Sólo dolor en el primer día del juicio por el doble crimen de Salta
Los padres de Cassandre Bouvier y Houria Moumni evocaron a las jóvenes asesinadas
SALTA.- Fue una jornada llena de emotividad a flor de piel, de voces quebradas, lágrimas y manos trémulas hasta el paroxismo; de rostros desencajados por un dolor que se probó intacto y tortuoso. Y que quedó plasmado en cada uno de los poemas, cartas y semblanzas que las familias Moumni y Bouvier leyeron en el estrado, frente a un Tribunal abierto a escucharlas. Pero prácticamente no hubo elementos que pudieran echar algo de luz sobre quiénes participaron de la "barbarie de San Lorenzo".
Como quien necesita exorcizar su congoja y ponerla en palabras, uno a uno los padres de Houria, Lahoucine y Zohra Moumni, y de Cassandre, Hélène Kottak y Jean-Michel Bouvier, y también su hermana Aliénor, declararon ayer frente a la Sala II del Tribunal de Juicio, en la primera jornada oral por la violación y muerte de las turistas francesas.
Antes Daniel Vilte, uno de los imputados, había aceptado ser indagado y se declaró inocente. Denunció apremios ilegales por parte de la policía, recordó lo que había hecho el 15 de julio y contó una conversación con otro recluso como testigo, en la que, supuestamente, el principal sospechoso, Gustavo Lasi, le había confesado que debió incriminarlo por presión policial.
Pero, a juicio de los abogados querellantes, incurrió en algunas contradicciones y brindó datos poco verosímiles "como que no conocía el Mirador de la quebrada ni los caminos alternativos hasta allí, a pesar de haber vivido 17 años en esa área. Y que tampoco conocía a un vecino suyo, a quien le plantaron un arma para involucrarlo".
Ni Vilte ni ninguno de los otros cuatro acusados como presuntos coautores y encubridores del homicidio se animaron a sostenerles la mirada a los padres de las jóvenes, quienes las evocaron por medio de testimonios, principalmente de sus amigos, para explicarles con objetividad a los jueces quiénes eran ellas.
Vestida de luto, en su breve alocución Hélène Kottak, fue segunda declarante. Secundada por una traductora, cuya pericia para transmitir con precisión el sentir de los familiares fue muy criticada entre quienes manejan fluidamente ambas lenguas, la madre de Cassandre habló de la "monstruosidad" con la que le arrebataron a su hija, quien hoy cumpliría 32 años. Amaba la naturaleza y las culturas extranjeras, en especial las de América latina; era una experta viajera, estaba de novia, quería ser madre y culminaba sus estudios de posgrado en Ciencias Sociales como investigadora del Instituto de Altos Estudios en América latina, según la recordó.
Luego, con el puño cerrado, en un gesto categórico hacia el libre albedrío de todas las mujeres, Kottak gritó fuerte dos veces: "Liberté, Liberté", en alusión al nombre de Houria que, en árabe, significa libertad.
La emoción desbordó a su hermana menor, Aliénor, que es actriz y habló en español: "Ella era la persona más importante en mi vida".
Hasta ese punto, todo era evocación familiar. Pero, al culminar con la semblanza de "mi bella y bien amada hija", Jean-Michel Bouvier sacó de su mochila unos anteojos dorados que, dijo, le entregó un policía y que se corresponden con los que luce una mujer no identificada en fotos adjuntadas al expediente. Ese fue el modo cartesiano que encontró para ilustrar "los elementos surrealistas" plasmados en la instrucción. Fue una crítica explícita a la investigación que llevó adelante el juez Martín Pérez, actual camarista. "Estoy convencido -agregó- de que los elementos dudosos, incoherentes, como estos lentes, que nadie me explicó por qué están allí, deben clarificarse" en este juicio.
Los padres de Houria ahondaron, por su parte, en los créditos académicos de su hija, quería realizar una beca de estudios en la Argentina. Como dato, contaron además, que el último día en que fueron vistas con vida, Houria le pidió ese mismo día a su familia que le depositaran 500 euros. Tras su muerte, el dinero siguió intacto en su cuenta.
Los debates tomaron un giro impensado, cuando la familia Bouvier quiso ver el estuche de la cámara Olimpus secuestrada a Vera, otro de los inculpados. La madre aseguró que no se correspondía, "por ser más pequeña" con la cámara de Cassandre, nunca encontrada. También manifestaron sus dudas su padre y hermana.
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