“Saña y crueldad”: los detalles del plan criminal del actor que atacó a puñaladas a su expareja en Núñez
El Ministerio Público Fiscal presentó el pedido para que Sergio Sarria sea juzgado por el delito de homicidio agravado por haberse cometido con ensañamiento y en un contexto de violencia de género, en grado de tentativa; la víctima se salvó milagrosamente
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Claudio Sarria, acusado de homicidio agravado por haberse cometido con ensañamiento y en un contexto de violencia de género en grado de tentativa, planeó “hacer sufrir a su víctima de un modo cruel, causándole en forma deliberada un dolor desmesurado”. Se trata del actor que el 18 de noviembre pasado atacó a puñaladas en una pizzería de Núñez a su expareja y madre de su hija, a la que le provocó 30 lesiones en la cara y en otras partes “vitales del cuerpo”.
La víctima, A. B., se salvó milagrosamente. Sarria, de 40 años, ahora está cerca de ser juzgado por el intento de femicidio. En los últimos días, la Fiscalía de Distrito de Núñez-Saavedra, a cargo del fiscal José María Campagnoli, presentó ante la jueza nacional en lo Criminal y Correccional Carina Rodríguez el requerimiento de elevación a juicio.
“El imputado buscó, en su plan homicida, hacer sufrir a su víctima de un modo cruel, causándole en forma deliberada un dolor desmesurado. Según el informe del Cuerpo Médico Forense (CMF), la víctima tenía más de treinta lesiones en la cara y en distintas zonas vitales del cuerpo cuyo origen y cantidad son fundamento objetivo de la saña y crueldad con la que el agresor intentó dar muerte a A. B.”, reza el requerimiento de elevación a juicio, al que tuvo acceso LA NACION.
El brutal ataque ocurrió a las 20.31 del 18 de noviembre pasado en la pizzería Big Pizza situada en Quesada y la avenida Cabildo, en Núñez, el lugar de trabajo de A. B., y fue filmado por una cámara de seguridad interna del local gastronómico. Tras el ataque, Sarria intentó suicidarse.
Víctima y victimario fueron pareja durante 23 años. Tienen una hija. “Mi papá fue violento toda la vida, viene de un linaje violento, mi bisabuelo lo era y mi abuelo lo es. Entonces, lo que es violencia yo lo vivo desde muy chica. La primera vez que yo presencié un golpe de mi papá a mi mamá fue en épocas de elecciones, creo que las ganó [Mauricio] Macri ese año, me acuerdo de que mi papá le rompió la nariz a mi mamá. Él da miedo, y sobre todo cuando se enoja, grita, da golpes, rompe cosas, da miedo mi papá”, sostuvo la joven al declarar como testigo.
Como se dijo, el ataque ocurrió el 18 de noviembre pasado. Sarria llegó a la pizzería “empuñando una tijera plegable junto a un juego de llaves en la mano derecha”. Le preguntó a un empleado si podía hablar con A. B. y, ante la respuesta negativa, saltó el mostrador y le roció con gas pimienta el rostro.
Al ver la situación, la expareja del actor intentó escapar, pero no pudo. Sarria la agarró del cuello, le arrojó más gas pimienta y comenzó a golpearla hasta arrinconarla en el piso.
“En esas circunstancias, Sarria tomó una cuchilla que había dentro del local. Se acercó nuevamente a A. B. y comenzó a asestarle, sin detenerse, reiteradas y violentas cuchilladas en distintas partes del cuerpo con el arma que había tomado del local”, según consta en el expediente judicial.
El compañero de trabajo de la víctima y un supermercadista vecino intentaron frenar el ataque. Primero le arrojaron una bandeja de aluminio, luego un palo y después un taburete. “A pesar de ello, Sarria continuaba asestándole cuchilladas a la víctima, que permanecía en el suelo e intentaba protegerse con sus brazos”, se explicó en el requerimiento de elevación a juicio.
A. B. salvó su vida cuando el supermercadista ingresó en la pizzería con una barra de hierro que le había alcanzado un vecino y logró que el actor detuviera el ataque. La víctima logró escapar. En ese momento, llegó el personal de la Policía de la Ciudad. Cuando los uniformados intentaron detener a Sarria, el agresor tomó un cuchillo tipo Tramontina y, después de gritar “mi hija no me quiere, me voy a matar”, comenzó a realizarse cortes en el cuello hasta desvanecerse.
“La cantidad de lesiones son prueba de la saña con la que el agresor fustigó a la víctima, pero deben mencionarse especialmente aquellas concretadas en zonas vitales de su cuerpo –cuello, tórax y abdomen–, circunstancia que pone en evidencia su voluntad homicida”, sostuvo el representante del Ministerio Público Fiscal en el requerimiento de elevación a juicio.
Víctima y victimario estuvieron internados en el Hospital Pirovano, donde recibieron atención de urgencia por las múltiples heridas de arma blanca.
“Apareció de la nada en el mostrador. Cuando lo vi quedé petrificada. Yo siempre tuve la sensación de que podía llegar a aparecer para pegarme una paliza, porque sé de lo que es capaz, pero jamás pensé que iba a aparecer así. Me empezó a atacar con algo que yo creo que era una navaja. Me hizo caer al piso, y ahí en el piso me empezó a atacar, primero me dio muchos puntazos en el lado izquierdo del cuerpo, donde tengo todas las heridas. Yo calculo que después de eso vio que no me estaba lastimando, entonces ahí es que agarró el cuchillo de carnicero, muy grande, que tenía yo en mi estación de trabajo, que gracias a Dios no estaba afilado; yo con ese cuchillo pongo la muzzarella y corto la pizza, entonces no necesito que tenga mucho filo. En ese momento, antes de cambiar de la navaja al cuchillo de carnicero, me miró fijo, yo tirada en el piso, y me pegó una piña en el medio de la nariz que me dejó los huesitos de la nariz rotos, aunque no está desviada. Y bueno, ahí fue que cambió de cuchillo y comenzó a intentar apuñalarme; lo usó como si fuera un machete, me pegó de costado”, recordó la víctima cuando pudo declarar ante los funcionarios judiciales.
Para la fiscalía, según surge del requerimiento de elevación a juicio, el intento de homicidio “tuvo un contexto que agravó severamente el hecho y permite concluir que, en realidad, se trató de un intento de femicidio”.
“Resulta trascendental el análisis del detallado relato brindado por la propia víctima sobre la relación violenta y abusiva que mantuvo con Sarria durante 23 años. Explicó que en numerosas ocasiones el imputado se tornaba muy violento contra de ella, mientras le reprochaba que no lo amaba lo suficiente. Así también señaló que los maltratos se originaban en aquellos momentos en los que ella le hacía algún planteo, a raíz de las infidelidades en las que él incurría o por cuestiones de celos”, se explicó en el requerimiento de elevación a juicio.
A. B. no solo sufrió violencia física. También verbal y psicológica. “Me insultaba con lo que se le viniera en la cabeza, que no soy inteligente, que soy una sucia, me trataba de mediocre por vivir en el kilómetro 30 de González Catán [La Matanza], que no iba a salir nunca de ahí, que no era inteligente como para avanzar a nada”, recordó la mujer. Incluso hubo momentos en que, por celos, Sarria no la dejaba ir a trabajar.
Para los funcionarios judiciales, los testimonios de la víctima, su hija y su actual pareja “relatan con crudeza la existencia de una relación de pareja en la que el imputado ejerció constante violencia de género sobre la damnificada durante años”.
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