Sectas. La desesperanza y el vacío existencial, el terreno en el que el líder carismático logra captar a personas vulnerables
Bajo influencias de tipo místico o religioso, sujetos de características sociopáticas son capaces de manipular a individuos influenciables y necesitados de creer en algo, que buscan la protección y la aceptación del grupo aunque el costo sea la obediencia y la sumisión
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Desde tiempos inmemoriales, y con diferentes propósitos, han existido organizaciones de personas con un perfil de funcionamiento en un nivel mayormente oculto al gran público y lejos de la propaganda o difusión de sus actividades. El problema radica en determinadas organizaciones que, a lo largo del tiempo, mantienen características inmutables: un líder o una líder fuertemente carismática, de gran presencia personal, bajo una influencia de tipo místico o religioso, del que emana un poder tan fuerte como indiscutible.
En su entorno hay colaboradores cercanos que reclutan personas para integrarse a estas organizaciones, personas que también reúnen un perfil específico: sufren diversos padecimientos mentales, como trastornos de personalidad variados, son especialmente vulnerables emocionalmente y provienen de núcleos familiares desintegrados y con escasa cohesión, y con indicadores de desesperanza y vacío existencial.
Entonces, sus reclutadores, con un discurso preparado, los integran a una nueva experiencia, para la cual deben cumplir con obediencia y sumisión casi ciega lo que se les indica a cambio de un supuesto confort y protección que el líder les dedicará, lo que incluye todo tipo de sumisión, tanto conductual, económica, al punto de ceder todos sus bienes a la organización y trabajar gratuitamente para ella, y también en muchos casos sumisión sexual.
En esta convocatoria, grupos familiares enteros son sometidos bajo esta situación, y son de nivel económico variable, porque con el discurso reiterado del amo todo está razonablemente previsto si la obediencia y sumisión son absolutas, reduciendo el vínculo a una relación amo/esclavo.
¿Cómo es posible, en pleno siglo XXI, la existencia de tales organizaciones? Bien, la primera respuesta es que para determinadas personas, lo prioritario en sus vidas es creer en algo, y si en esta creencia se les promete amor y protección frente a un mundo que perciben amenazador y violento, la conclusión es obvia: suben a ese proyecto y el costo parece secundario.
En las evaluaciones psiquiátrico-forenses, cuando se evalúa a las personas tenidas en esta especie de cautiverio, no se trata mayormente de afectados gravemente enfermos, sino precisamente de personalidades vulnerables y de débil constitución, que son las víctimas predilectas de esto que es un clásico Síndrome de Estocolmo reproducido a escala.
En todo el planeta, y en nuestro país también, bajo el influjo de ciertas prácticas de algunas organizaciones pseudoreligiosas, siguen presentándose individuos con características sociopáticas capaces de manipular y hacer sufrir al prójimo a niveles inconmensurables, y dado esto, es menester tomar conocimiento de que esto es una actividad con características, en algunos casos, claramente criminal y lamentablemente, muy actual.
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