Siete años del femicidio de Marisol Oyhanart: un examante en la mira, policías acusados de encubrimiento y ningún avance en la causa
La maestra jardinera, de 38 años y madre de tres hijos, fue secuestrada y asesinada en Saladillo; la investigación tuvo flagrantes irregularidades; desaparecieron el celular y una calza de la víctima, claves para esclarecer el caso
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Para un grupo de detectives del Gabinete de Homicidios de la Dirección de Investigaciones de La Plata, Marisol Oyhanart fue asesinada por un empresario agropecuario propietario de campos en Saladillo y Bolívar, examante de la víctima. Los policías llegaron a esta conclusión después de revisar las pruebas incorporadas en el expediente que se instruye por el femicidio de la maestra jardinera, de 38 años, asesinada el 14 de abril de 2014, en Saladillo.
A pesar del informe realizado por los investigadores, ese empresario nunca fue imputado formalmente en el expediente ni citado para declarar como acusado.
A siete años del femicidio los investigadores nunca pudieron encontrar las zapatillas y desaparecieron las calzas de la víctima. La incorporación en el sumario de esa pieza de ropa clave para la pesquisa quedó certificada con fotos y actas, pero la prenda fue robada en el trayecto entre la Asesoría Pericial de La Plata y la comisaría de Saladillo.
Tampoco apareció el celular de Marisol. El teléfono era un regalo que su esposo, Sergio Rachit, le había hecho el 14 de noviembre de 2013. Según fuentes de la investigación, el celular habría estado en poder de uno de los policías de la comisaría de Saladillo que colaboró con el encubrimiento. El autor del femicidio habría pagado una importante suma dinero al uniformado a cambio del teléfono. De esa forma, el sospechoso se quedó con un elemento que lo podía comprometer en el asesinato y que probaría su relación con la víctima. Debido a que nunca fue imputado formalmente en el expediente, LA NACION mantendrá la identidad del examante de la víctima en reserva.
La autopsia determinó que Marisol fue torturada y que no la mataron cerca de las 16.30, cuando fue vista con vida por última vez. La tuvieron cautiva, en un lugar que nunca se determinó, y la asesinaron. El femicida puso en evidencia su perfil sádico, al quemar a la víctima con el encendedor de un automóvil; esa quemadura quedó marcada en la calza y en la piel de Marisol. Pero la calza, que hubiera permitido a los peritos determinar la clase de vehículo al que correspondía el encendedor utilizado para torturar a la maestra jardinera, desapareció.
La ausencia de ambas pruebas quedó al descubierto en el acta de apertura de efectos realizada el 14 de septiembre de 2014, cinco meses después del crimen.
Aunque existen pruebas contundentes del encubrimiento policial, ninguno de los representantes del Ministerio Público de La Plata -con jurisdicción en Saladillo- que tuvo a cargo el expediente fijó una fecha para indagar a los uniformados.
Un informe realizado por técnicos del Departamento Técnico de la Asesoría Pericial de La Plata confirmó que fueron borradas las imágenes grabadas por una cámara de seguridad instalada en la esquina de Saavedra e Irigoyen, en Saladillo, que había registrado el paso de la maestra jardinera y del automóvil en el que la siguieron. Según consta en la causa, los archivos de la cámara de videovigilancia fueron borrados por un grupo de policías bonaerenses que se desempeñaban en la comisaría local, que retiraron el disco rígido de la computadora donde se guardaban las imágenes.
El inicio del misterio
Marisol salió a caminar el 14 de abril de 2014, minutos después de las 15.30. Su desaparición fue denunciada dos horas más tarde, cuando no concurrió al jardín de infantes a retirar al menor de sus tres hijos. A partir de ese momento, familiares, amigos de la maestra jardinera, policías, bomberos, personal de Defensa Civil de la municipalidad de Saladillo y vecinos comenzaron la búsqueda de la mujer.
Dos testigos que realizaban una actividad física por Irigoyen recordaron haber visto a Marisol a las 16.30. La cámara de seguridad instalada en un inmueble de Irigoyen y Saavedra debería haber registrado los últimos pasos de Marisol con vida. A menos que alguien confiese, nunca se sabrá a quién pertenecía el auto en el que supuestamente seguían a la maestra jardinera y que los mencionados testigos recordaron haber visto en la zona porque los registros de imágenes fueron borrados en la comisaría de Saladillo. Así, se perdió una pista clave para saber quién seguía a Marisol cuando salió de su casa el día que la secuestraron y la mataron.
Según un informe realizado en la Procuración bonaerense, se borraron cinco archivos del disco rígido Seagate Barracuda de 500 GB, tipo SATA, que se envió a revisar a esa dependencia.
Dicho disco rígido, según consta en el expediente, corresponde a la computadora en la que se grababan las imágenes de la cámara de seguridad instalada en el taller de chapa y pintura El Chispa. La dueña del taller afirmó ante la Justicia que le entregó la computadora a un oficial principal de la comisaría de Saladillo. Según la testigo, el policía retiró el disco rígido veinte días después del homicidio de Marisol sin presentar ninguna orden judicial.
De forma irregular, y sin que se consignara en ningún registro, uno de los siete policías acusados de encubrimiento le devolvió la computadora a la propietaria del taller. Actualmente, el policía que retiró la computadora, según consignó la testigo, se desempeña como comisario y sigue en la policía bonaerense.
En siete años nada se avanzó en el expediente 06-00-019484, en el que aparecen siete policías de Saladillo acusados de encubrimiento agravado por ser funcionarios públicos.
Tampoco hubo resultados en el sumario 06-01-000695-14, en el que se investiga el femicidio de Marisol. Según las declaraciones de varios testigos, el empresario agropecuario bajo velada sospecha tenía una relación sentimental con la maestra jardinera y vínculos con los policías acusados de encubrir el asesinato, que incluyen llamados realizados el día del crimen.
El cadáver de Marisol fue encontrado al costado de una tapera, a pocos metros de la calle Juan Manuel de Rosas, un camino que algunos habitantes de Saladillo utilizan para realizar actividad aeróbica. Sugestivamente, el lugar había sido rastrillado en dos oportunidades por la policía el día anterior.
Los marcadores colocados por los peritos indicaron el hallazgo de un goteo de sangre gravitacional. Esto significa que cuerpo estaba levantado, como si alguien lo hubiera cargado y lo dejó en el lugar donde fue encontrado al día siguiente de la desaparición. Este elemento indica que aquella tapera fue la escena secundaria del femicidio: Marisol fue asesinada en otro lugar y el cadáver fue llevado hasta el sitio donde fue hallado el 15 de abril, minutos después de las 8.30. Los investigadores presumen que el cuerpo fue colocado en el lugar entre las 4, cuando siete policías de la comisaría de Saladillo suspendieron la búsqueda, y las 8, cuando se reanudaron los rastrillajes.
Los abogados Pablo Hawlena Gianotti y Walter Vaccarini, que representan al esposo de Marisol, presentaron una serie de denuncias contra los policías y funcionarios judiciales por la desaparición de las pruebas, pero los expedientes nunca avanzaron. Tanto los siete policías bonaerenses que encubrieron el asesinato de la maestra jardinera como el femicida nunca fueron detenidos.
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