Sicariato narco. Rosario vivió el semestre más sangriento de la historia: 151 crímenes en lo que va del año
Solo en los primeros seis meses se acumularon 139 crímenes; en abril hubo 35 casos, más de uno por día; el 86% fue ejecutado con disparos de arma de fuego
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ROSARIO. Esta ciudad enfrenta el año más violento como consecuencia de los crímenes que tienen como raíz las ejecuciones narco. En el primer semestre del año se cometieron 139 asesinatos, de los cuales en el 86 por ciento de los casos se usaron armas de fuego. A esta cantidad de crímenes hay que sumarle 14 homicidios que se concretaron durante este mes, tres de ellos en las últimas 24 horas, que suman un total de 151 en lo que va de este año.
La cantidad de crímenes en este primer semestre de 2022 superó el registro más alto que existía hasta el momento, que era de 2014, cuando se produjeron en el departamento Rosario 135 crímenes en ese periodo, en un año marcado por lo que se llamó el estallido de la guerra narco, que había comenzado en 2013 –se cometieron 271 homicidios–, cuando se produjeron asesinatos emblemáticos de líderes narco, como el de Claudio Cantero, alias Pájaro, el líder de Los Monos, y el empresario narco Luis Medina.
El mes más violento del año fue abril, cuando se cometieron 35 homicidios, en un contexto marcado por los crímenes por encargo y las llamadas “balaceras”, ataques donde se usan una gran cantidad de disparos para instaurar el terror con el objetivo de luego extorsionar a las víctimas.
El sicario armado y en moto, en su mayoría joven, es el actor principal de las ejecuciones. Quienes ordenan los crímenes, la mayoría desde la cárcel, donde están alojados los líderes de las bandas narco, pagan entre 30.000 y 100.000 pesos, como señalan decenas de investigaciones judiciales.
En los mensajes de los celulares que se secuestran en las investigaciones aparece ese rasgo característico de un mercado de la muerte rústico y degradado a nivel económico. En una imputación que realizó la fiscal Valeria Haurigot hace dos semanas se trasluce cómo se mueve este tipo de sicarios. Bruno Gabriel P., de 24 años, que quedó detenido, fue convocado casi de forma diaria para realizar “trabajos” para bandas, como la de Alan Funes, preso actualmente en el penal de Ezeiza.
En esa causa aparecen dos sicarios jóvenes que se llaman Matías A. y Lucas O., quienes en los intercambios de mensajes por WhatsAap dan indicios a lo que se dedican. Lucas le cuenta a su colega que lo mandaron a hacer “a la Rosarito. Me mandó a hacerla boleta Alan”, quien sería Funes.
El joven sicario cuenta que no fue a matar a la mujer porque el narco le quería “pagar poco”. Él le pidió “80 palos”, de según señala la causa. Él requería más dinero por el riesgo que podría representar la condena de matar a una mujer.
“No me quería pagar lo que yo quería, y no le pedí mucho, le pedí ochenta palos porque es un femicidio”, le contó Lucas de manera descarnada al otro sicario, que le confesó que al final su jefe “aflojó”. El amigo sicario le recomienda que se cuide. “Le voy a decir a Cande que te pase un par de guantes, así hacés las cosas bien, limpiás las cosas con alcohol y todo”, advierte.
El diálogo descarnado entre los dos sicarios revela cómo se encadena el negocio del sicariato a la violencia cotidiana que golpea Rosario. En las últimas horas se cometieron dos crímenes con el sello del narco y un tercero que se investiga si está vinculado a este tipo de tramas. Los cuerpos de dos personas aparecieron baleadas en la zona sur y oeste de la ciudad.
Un hombre de 43 años fue encontrado baleado en Spiro al 300 bis, donde personal de investigaciones encontró al menos veinte vainas servidas. Trascendió que la víctima fatal tendría múltiples heridas en el cuerpo, que le provocaron la muerte. Los atacantes habrían disparado desde un auto.
Casi al mismo tiempo ocurrió otro asesinato, en Juan Pablo II al 2400, a menos de cien metros de Circunvalación y 27 de Febrero, en el oeste de Rosario. Allí fue baleado un hombre de 46 años y la policía incautó tres vainas servidas.
Un tercer crimen se produjo en la zona céntrica de Rosario, en San Lorenzo y Avellaneda, donde un motociclista murió tras chocar contra un colectivo. Se pensó que era un accidente automovilístico, pero luego los peritos descubrieron que tenía una herida de bala en el hombro. Se sospecha que la víctima venía escapando de los agresores o iba a un hospital.
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