Seguridad pública: después de 13 años de polémica, las pistolas Taser llegaron a las calles
Unidades de la Policía de la Ciudad portan desde hoy las armas de descarga eléctrica
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Hace 13 años se inició una polémica que tuvo más tironeo político que sustento legal, técnico y práctico. Por entonces, Eugenio Burzaco estaba al frente de la Policía Metropolitana y lanzó la propuesta de comprar cinco pistolas de descarga eléctrica Taser, un arma que ya formaba parte de las herramientas básicas de decenas de fuerzas de seguridad en el mundo. En ese momento las autoridades porteñas asumían por primera vez responsabilidades en la protección pública, en convivencia con las unidades de la Policía Federal y la Casa Rosada no veía con agrado esa experiencia. Las Taser fueron elegidas como punto de choque. A los encendidos debates le siguió la disputa judicial que favoreció la posición de la ciudad. Aparecieron prohibiciones a la importación decididas por el Gobierno y nuevos reclamos en tribunales. Y finalmente esas armas de baja letalidad están desde hoy en las calles. Trece años después la incorporación de las Taser como herramienta policial fue presentada por Burzaco, ahora en su rol de ministro de Justicia y Seguridad porteño, que tiene a cargo a la Policía de la Ciudad, la fuerza que nació a partir de esa policía metropolitana.
Las primeras 60 pistolas Taser estarán en manos de uniformados desplegados en estaciones de subterráneo, de la División de Intervenciones Rápidas (DIR) y de la División de Operaciones Metropolitanas (DOEM). El gobierno porteño anticipó su decisión de adquirir otras 30 unidades.
“El objetivo es dotar de mas herramientas a nuestros policías para la reducción y detención de personas que atacan con elementos cortantes, y de esa manera contener a la persona sin peligro para ella o terceros. Se va a trabajar en binomios un oficial disparará y el otro oficial tendrá la tarea de reducir al agresor que es la mecánica que se utiliza en todo el mundo y hemos traído acá”, explicó Burzaco al presentar la implementación de la portación de las Taser.
Quienes conocen el pensamiento del ministro saben que considera al uso de armas no letales, no solo a las Taser, como el futuro de las fuerzas de seguridad, con capacitaciones para que los agentes puedan diferenciar en qué momento deben usar una u otra herramienta, incluida la pistola 9mm.
El gobierno de la ciudad o avanza ahora en la compra de 500 unidades que disparan proyectiles cinéticos o químicos. Se trata de dispositivos de seguridad personal compactos, calibre .68, no letales, alimentados por gas y rellenos de una mezcla de polvos irritantes en dos cargadores. Además de gas pimienta, estas armas pueden disparar municiones de goma o de pintura. Así lo anunció a comienzos de este mes el Jefe de Gabinete de la Ciudad, Felipe Miguel, en su informe de gestión a la Legislatura porteña.
El municipio de Lanús había informado en abril pasado que sus equipos de Seguridad Ciudadana y la Patrulla de Reacción Rápida -formados por policías bonaerenses y agentes municipales- contarán en su armamento individual con esas armas de incapacitación momentánea. La referencia a la decisión adoptada por esa intendencia es válida aquí porque antes, al igual que otros distritos en manos de la oposición, había intentado colaborar con la fuerza de seguridad provincial mediante la compra de pistolas Taser. Incluso se habían aprobado ordenanzas para facilitar esas adquisiciones. Pero la gobernación bloqueó esas propuestas en 2020 al definir que no aceptaría esa ayuda, pese a que el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, siempre apoyó el uso de las Taser.
Más que un tema práctico, en ese caso también aparece el condicionamiento político surgido desde esa polémica inicial de 2010. Esa controversia siguió hasta marzo pasado, cuando la Casa Rosada finalmente dio luz verde a la Agencia Nacional de Materiales Controlados (Anmac) para que habilite la importación de las pistolas Taser compradas por el gobierno porteño. No fue un gesto amistoso, sino que llegó después de que el juez federal en lo contencioso administrativo Walter Correa intimase al Gobierno nacional a resolver el pedido de la administración porteña para avanzar con el proceso de importación de las Taser.
La intención del gobierno porteño al dotar a la Policía de la Ciudad de esta arma de descarga eléctrica es permitir que los uniformados tengan una herramienta adicional para actuar en situaciones en los que el uso de la pistola 9mm sea una respuesta desproporcionada y la utilización solo de la tonfa represente un evidente riesgo para el agente.
Las pistolas Taser disparan dardos guiados por cable que durante cinco segundos generan una descarga eléctrica de 400 volts y bajo amperaje con la capacidad de inmovilizar durante uno o dos minutos el cuerpo del potencial agresor. Los agentes que la utilicen tendrán incorporado un sistema de cámara corporal con su correspondiente montaje que servirá para tomar imágenes del uso de las Taser. Este sistema se enciende cuando se desenfunda el arma y permite un seguimiento de cada utilización. Las imágenes son posteriormente descargadas por medio de un software que asegura la custodia de las imágenes que registran las cámaras corporales.
Esa filmación del uso de las Taser brindará a la Justicia la capacidad de evaluar la respuesta del policía frente a la situación que llevase a desenfundar la pistola.
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