Silvio Gastón Canteros. “Me presentaron como si fuera el Chapo Guzmán”
La policía lo detuvo en su quinta de Moreno en agosto de 2019, lo señaló como un peligroso narco y lo bautizó “El Patrón del Oeste”; pasó dos años preso en un penal de máxima seguridad hasta que un Tribunal Oral lo absolvió, declaró nulo el procedimiento y cuestionó el armado de la causa
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“Para contar cosas malas, tengo un montón”, avisa Silvio Gastón Canteros, alguien que se dedicaba al comercio de insumos de computación y a la compra y venta de autos hasta la madrugada de agosto de 2019 en la que una nutrida comitiva de policías bonaerenses allanó su casaquinta en La Reja y lo exhibió esposado ante los medios para ufanarse de la detención de un peligrosísimo narco que mereció, indistintamente, los apodos “Patrón del Oeste” o “Patrón de Moreno”, en alusión directa a la figura terrorífica de Pablo Escobar. Con ese mote sobre los hombros paso más de dos años alojado en un penal de máxima seguridad.
“En ese tiempo —empieza a enumerar con amargura— perdí mis negocios, la gente con la que trabajaba me soltó la mano. No pude pagar más el alquiler de mi local ni el de mi casa. A mis hijas les decían que el papá era un narco y tuvieron que abandonar el colegio e irse a vivir a Paraguay con la familia de mi exmujer. El cáncer de mi mamá empeoró porque yo era el encargado de llevarla a radioterapia y mi papá tuvo un ACV que lo dejó postrado. Además, el daño psicológico de estar preso siendo inocente, sin entender por qué estaba encerrado en una celda”.
La explicación se demoró demasiado. El 14 de septiembre, el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N°1 de San Martín absolvió a Canteros al dar por probada durante el juicio “la maniobra irregular mediante la cual se encontró la droga en la casa del acusado”. El fallo destacó que los policías que habían participado de la detención el 8 de agosto de 2019 se contradijeron en sus declaraciones y que el video difundido y replicado por los medios —con drogas y bienes incautados— estaba editado con imágenes que correspondían a otros operativos.
“Yo estaba durmiendo con mi novia —recuerda Canteros— y entraron a mi casa policías de todas las fuerzas: Grupo Halcón, GAD, Drogas Ilícitas y como ocho comisarías distintas. Cuando me dijeron que estaban buscando drogas, les dije que revisaran tranquilos. No solo no tenía nada que ver con el narcotráfico, tampoco en mi vida había probado o consumido. Pasaron varias horas, trajeron un perro, pero me empecé a poner nervioso cuando vi el show televisivo montado afuera. Hasta un policía me dijo ‘qué circo te están armando, por lo menos vas a ser famoso’”.
Lo que pareció una broma resultó una premonición trágica. Después de varias horas de allanamiento, Canteros y su novia, Florencia López, fueron trasladados en móviles policiales. Él pasó la noche en la comisaría de Ramos Mejía; luego fue derivado a la alcaldía de Comodoro Py y finalmente alojado en el módulo 6 de máxima seguridad del Complejo Federal de Ezeiza. Su pareja durmió en la comisaría de La Tablada hasta la mudanza definitiva al módulo 4, también en Ezeiza.
“Pensé que había quedado preso por mi colección de armas de paintball. Yo veía que durante el allanamiento alguien anotaba los números de serie. Me acuerdo que le dije ‘mirá que son de juguete’, pero no me respondió. A esa altura ya habían dejado de hablarme. En la comisaría me pintaron los dedos y firmé un papel que decía Ley 23.373, que es la de drogas. En los nueve cuerpos que tiene la causa, yo figuraba solo en dos páginas, por los dichos de un policía. Esa fue la única prueba en mi contra”, se lamenta Canteros.
Sin dinero y sin disculpas
Según la instrucción policial, en la casa de Canteros se encontraron “251 envoltorios de marihuana por un total de 1201 kilos, y 39 envoltorios con 38 gramos de cocaína”. Muy poco para sostener la reputación de “capo narco de la zona oeste”.
“En esa época estaba el furor de la serie El patrón del Mal, entonces se me ocurrió ponerle Nápoles a la quinta (en referencia a la famosa hacienda de Escobar) y también tenía un calco en la luneta trasera de la camioneta. Por esas dos pavadas me presentaron como si fuera el Chapo Guzmán”, se queja.
Cantero y su pareja sostuvieron desde el principio que esa droga fue “plantada” por los policías para justificar el allanamiento. El fiscal de juicio, Marcelo García Berro, coincidió en que “la prueba incorporada al debate no había podido acreditarse” y agregó que en la orden de allanamiento hubo “violaciones a las disposiciones procesales y constitucionales”.
Canteros no fue escuchado en ninguna de las instancias de apelación y se le rechazó el pedido de esperar el juicio cumpliendo prisión domiciliaria. Su pareja tuvo más suerte: recuperó la libertad después de cinco meses.
“Salí y me puse a buscar ayuda para sacarlo, pero era plena pandemia, nadie te atendía el teléfono. Encima, la detención había sido tan mediática que ninguno se quería meter, no te creían. Sentía mucha impotencia y bronca, a la vez”, cuenta López.
“Perdimos todo, pero lo económico va y viene. Ningún jefe policial o funcionario se disculpó con nosotros o con nuestras familias. No le deseo a nadie lo que nos pasó, pero los que se dedican a arruinar la vida de los demás deberían probar una dosis de su propia medicina, que la ley sea pareja para todos”.
Canteros reconoce que desde la absolución se propuso recuperar el tiempo que perdió con su familia y levantar otra vez un negocio que le permita vivir de su trabajo, como hizo siempre.
“Tengo que arrancar de cero, porque todo lo que logré en los últimos 20 años lo perdí, no me quedó ni un vaso. En el allanamiento la policía me robó todo. Me arruinaron la vida y por eso voy a iniciar acciones para lograr un resarcimiento y para que los responsables paguen por lo que nos hicieron”, concluye.
Un allanamiento armado para la televisión
Tres semanas después de decidir la absolución de Canteros, el Tribunal Oral Federal N°1 de San Martín dio a conocer los fundamentos del fallo, entre los que se destacó que la droga fue encontrada en un lugar de la casa quinta que ya había sido revisado, que los testigos del operativo tenían alguna relación con las fuerzas de seguridad y que no se consignó en el acta los efectos personales incautados al detenido. También se cuestionó el secuestro de unos pocos envoltorios de marihuana y cocaína, “cuando se afirmaba que Canteros vendía estupefacientes a gran escala”.
En su decisión, el Tribunal convalidó los planteos del fiscal Marcelo García Berro, quien llegó a pedir la nulidad del allanamiento a Canteros, pero ignoró, en cambio, la solicitud del defensor oficial Alejandro Arguilea de que se investigue penalmente a los funcionarios policiales que participaron del allanamiento por la posible comisión de delitos de acción pública. Arguilea había definido el caso como un “exasperante circo mediático y político”.
De los 15 allanamientos realizados en el marco del operativo, cuatro correspondían a domicilios vinculados a Canteros: la casa de los padres, una oficina que usaba como lugar de trabajo, un lavadero de autos y la quinta donde finalmente se lo detuvo. Junto a los medios apostados en el lugar estaba, entre otros funcionarios, el entonces subsecretario de planificación e inteligencia criminal del Ministerio de Seguridad bonaerense, Vicente Ventura Barreiro.
En ese sentido, el fallo de la Justicia señaló “irregularidades notorias” para lograr la atención de los medios como el traslado de los detenidos con las caras descubiertas y el permiso de los policías a los periodistas para moverse con libertad en la propiedad y hasta maniobrar el material secuestrado.
La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) fue veedora del juicio y acompañó el requerimiento del defensor oficial para investigar a los policías que participaron del allanamiento, en especial, a los oficiales Ariel López y Raúl Gómez quienes, según la declaración de Canteros, le pidieron dinero para no llevarse detenida a su novia.
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