Sonido blanco. Organizaban conciertos de rock en un conocido teatro rosarino para lavar dinero del narcotráfico
Gendarmería volvió a allanar Campo Timbó, un country donde una banda integrada por colombianos y argentinos traía en avionetas cocaína de Bolivia y Paraguay. Usaban la sala de Vorterix en Rosario, bares y hasta plantas de biodiésel para blanquear el dinero
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ROSARIO. La base de operaciones de la banda narco estaba asentada en el country de Campo Timbó, un lugar lujoso y apacible ubicado sobre el río Carcarañá, a unos dos kilómetros del Paraná. Allí, una banda integrada por colombianos y rosarinos rentó una pista de aterrizaje y construyó un hangar para acopiar cargamentos de cocaína que provenían de Bolivia y Paraguay, y que –según se sospecha– luego salían por los puertos de la zona rumbo a Europa, Asia u Oceanía.
A partir de detectar esta pista y los movimientos de las aeronaves, los investigadores judiciales pusieron la mira en las operaciones de supuesto lavado de dinero que arbitraban los integrantes de esta banda, de los cuales diez fueron detenidos, aunque uno de los cabecillas está prófugo. Las inversiones tenían múltiples rubros, tan amplios que iban desde empresas que se dedicaban a la publicidad electoral hasta bares, radios, y taxis, entre otros emprendimientos. Durante los últimos días se llevaron adelante nuevos allanamientos en Campo Timbó en busca de documentación.
Según el expediente al que tuvo acceso LA NACION, Brian Walter Bilbao, uno de los líderes de este grupo mixto, integrado por argentinos y colombianos, está siendo investigado por la compra a través de testaferros de la sociedad VTX Rosario, que controla los teatros Vorterix de esta ciudad y de Mar del Plata. Bilbao había destinado una combi Renault Master para el traslado de los artistas que tocaban en el teatro, que conducía Hernán M., presunto miembro de la banda narco, según surge de la documentación de la causa.
Bilbao desembarcó en Vorterix el 29 de octubre de 2018. El presidente la sociedad era Juan Carlos V.L., un empresario del rubro inmobiliario, que –según pudo averiguar LA NACION– está ligado a una concesión de un bar del Anfiteatro Municipal, cuya reapertura se pospone desde hace tiempo. Luego, Carlos V.L. fue reemplazado por la hermana de Bilbao en la sociedad. Siempre llamó la atención que el nombre de la inmobiliaria Adelante fuera el sponsor oficial de las camisetas de Newell’s y Rosario Central.
El titular de Vorterix Mar del Plata, socio de Bilbao, empezó a sospechar del entramado empresario. En una escucha telefónica que figura en la causa, esta persona comenta:“Son todos fantasmas. Él no figura en ningún lado porque es un fantasma. Si me caen con alguna boludez los escracho en las redes de Vorterix”, aseguró. Bilbao puso luego una suma en dólares y un departamento para comprar la parte de la sociedad de Mar del Plata.
Otro indicio de que algo extraño había detrás de Vorterix en Rosario es que los artistas que tocaban cobraban entre tres y cuatro veces más que en otros teatros. Ese era el comentario que rondaba en el ambiente del rock.
Otro emprendimiento que nació en torno a esta organización fue el bar Affascinante, ubicado en el barrio Echesortu, donde cuatro meses después abrieron una nueva sucursal. También abrieron una concesionaria de autos llamada Portillo Usados Exclusivos.
Uno de los emprendimientos más llamativos de este grupo criminal fue una empresa dedicada a la publicidad callejera. VYA Digital SRL figura como radicada en la ciudad de Álvarez, ubicada a 40 kilómetros de Rosario. Se sospecha que esta firma era conducida por Bilbao. Esta firma habría obtenido una licitación para la colocación de luces led en la comuna.
Un rubro que tampoco desaprovecharon para supuestas operaciones de lavado de dinero fue el del biodiésel. Glycine Max SRL se ocupaba de la producción de combustible vegetal, primero en la localidad de Gálvez, hasta que mudaron la planta a Álvarez.
Según la investigación, también se invirtió dinero en la explotación de taxis bajo los nombres de “Taxideral” y “Remitaxi”. Según fuentes de la Municipalidad se detectaron unas 14 licencias de taxis, que serán dadas de baja. Desde la intendencia señalaron que no podían tomar esta medida hasta que la investigación judicial avanzara. Varios de los vehículos puestos en alquiler fueron buscados en estacionamientos céntricos.
Toda esta madeja de sociedades fue montada, según los investigadores de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), para lavar dinero que provenía de la principal actividad que tenía este grupo, que era el narcotráfico a gran escala.
La investigación lleva tres años, pero recién ahora se pudo establecer un patrón más sólido a nivel de pruebas. Cuando Gendarmería allanó Campo Timbó el 15 de noviembre pasado, decomisaron tres avionetas, un remolcador, vehículos, armas de fuego, dinero en efectivo, dispositivos tecnológicos y documentación relevante para la causa. Fueron detenidas diez personas, entre ellas, un grupo de colombianos que realizaba tareas vinculadas a los vuelos.
El lugar utilizado para que aterrizaran las aeronaves era el country y golf Campo Timbó, en el límite entre Timbúes y Oliveros, un lugar donde conviven residencias de lujo con un paisaje litoraleño muy cuidado, donde la paz y tranquilidad siempre fue el principal atributo para los inversores.
Ese era el lugar utilizado por los diez detenidos para descargar la cocaína con la excusa de “ver campos” y en el que en distintas ocasiones el hangar donde se acopiaba la droga permanecería cerrado, lo que resultaba llamativo por tratarse de un sitio descampado que incluso contaba con seguridad propia y cámaras de vigilancia.
Los efectivos detuvieron, por orden del juzgado federal N°3, a cargo de Carlos Alberto Vera Barros, a cuatro colombianos. Luego se realizaron allanamientos en otras 38 propiedades en la provincia de Santa Fe, donde se produjo el decomiso de tres avionetas con matrículas y banderas adulteradas, 25 vehículos, dos motos, 68 teléfonos celulares, cinco armas de fuego, 5.000.000 de pesos argentinos, 39.000 dólares estadounidenses, 18 computadoras, entre otros elementos y documentación de interés para la causa. En total, diez personas quedaron detenidas. A través de peritajes de microaspirado se detectó que en las aeronaves se transportaba cocaína que provenía de Paraguay y también de Bolivia.
Esta causa comenzó de forma trágica. El 24 de agosto de 2020 tres gendarmes estaban apostados en un utilitario en inmediaciones de Cañada de Gómez, en el medio de un campo donde presumían que aterrizaban avionetas con droga o se producían bombardeos, es decir, que arrojaban bolsas con estupefacientes en los campos que después eran recolectados. Los gendarmes vieron una avioneta que volaba en la zona y la siguieron. Se encontraron con dos camionetas que hacían lo mismo. Eran los narcos que esperaban que la avioneta arrojara la droga.
Comenzó una persecución y uno de los vehículos volcó. Dentro de una Toyota Hilux murieron Mauricio Santos, de 37 años, y Guillermo José Díaz, de 56. El único sobreviviente fue el conductor, un hombre de 30 años de Rosario. La avioneta levantó vuelo y nunca más se supo nada. Pero en los teléfonos de los fallecidos empezaron a aparecer contactos y sospechas de que se trataba de una organización que recibía cocaína que venía del exterior. Nadie imaginó en ese momento que los narcos iban a usar teatros destinados para conciertos de rock para lavar el dinero.
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