Sorpresa y reclamos entre los vecinos
Dicen que es una zona tranquila, pero mal iluminada; afirman que es un hecho aislado
"Yo nunca voy para aquel lado, caminás una cuadra y se vuelve todo completamente oscuro", contó a LA NACION Ana, una vecina que vive en Rivadavia al 5700. La esquina de esa avenida y Víctor Martínez era demasiado luminosa. Por eso, el atacante obligó a la víctima a caminar una cuadra más, hasta Emilio Mitre, y la llevó luego hasta una zona oscura de la calle Hualfin, donde abusó de ella.
Se trata de una zona de casas bajas, algunos edificios de departamentos, paraísos frondosos y poco movimiento. La gente vive tranquila, y asegura que prácticamente nadie camina por la zona pasada la medianoche.
Los vecinos aseguran que no hay presencia policial, salvo a primera hora de la mañana, cuando abren las puertas los colegios de la zona: Colegio Marianista, San Cirano y Sabelli. "No tenemos seguridad en el barrio, pero tampoco es una zona tan insegura. Sí es una calle muy oscura, algunas luces se prenden y se apagan, y ya hemos hecho el reclamo, pero nunca lo solucionaron", relató a LA NACION Susana, una vecina que vive en Hualfin 1066.
En el edificio de la esquina de Hualfin y Emilio Mitre, Nicolás ocupaba su puesto de seguridad cuando un hombre le golpeó el vidrio pasadas las 3.30 de la madrugada y le pidió que llamara a la policía. "Aparentemente, él fue testigo del ataque. Yo no le pude permitir que entrara en el edificio porque no debo, pero colaboré llamando al 911", contó ayer a LA NACION.
Los vecinos del edificio donde ocurrió el ataque, en Hualfin 920, aseguran que no se oyeron gritos ni pedidos de ayuda, y que el movimiento comenzó a las 7, cuando la gente advirtió la presencia de efectivos de la Policía Federal en el lugar donde se cometió la violación.
"Éste es un barrio de gente que se conoce entre sí, es raro que sucedan este tipo de ataques. Nosotros no escuchamos nada y recién a las 7.30 me crucé con los policías. En el garaje había restos de cinta de embalar transparente y manchas que parecían sangre", explicó a LA NACION Atilio, un vecino del mismo edificio de Hualfin 920, en cuya entrada ocurrió el hecho.
Barrio alterado
"Muchas veces denunciamos que es una boca de lobo esta esquina cuando oscurece, ¿tiene que pasar algo así para que lo solucionen?", se quejaba Graciela, otra vecina de la calle Hualfin.
Pasadas las 18 de ayer, mientras los chicos salían de los colegios, los padres expresaban su preocupación y por lo bajo comentaban que ya no iban a dejar volver solos a sus hijos a sus hogares. En un quiosco situado sobre la calle Víctor Martínez, dos empleadas de un comercio manifestaban su temor de andar solas cuando baja el sol. "Tendremos que estar mucho más atentas que de costumbre", concluyeron.
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