Rosario, en shock: Bullrich desembarcó con su operativo antinarco, pero la gente está aterrorizada y no cree
El lunes arrancó como un feriado forzado por el miedo; los comerciantes abrieron con persianas por la mitad; los padres no mandaron a los chicos al colegio y los recolectores no quieren trabajar por temor; también habrá más paros de taxistas y estacioneros
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ROSARIO.- Una ciudad que amaneció al ritmo de un feriado forzado por el miedo, en el que el pulso de las bicicletas se impuso a la falta de transporte público, donde los chicos se quedaron en casa y los grandes todavía no pueden salir del estupor. Así está Rosario, después de un fin de semana raro. Apagado, atrapado por la angustia, el dolor y el shock de las ejecuciones a manos de sicarios, con mensajes mafiosos, donde parece que nadie está a salvo. Hoy, los taxistas y remiseros anunciaron que seguirán sin dar servicio nocturno y las estaciones no cargarán combustible entre la medianoche y las 6 de la mañana. Se trata de un virtual toque de queda en medio del desembarco de las fuerzas federales, con la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, a la cabeza.
Rosario recordará este lunes como un punto de inflexión en esta película de terror que sigue sumando capítulos. Y que obligó a cambiar hábitos. La gente no tiene muchas expectativas con la llegada de más gendarmes y la asistencia de las Fuerzas Armadas. “Hoy había policía en el centro, ahí no están los narcos”, dijo un vecino a LA NACION.
La ministra de Seguridad de Patricia Bullrich consideró, luego de recorrer un barrio de Rosario, que los narcos “han logrado sembrar el terror”. El gobernador Maximiliano Pullaro pidió, por su parte, una modificación del artículo 27 de la Ley de Seguridad Interior para lograr la intervención abierta de las Fuerzas Armadas en conflictos como este. “Son actos claramente terroristas”, explicó.
El domingo a partir de las 10 de la noche las calles de la ciudad quedaron desiertas. La gente se recluyó. Por el centro y los barrios más alejados hubo una situación que siguió casi igual, incluso después de la última semana en la que se produjeron los cuatro asesinatos que conmocionaron a la población: fue casi nula presencia policial en las calles.
Incluso en la estación de servicio Puma, en la zona oeste, donde el sábado a la noche mataron de tres tiros y a sangre fría al playero Bruno Bussanich, esta mañana ni siquiera había policías. Ni como señal para los medios nacionales, que se hacen eco de esta situación cada vez que la situación llega a límites insostenibles. Aunque la estación funcionaba, pocos vehículos entraban a cargar. El bar casi no tenía clientes, una estampa parecida a lo que pasó en muchos comercios ubicados sobre la avenida Mendoza al 7600.
La guerra que los narcos le declararon a los rosarinos logró finalmente modificar la rutina de miles de vecinos. Como pasó con los colegios. El paro de maestros esta vez no fue por mejoras salariales ni edilicias, fue para anticipar una situación que se multiplicó por los grupos de Whatsapp durante el fin de semana: los padres no querían mandar a los chicos al colegio. Esta vez ganó el temor.
El gremio Amsafé, que nuclea a los docentes de escuelas públicas, señaló que el acatamiento fue total. En tanto, desde los establecimientos privados nucleados en Sadop, informaron que casi el 90 por ciento estuvieron cerrados. Los hospitales solo atienden urgencias y en las guardias de los centros de salud más expuestos, los profesionales siguen con ese miedo latente a un ataque sicario durante la madrugada.
La situación en los comercios, tanto barriales como céntricos, fue casi idéntica. Persianas levantadas pero poca gente en su interior. Con la deteriorada situación económica a cuestas, estos días de virtual parálisis obliga a muchos comerciantes a ajustarse aún más el cinturón. “Si seguimos así, no sabemos cómo vamos a pagar los sueldos”, comentó el dueño de un bar ubicado en Rodríguez y 9 de Julio, cerca del parque Independencia.
Incluso el titular de la Asociación Empresaria de Rosario, Ricardo Diab, evaluó hoy que algunos comercios no pudieron abrir por falta de personal, debido al paro de transporte. Y que en algunas zonas, como en el barrio Tiro Suizo, varios dueños se pusieron de acuerdo en mantener las persianas bajas por precaución.
Ante este panorama de “ciudad en pandemia”, tal como lo definen muchos vecinos, tampoco hubo ayer ni esta mañana recolección de residuos. El gremio que agrupa a barrenderos y recolectores, que ya fueron blanco de varios ataques con balaceras (la última en enero pasado), advirtió que ante un nuevo hecho podrían prolongar la medida, aunque la amenaza de tormentas fuertes puede obligarlos a salir a la calle para evitar anegamientos. “Nuestros compañeros se meten en barrios muy peligrosos a cualquier hora y estamos expuestos. Lo denunciamos varias veces ante las autoridades pero no hacen nada”, se quejó el titular del sindicato, Marcelo Andrada.
Los rosarinos descreen de los anuncios
La postal diferente de este lunes fue la presencia policial en el centro de la ciudad. Como un anticipo de la conferencia de prensa que antes del mediodía brindaron los ministros Patricia Bullrich y Luis Petri, junto al gobernador, Maximiliano Pullaro, y el intendente Pablo Javkin, comenzaron a verse efectivos por las calles cercanas a la peatonal Córdoba. Pedían documentación a conductores vehículos, especialmente motos, y se mostraron con otra actitud.
Bullrich dijo esta tarde que el primer contingente será “reducido” pero se irá ampliando con el correr de los días. Bullrich recorrió barrios. Y dijo, antes de oficializar el operativo, que los narcos “han logrado sembrar el terror”.
“Acá no están los narcos y menos a esta hora”, se quejaba una joven que llegó desde barrio Ludueña en bicicleta para trabajar en un restaurant del centro.
El anuncio de los ministros nacionales cayó con escepticismo en el rosarino promedio. En la última década y ante cada escalada de violencia, hubo anuncios de todo tipo para combatir a los narcos. Aunque algunos planes bajados desde la Casa Rosada tuvieron mayores resultados que otros, lo cierto es que esta sociedad que se acostumbró a vivir con la muerte descree de los anuncios y clama por resultados.
La balacera al supermercado de los Roccuzzo, que llegó al mundo
Hace un año, la trama narco que amenaza a los rosarinos llegó a las tapas de los diarios del mundo. Fue luego de una feroz balacera contra un supermercado propiedad de la familia de Antonela Roccuzzo, la esposa de Lionel Messi. En ese entonces, luego de un verano teñido de sangre en las calles por ajuste de cuentas y ataques extorsivos a comercios, el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, dispuso un nuevo refuerzo de efectivos federales. Algo que en el corto plazo volvió a brillar por su ausencia en las calles y, especialmente, en resultados.
La propia Patricia Bullrich anunció durante la campaña electoral que desembarcaría en la ciudad “el día uno”. En diciembre, la ministra lanzó junto al gobernador Pullaro el operativo “Bandera” con un acto en el Monumento. Pese a que no hubo mayor presencia policial ni enfrentamientos con las bandas, desde el Gobierno nacional anunciaron que los homicidios bajaron un 57% en enero, con respecto al mismo mes del año pasado.
La figura del narcoterrorismo todavía no había aparecido en escena. Algo que demuestra que en esta guerra los narcos llevan la delantera.
Las fuerzas federales, que comenzarán a llegar a la ciudad a partir de las 7 de la tarde para formar parte de un operativo de saturación, podrán convertirse en un pequeño respiro para una ciudad que se acostumbró a vivir con el terror. Y que siempre pensó que la guerra entre bandas narcocriminales nunca iba a salpicarla. Mañana será el turno de nuevos contingentes de efectivos nacionales y de los primeros refuerzos de las Fuerzas Armadas, para brindar apoyo logístico.
Por lo pronto, los compañeros de la estación de servicio donde trabajaba Bruno, los colegas de los taxistas Héctor Figueroa y Diego Celentano, y del chofer Marcos Daloia, creen que cualquiera de ellos puede ser el próximo. Que “no queda otra que salir” a trabajar. Y que mañana habrá que mandar a los chicos a la escuela. La guerra está declarada y los inocentes exigen protección.
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