“Te vamos a pasear en el baúl”: Más denuncias de aprietes y ataques a fiscales de mesa opositores en escuelas de Zona Norte
El relato de reiterados sucesos violentos durante las elecciones contra representantes de La Libertad Avanza se multiplicó; “nunca viví esto en democracia”, dijo uno de los damnificados
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Ignacio Jaureguialzo fue jefe de fiscales voluntario para La Libertad Avanza en el Instituto Presidente Santiago Derqui, de Pilar. Abogado egresado de la UBA, imaginó una jornada larga y cargada de tensiones en la escuela situada en Eva Perón 875; lo que nunca pensó es que tanto él como los fiscales que tenía a su cargo serían blanco de amenazas brutales. “Temimos por nuestra integridad física”, se sinceró el letrado de 26 años. “Me preparé mucho para estar ahí, en un clima democrático, y me encontré con lo opuesto; no estoy acostumbrado a lidiar con ese tipo de situaciones”, explicó. Su denuncia, y la de otros ciudadanos, se sumaron a las de las jóvenes mujeres de zona norte que fueron violentamente agredidas en La Matanza, según reveló LA NACION.
Jaureguialzo denunció maniobras fraudulentas por parte de autoridades de la escuela, presunta connivencia entre presidentes de mesa y fiscales de Unión por la Patria (UxP) y falta de asistencia de las fuerzas policiales: “Me tuve que morder la lengua ante varias situaciones durante el transcurso del día, tuvimos que elegir batallas”, precisó.
Enumeró algunas de las trampas: como cuando la fiscal general de UxP citó una ordenanza que acotaba la cantidad de fiscales de cada fuerza por escuela, y luego de que él accedió y mandó a varios fiscales a sus casas para respetar la paridad de fuerzas, le llenaron las mesas de fiscales de UxP; o cuando una presidenta de fiscales del oficialismo, funcionaria en la localidad de Derqui, lo intimidó: “Yo no te puedo garantizar que los muchachos del Movimiento Evita y la Uocra no vengan a la tarde”.
“¿Ustedes se piensan que porque son abogados acá rige la ley? Acá lo legal no importa, estás en el pueblo. Te llamo a la gente y en cinco minutos se soluciona”, contó Jaureguialzo que le dijeron. Fue testigo del robo de boletas de Milei en una mesa, apenas abierta la votación. “Hubo un acta de impugnación de voto que directamente no pudimos hacer por la presión de sus amenazas, decidimos ceder. Te mienten en la cara. La frustración y la impotencia que nos generaron fueron enormes. Palos en la rueda como nunca vi en mi vida. Te prometen un comportamiento apegado a las reglas y cuando te diste vuelta hacen exactamente lo contrario. No se les cae la cara de la vergüenza”, afirmó.
El abogado confió a LA NACION que la situación era “de desamparo total” y de “anarquía”. Señaló la “imparcialidad absoluta” evidenciada por un oficial del Ejército que llamó a la fiscal general de UxP para hablar en privado –algo que está prohibido–, las presiones por la presencia de militantes del PJ y sindicalistas a la hora del cierre y escrutinio e, incluso, las amenazas durante el conteo. “A ese, patadas a la cintura”, “Te vamos a matar, te vamos a recagar a trompadas” y “Te vamos a sacar a pasear en el baúl”, fueron algunas de las frases intimidantes que les dedicaron los matones, que buscaban hacerlos reaccionar y, al mismo tiempo, desconcentrarlos o forzarlos a omitir las irregularidades. “La violencia fue de un solo lado, que eso quede claro”, enfatizó.
El abogado de la UBA reconoció a LA NACION que no era consciente de la magnitud del “aparato” peronista: “Fueron a todo o nada. Hay un diseño cuasi institucional del aparato electoral que permite e incluso insta a que muchos encargados de escuela, delegados y autoridades de mesa empleen cualquier medio para ganar una elección. “Te dicen fascista y son ellos los que amenazaron con meternos en un baúl”.
“Odio en la mirada”
M.G., también abogada, de 56 años, fiscalizó en la Escuela 17 de Agosto, de Grand Bourg, partido de Malvinas Argentinas. Contó que durante la jornada del domingo hubo “tipos con odio en la mirada y resentimiento” que le dijeron: “Salí de acá, ricachona, váyanse”.
Había dejado su auto estacionado a diez metros de donde estaban los policías apostados en la escuela: “Me cortaron dos cubiertas del Honda City y a otros dos colegas les hicieron lo mismo”, afirmó. Fue un delito recurrente sufrido por fiscales opositores en el conurbano. “Marcan territorio de forma violenta y primitiva, se creen dueños del lugar; cuestionás algo y en menos de un minuto estás rodeado de nueve personas agrediéndote”, señaló.
“Se llenan la boca hablando de democracia y de derechos humanos, y hacen estas cosas”, opinó M.B., comerciante de 57 años que fue fiscal general en la Escuela Santa Rosa, de Pilar. A él le “destruyeron” dos ruedas de su Citroën Aircross en la puerta del colegio. “Me vieron llegar a la mañana”, contó. “¿Por qué tienen que vandalizar y hacerme gastar dinero? Yo no les voy a robar un voto jamás, pero ellos a mí sí, no sé”, argumentó.
C.M., psicóloga, de 28 años, fiscalizó en el colegio Wellspring, de Pilar. Dijo que los fiscales de UxP llegaron a la escuela con una actitud “violenta”, manejándose con “prepotencia y gritos”. Denunció que “cuatro matones se instalaron en la puerta del colegio, del lado de adentro, increpando a los votantes con la mirada”. Continuó: “Me vino a intimar uno y me sostuvo una mirada hostil durante 25 segundos”. Luego, escuchó que el violento le dijo a un colega: “Decí que es mujer y no le puedo pegar”. “Amenazaban con cagarnos a trompadas”, le tuve que pedir a la policía que me acompañaran al auto. Fue horrible lo que vivimos, mi mamá lloró”, recordó.
“La experiencia fue hostil”, contó a LA NACION Juan Marini, estudiante de administración de empresas, de 21 años, que fue fiscal general en la Escuela Secundaria N°3 de Pilar. DIjo que a las siete de la mañana, la directora del establecimiento no quería dejar pasar a los fiscales de LLA y quería poner fiscales de UxP como presidentes de mesa. “Lo lograron en tres mesas”, precisó. La directora “nos hizo la vida imposible, eran discusiones permanentes, hacía todos los chanchullos habidos y por haber, se la pasaba gritando y favorecía groseramente a UxP”.
Marini también sufrió la violencia en carne propia: dos matones lo acorralaron contra una pared. “Me dijeron que yo estaba haciendo quilombo y que cuando saliera me iban a recagar a trompadas, que dejara de molestar”, fue la advertencia que recibió. “Me frustró mucho. Porque soy un ciudadano más. ¿Cómo puede ser que usen la fuerza bruta, como barrabravas? La mayoría de los fiscales somos gente de buena fe queriendo hacer un trabajo honesto y no te lo permiten”. El estudiante también cuestionó la falta de ayuda de la policía ante los amedrentamientos. “No me sentí seguro”, señaló.
C.A., economista, de 57 años, fue fiscal en el colegio St. John’s, de Pilar: “Nunca había tenido problemas, pero esta vez hubo un clima enrarecido”. A las nueve de la mañana llegó un colectivo e instalaron una parrilla afuera del predio escolar. Según sus palabras, bajaron “trapitos alcoholizados” que “cobraban $1500 pesos de estacionamiento y $1000 para entrar a votar al colegio” y “querían espantar a los votantes de una escuela que para ellos estaba perdida”.
“A mí no se me ocurre hacer trampa. Ellos manejan otros códigos”, dijo V.P. psicóloga, que fiscalizó en la Escuela Primaria 26, de Pilar. Nacida en los Estados Unidos hace 54 años, vivió casi toda su vida en la Argentina. Se define como “muy buena onda, simpática y sociable”, pero lo que vivió el día que había que “celebrar la democracia” no le resultó ameno en absoluto: “La responsable de fiscalización de UxP me gritó porque reclamé que al inicio de los comicios había cuatro veces más boletas de Massa que de Milei”.
La intimidación dentro de la escuela tuvo, para ella, su correlato en la calle: “Cuando salí vi que me habían roto la ventana del auto”, un Toyota Corolla Cross con cristales antivandálicos. La psicóloga se acercó a dos policías a preguntarles qué pasó. Le contaron que habían sido dos hombres en moto y que, como “iban calzados” –armados– no hicieron nada y le “pidieron perdón”.
“Me puse a llorar de la impotencia, no sé qué me dolió más, si el daño al auto o la impunidad, que se sientan dueños de la calle. Me sentí insegura y con mucha impotencia”. Además del suyo, vandalizaron un Fiat Palio rural y otro coche de un fiscal de La Libertad Avanza. V.P. se armó de valor y decidió continuar, aunque muy desanimada: “Me apagué, me amargó. No estoy acostumbrada a este nivel de violencia”.
V.M., ama de casa, de 60 años, fiscalizó en la Escuela Santa Ana, de Derqui, Pilar: “Desde 2013 fiscalizo sin excepción”, contó. Una persona “peligrosa”, según ella, un puntero de UxP, estuvo “molestando y provocando todo el día junto a seis secuaces”. Entre otros episodios cuestionables, habría amedrentado a un presidente de mesa porque quería contabilizar votos con boletas de Massa hechas trizas.
También le vandalizaron su auto: “Me pincharon dos cubiertas de la Subaru XV. Quedé sola hasta que a las 21.30 del domingo llegó la grúa al descampado donde me encontraba. Me sentí insegura. Los patrulleros de la policía nos habían dejado en tierra de nadie, a la buena de Dios”.
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