San Isidro: una filmación permitió detener a los ladrones que robaron en la casa de la exCEO de una importante empresa
Los delincuentes formaban parte de una organización criminal que, entre febrero y mayo pasado, protagonizaron más de diez asaltos donde se hicieron de un botín de 123.500 dólares, 6000 euros, $1.355.000, 34 monedas de oro valuadas en US$ 1.530.000, relojes de primeras marcas y joyas
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A las 22.40 del 19 de mayo pasado llegaron a la casaquinta de Benavídez. Estaban distendidos. Satisfechos. Uno de ellos no paraba de reír. La secuencia fue grabada por una cámara de seguridad instalada en la propiedad. Los cinco, una hora y 40 minutos antes, habían robado en una casa en San Isidro, donde vive una exCEO de una importante empresa de asistencia para viajeros, y se habían alzado con un botín de 12.000 dólares, joyas y varios relojes Chopard, Chanel, Rolex y Hublot. Era su undécimo atraco en tres meses. En ese momento, su emprendimiento criminal encadenaba éxitos y parecía no tener límites. Pero sí que los tuvo.
En las últimas horas, tras una exhaustiva investigación, detectives de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de San Isidro de la policía bonaerense arrestaron a los últimos dos integrantes de la temible organización criminal que faltaban atrapar: Federico Andrada, de 29 años, y Antonio Ramírez, de 39. Y la clave para identificarlos fue la filmación de la cámara de seguridad de aquella casaquinta de Tigre donde se reunían tras los robos, y que uno de los presuntos líderes de la banda, Gastón Refatti, alquilaba para fiestas de casamientos y realizar todo tipo de eventos sociales y empresariales.
Andrada y Ramírez se negaron a declarar cuando fueron indagados por Patricio Ferrari, uno de los dos fiscales generales adjuntos de San Isidro, que está a cargo de la investigación. Los otros integrantes de la banda –Refatti, Juan Gabriel Antivero, Walter Araya y Ramón Medina–, quienes había sido detenidos entre fines de mayo y mediados de junio pasado, ya están procesados con prisión preventiva, dictada por la jueza de Garantías Andrea Rodríguez Mentasty.
Todos los asaltos que protagonizó la banda ocurrieron en San Isidro. Hubo robos en casas de Acassuso, Beccar, Las Lomas, La Horqueta y Martínez. Entre febrero y mayo últimos los asaltantes obtuvieron con sus golpes 123.500 dólares, 6000 euros, 1.355.000 pesos, 34 monedas de oro valuadas en US$1.530.000, relojes de primeras marcas y joyas.
El modus operandi se repitió calcado en todos los atracos: los ladrones ingresaban en las propiedades por los fondos, después de acceder por terrenos baldíos u obras en construcción. Generalmente, se encontraban con una puerta o ventana abiertas, pero, si era necesario, las abrían por la fuerza.
Después de irrumpir en las propiedades, los ladrones maniataban a los propietarios con precintos plásticos. Algunas víctimas fueron golpeadas en la cabeza con las culatas de las armas que llevaban los delincuentes. Cuando tenían la situación controlada, a través de un handy le avisaban al “comisario” que todo estaba tranquilo.
Quien recibía los mensajes no era un comisario, sino Refatti, que esperaba a sus cómplices en las cercanías del “objetivo”, en una camioneta 4x4, listo para escapar ante cualquier contratiempo. Pero el embuste sirvió: las víctimas pensaban que la banda tenía complicidad policial.
El 19 de mayo pasado, la noche del robo en la casa de la exCEO, situada en Acassuso, la banda había intentado robar una propiedad en Boulogne. Pero el asalto se frustró porque la dueña del inmueble, al ver a los delincuentes en el parque de su casa, comenzó a gritar y, desde la cocina, activó una cortina metálica que impidió la irrupción de los delincuentes, que decidieron retirarse.
Desde Boulogne, la banda fue directo a Acassuso, donde no tuvo inconvenientes para concretar un nuevo robo, uno de los últimos antes de que los integrantes de la organización criminal comenzaran a ser detenidos. Después se fueron a la casaquinta de Refatti.
Primero cayeron el falso comisario y dos de sus cómplices. Refatti fue identificado por su costumbre de sumar puntos en YPF ServiClub cada vez que cargaba nafta y por un rosario que le había robado a una víctima.
Refatti no ingresaba en las propiedades que eran elegidas tras una inteligencia previa. Él esperaba a sus cómplices en las inmediaciones al volante de una Toyota SW4 negra, camioneta a la que le cambiaban la chapa patente cada vez que ejecutaban un nuevo robo.
Gestos delatores
Al principio fue difícil para los investigadores identificar a los delincuentes: iban vestidos de negro, llevaban sus rostros cubiertos por pasamontañas o barbijos y guantes en las manos, para no dejar huellas.
Aunque sabían que los ladrones llegaban y escapaban en una camioneta Toyota SW4 negra, el rastro de la camioneta solía perderse en el peaje Henry Ford del ramal Campana de la autopista Panamericana.
Según la investigación del fiscal Ferrari y los detectives de la policía bonaerense, las chapa patentes que le colocaban a la camioneta utilizada para llegar y escapar de la escena de los robos eran robadas un día antes de los golpes en la ciudad de Buenos Aires o en Martínez.
Los días de los robos, el falso comisario se dirigía a la casaquinta de Benavídez que alquilaba para eventos y dejaba su teléfono celular para que no se activara en la zona donde ocurrían los atracos.
Refatti no lo supo en ese momento, pero una chapa patente sustraída días antes de uno de los robos en San Isidro estaba vinculada con un sticker utilizado para el pago electrónico de los peajes. Entonces se empezó a buscar esa chapa patente por las distintas zonas después del peaje y su rastro se perdía en Escobar, hasta que se determinó que había entrado a una estación de servicio YPF de la autopista Panamericana y Ruta 25.
“En las filmaciones se pudo observar que si bien el conductor pagaba en efectivo, le firmaba un comprobante al playero. Se trataba del voucher por la carga de puntos del programa ServiClub de YPF. En ese momento, gracias a la carga de puntos, se pudo ponerle nombre y apellido al conductor de la camioneta usada en los robos: Gastón Refatti”, explicó un investigador.
Pero no fue el único error que cometió. Antes de ser detenido fue filmado en una estación de servicio en una de sus camionetas 4x4 cuando colocaba un rosario en el espejo retrovisor. Ese rosario fue secuestrado por la policía cuando lo arrestaron. Se comprobó que pertenecía a una de las víctimas de la banda.
Tras la detención de Refatti y dos de sus cómplices, la investigación continuó para dar con los otros integrantes de la organización criminal. A mediados de junio fue apresado Araya, quien para los investigadores también fue una suerte de organizador o jefe de la banda.
La detención de Araya fue un duro golpe para la organización criminal. Pero restaba identificar y detener a otros dos cómplices.
“Al analizar las imágenes que se pudieron recuperar del robo del 19 de mayo pasado en Acassuso, en la casa de la exCEO de una importante empresa, encontramos similitudes con dos de los sospechosos que aparecían en la filmación que había registrado la cámara de seguridad de la casaquinta de Refatti”, explicó a LA NACION un detective judicial.
Solo faltaba ponerles nombre y apellido a los rostros de aquellas imágenes. Fue solo cuestión de tiempo –en rigor, entrecruzamiento de información y análisis de redes sociales– para saber que esos sospechosos eran Andrada y Ramírez.
“Andrada fue detenido después de una cinematográfica persecución desde Tigre hasta Malvinas Argentinas”, informaron fuentes de la investigación, que también destacaron el trabajo coordinado entre los detectives judiciales y el Ministerio de Seguridad bonaerense, conducido ahora por Javier Alonso.
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