Sicarios ejecutaron dentro de su casa a un exjefe de la barra de Newell’s
Sospechan que Los Monos tienen bajo control la hinchada de uno de los principales clubes rosarinos
- 8 minutos de lectura'
ROSARIO.-Cuatro hombres armados entraron a la medianoche del viernes en la casa de un exjefe de la barra brava de Newell’s en Rosario y lo ejecutaron delante de su familia. Fue el tercer homicidio que se produjo en menos de 24 horas, dos días después de que unas 8000 personas se manifestaran en el norte de esta ciudad para reclamar seguridad, tras el asesinato en un robo del arquitecto Joaquín Pérez, de 34 años, caso por el que fueron detenidos dos sospechosos.
La crisis de seguridad y el recrudecimiento de la violencia en Rosario provocó 189 homicidios en lo que va del año, un escenario que obligó a que el gobierno enviara hace diez días 575 gendarmes para tratar de aplacar la ola de crímenes. A la par de ese barra, fueron asesinados Nahuel Alejandro Maradona y Angela Susana Oviedo, dos crímenes con el sello de los sicarios. El joven, de 20 años, fue perseguido mientras circulaba en su moto y, una vez que fue derribado, los asesinos lo ejecutaron en el piso. La mujer, de 40, recibió una mortal ráfaga de balas cuando estaba frente a su vivienda.
El barrabrava ejecutado en las últimas horas es Nelsón Saravia, un hombre que lideró la barra de Newell’s por un tiempo luego de que fuera detenido el jefe de la hinchada Diego Ochoa, alias Panadero. Saravia fue baleado en 2016 y hace menos de un mes su casa fue blanco de un ataque a tiros, pero esta vez las balas acabaron con su vida dentro de su casa en San Nicolás al 3700, en barrio Alvear. “Lo andaban buscando desde hace tiempo”, señaló una fuente policial.
Fuentes del Ministerio de Seguridad santafesino señalaron a LA NACION que el crimen de Saravia se inscribiría en “una guerra” dentro de la barra de Newell’s, que actualmente está dominada por la banda de Los Monos, a través de tres sectores que reciben órdenes de Máximo Ariel Cantero, alias Guille, desde el penal federal de Marcos Paz.
El 13 de setiembre pasado fue baleado el frente de la casa del hermano del entonces vicepresidente de Newell’s Cristian D’Amico, candidato a la presidencia que perdió una semana después frente al actual titular de ese club Ignacio Astore.
Diez días después del ataque contra el hermano de Damico, el Ministerio de Seguridad de Santa Fe llevó adelante un operativo dentro del estadio donde demolieron un búnker que estaba en poder de la barra. Era un lugar con alarmas de seguridad y varias puertas blindadas a la que sólo podían acceder referentes de la hinchada. “Queremos a los violentos lejos de los estadios rosarinos”, afirmó el subsecretario de Seguridad Preventiva, Diego Llumá.
La violencia extrema en torno a la barra de Newell’s está ligada de manera estrecha al mundo criminal que administra el narcotráfico. La llegada de Los Monos a Newell’s dejó solamente sangre. Hay temor de que los reacomodamientos políticos activen el sicariato para solucionar las tensiones internas en la barra, como ocurrió en 2016, cuando se produjeron cinco crímenes.
Ese año D’Amico fue baleado cuando iba en su camioneta junto a su hijo de diez años. Le dispararon más de una decena balas pero ninguna hirió a él ni al niño, que había ido a practicar al predio de Malvinas. Otro dirigente del club, Claudio “Tiki” Martínez, había sufrido dos ataques a balazos en su departamento del centro de Rosario. Martínez, que era uno de los vicepresidentes, se alejó de la conducción política de Newell’s.
Uno de estos grupos que regentea Cantero fue el que atentó contra la casa del hermano de Cristian D’Amico, postulante, junto a José Luis Conde, por el Frente Rojinegro. La investigación apunta a que este ataque estuvo organizado por un hombre que tiene un extenso historial delictivo: Brian Sprío, alias “Pescadito”.
Este hombre fue condenado a 28 años de prisión por haber participado en el triple crimen de Villa Moreno, una masacre contra un grupo de chicos ajenos al mundo del narcotráfico que se produjo el 1º de enero de 2012. En agosto de 2015, dos años después de ser sentenciado, Sprío salió en libertad tras ser absuelto por el beneficio de la duda. En ese momento, según señalaron fuentes policiales, Sprío comenzó a hacer pie en la barra de Newell’s.
En los últimos meses se alió con un hombre apodado “Ojito”, que según fuentes del Ministerio de Seguridad es oriundo de Villa Gobernador Gálvez, donde maneja una red de búnkeres de venta de droga.
Sprío mantiene contacto fluido con Cantero. El cabecilla narco también da órdenes a otros integrantes de este sector que están presos en la cárcel de Piñero, a 25 kilómetros de Rosario, como Daniel Delgado, alias Teletubi, sentenciado a 21 años de prisión. Delgado fue juzgado junto a Cantero por haber organizado 14 ataques a residencias de jueces y edificios judiciales desde 2018. Recibió una pena de 12 años de prisión por esas intimidaciones, mientras que Cantero sumó 22 años de condena por ese caso. También está preso otro que comulga con esta facción, Leandro Vinardo, conocido como Pollo, condenado a 13 años por otro asesinato narco. Estar en la cárcel no impide a esos convictos de tramar crímenes y atentados. Las celdas son oficinas del crimen.
A este sector, la conducción de la barra le sirve como una suerte de “marca”, según señala un investigador. Ellos dominan las extorsiones en el centro de Rosario, donde todos los viernes recorren cuevas financieras de la city rosarina para cobrar un “impuesto” paralelo a la venta de dólar blue, a la vieja usanza de la mafia napolitana. También realizan aprietes a dirigentes sindicales, como ocurrió con el gremio de los peones de taxis: en una causa judicial se detectó que Horacio Boix, ex secretario general de esa entidad, pagó a miembros de ese grupo satélite de Los Monos para que atentara contra seis dirigentes de una lista contraria.
Como consecuencia de la crisis de la pandemia, se apartó del primer plano de la barra de Newell’s uno de los testaferros del líder de Los Monos: Aldo Sosa, conocido como Gatito Chemea, un empleado de planta permanente de la Defensoría del Pueblo de Santa Fe, según confirmó LA NACION. La otra facción, liderada por Sprío y Ojito, hizo pintadas en el centro de Rosario en las que se ligaba a Sosa con el vicepresidente D’Amico. “No a la presidencia narco-Chemea”, decían los grafiti.
Sosa, de 48 años, cobra 180.000 pesos mensuales como empleado del estado santafesino, al que ingresó hace 30 años como ordenanza. En mayo pasado su casa, ubicada en Arijón 590 bis, de la zona sur de Rosario, fue allanada y él quedó detenido durante unas horas. Tiene relación directa con Cantero.
El fiscal Matías Edery ordenó allanar el domicilio en busca de documentación, especialmente para encontrar los teléfonos usados por Sosa, sospechoso de tener relación con el crimen de un exjefe de la barra de Newells y narco, Marcelo Medrano, que fue ejecutado el año pasado.
Según el expediente que tramitó el juez federal Marcelo Bailaque, Sosa aparece en los registros como propietario de 90 por ciento de un BMW 120D que usaba Cantero cuando estaba en libertad. El mismo porcentaje posee en una embarcación, La Venenosa, que fue adquirida por el mandamás de Los Monos. Y figura como accionista del barco El Pajarito –nombre en honor a Claudio Cantero, alias “Pájaro”– que ambos habrían adquirido en 2012, entre otros vehículos.
Cuando la policía allanó su casa en 2015 encontró, según declaró Sosa el 25 de abril de 2019, “alrededor de 200 y pico de boletos de compraventa de automotores”. “Ésos son todos los vehículos que yo fui comprando y vendiendo. Yo tengo trabajo, soy empleado de la Defensoría del Pueblo de Santa Fe con una antigüedad de 28 años y tengo un sueldo de 75.000 pesos mensuales [hoy, aquellos 180.000], más aguinaldo, más créditos del Banco de Santa Fe que he sacado. Con eso justifico las operaciones”, afirmó. El juez le creyó.
El tercer sector en pugna es el que encabeza Matías Pera, otro ex convicto, que fue condenado a cinco años de cárcel por haber atacado a balazos un bar de la zona oeste de Rosario. Este hombre rubio, de cuerpo tatuado y marcado por su trabajo en el gimnasio, maneja la zona de los “parrilleros” del club del Parque de la Independencia. Pera se presenta como el único que puede garantizar la paz en el club. Sin embargo, los hinchas tienen fresca aún la imagen de cuando este hombre de 39 años sacó en 2010 a trompadas de la tribuna al entonces jefe de la barra Diego Ochoa, alias Panadero, hoy preso por haber ordenado el crimen del histórico cabecilla de la barra Roberto Pimpi Caminos. Pera también tiene el aval de, y contacto con, el líder de Los Monos. Hace dos semanas hubo una reunión en un bar en el centro de Rosario de hinchas de ese sector, que mantuvieron una comunicación por videollamada con Cantero, pese a que éste está preso en Marcos Paz.
Otras noticias de Rosario
Más leídas de Seguridad
Todos chilenos. Fueron expulsados cinco delincuentes que hacían entraderas en la Ciudad
“Me quiso matar como a un animal”. El estremecedor relato de la mujer apuñalada 28 veces por su expareja en Núñez
Siete de cada diez robos de autos en Buenos Aires son cometidos con armas de fuego
ADN del crimen. La búsqueda de Loan termina en silencio y sin pistas sobre el destino del chico desaparecido en Corrientes