenido; las víctimas, con problemas psiquiátricos, están internadas
MAR DEL PLATA.- Al muchacho, de 32 años y con indicios de autismo, lo tenía detrás unas precarias rejas, dentro de una construcción de ladrillos sin revocar, con el piso repleto de escombros, basura, un colchón maloliente y, por sobre todo, excrementos a cada paso. Su padre lo encerraba allí varias horas por día en esta suerte de celda que cada tanto tenía que compartir o alternar con su madre, también con problemas psiquiátricos.
El acusado, que habría sido identificado por fuentes policiales como Edgardo Oviedo, de 66 años, cayó detenido por supuesta reducción a la servidumbre y esclavitud a partir de una denuncia que realizaron sus otros dos hijos, que hace tiempo conocían la situación, pero no terminaban de tomar la decisión de llevarla ante autoridades policiales y judiciales.
El acusado ayer se negó a declarar y su principal víctima, su hijo enfermo, permanece internado en el Hospital Interzonal General de Agudos, donde fue asistido por su deteriorado estado físico, además de iniciar un tratamiento por una lesión en uno de los testículos. La mujer, de 61 años, también fue derivada a un centro especializado.
La familia vivía en un inmueble de Los Naranjos, en el barrio Las Dalias, en la zona Norte de la ciudad. Oviedo había montado en el fondo este espacio de cautiverio que, según fuentes de la investigación, le aseguraba que su hijo no se alejara o huyera como ya lo había hecho en alguna oportunidad.
El fiscal Alejandro Pelegrinelli, a cargo de la causa judicial, convocó a testigos para tratar de reconstruir esta macabra historia. Pronto encontró coincidencias en el perfil patológico y violento del acusado, un ex delegado sindical del gremio de la construcción que, en los últimos años, había tenido varios episodios de discusión con vecinos. Entre ellos dos de sus cuatro hijos, que viven con sus respectivas familias en la misma cuadra.
Inclusive trascendió que el incidente que disparó la denuncia nació en la preocupación que en las últimas horas generó un problema o situación de conflicto entre Oviedo y sus nietos, que habían pasado por su casa y a los que les habría hecho algún tipo de amenazas. "De todo lo que tomamos conocimiento surge una familia que vivía en un círculo vicioso dominado por el terror", confió un allegado a la pesquisa.
Una gran traba metálica más una cadena con candados eran la seguridad que Oviedo tenía para que su hijo y su esposa permanecieran encerrados, lejos de cualquier posibilidad de escape. A la mujer se la describe ajena a todo lo que sucedía, debido a su cuadro psiquiátrico agravado. Al muchacho, al que lo encontraron con buen peso, pero en muy mal estado de higiene, con una barba larga y ropas muy sucias, se desplaza por sus medios, pero le resulta incapaz articular palabras.
De día en la celda, de noche en un cuarto de la vivienda principal, el joven siempre permanecía encerrado. "Oviedo dio algunas señales de estar convencido que lo que hacía por su esposa y su hijo era casi una obra de bien, siempre con la intención de protegerlos", señaló un investigador a LA NACION.
La investigación judicial avanzará sobre el entorno social del acusado y sus víctimas. La propiedad en la que vivían era de condiciones precarias. "Era inhabitable la celda, que la había montado como la habitación principal de la propiedad", destacó un funcionario que participaron del allanamiento.
Consciente del cruce que había tenido con sus nietos y el malestar que con ello generó a sus otros dos hijos, Oviedo intuyó que iba a tener problemas. Asistido por una defensora oficial, ayer se negó a declarar y esperará la continuidad del proceso judicial alojado en la Unidad Penal XV, de Batán.
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