Robo del siglo. Se cumplen 26 años del desfalco que llegó al libro Guinnes de los récords
SANTA FE. El viernes 23 de septiembre de 1994, a las 6.40, Mario Fendrich, subtesorero de la sucursal local del Banco Nación, saludó a su esposa, con la que compartía una vivienda en el barrio Sur de esta capital, y le anunció que después del trabajo se iría a pescar con sus amigos todo el fin de semana, como solía hacerlo, en el Fiat Duna Weekend rojo de su propiedad. Nadie podía imaginar entonces que, con el paso de las horas, Fendrich se convertiría en el protagonista principal del que entonces se conoció como "El robo del siglo".
Oficialmente se dijo que el subtesorero del Nación desapareció con tres millones de pesos y 187.000 dólares, un total de 3.187.000 millones de dólares, en razón de la convertibilidad vigente en este momento. Había dos sacas intactas que contenían otros 2.000.000 de pesos, pero las había dejado. Fendrich se llevó 30 mil billetes de 100 pesos. Con su sueldo, de 1200 pesos, tendría que haber trabajado 222 años para ganar el dinero que robó en un día. Nunca antes una sola persona, sin usar nada de violencia, había obtenido semejante botín.
Aún hoy muchos afirman que el total del dinero robado fue casi el doble del monto que tomó estado público. También se dijo que gran parte del botín pertenecía a capitalistas del juego clandestino que, por ser dinero "en negro", nunca podrían reclamarlo.
En su momento, las encuestas de opinión pública revelaban que la sociedad argentina consideraba a Fendrich un personaje "simpático". También dividía opiniones: para algunos se había convertido en ídolo, para otros era un simple villano.
Juan José Sagardía, tesorero de la sucursal y expulsado de la institución bancaria, opina que "con esa acción, Fendrich perjudicó el prestigio del Banco de la Nación Argentina y afectó a cinco compañeros que quedaron cesantes, sin ser partícipes (un gerente zonal, dos gerentes, un contador y un Tesorero, yo)", según recordó hace horas a LA NACION.
Sagardía, autor del libro $3.200.000, el robo nacional, insistió: "Como experiencia personal me afectó laboralmente, pero gracias a Dios pude realizar una tarea a favor de los compañeros bancarios y otros sectores al fundar una la mutual y una obra social", actualmente con presencia nacional y 215.000 afiliados.
Fendrich estuvo prófugo 109 días. Se entregó el 9 de enero de 1995, el mismo día que el excampeón mundial de boxeo Carlos Monzón –fallecido horas antes en un accidente automovilístico en la Ruta Provincial 1– comenzaba a ser velado en la sede de la Municipalidad local.
El 12 de noviembre de 1996, el Tribunal Oral Federal de Santa Fe lo condenó a ocho años, dos meses y 15 días de prisión por el delito de peculado. El 29 de octubre de 1999, y después de 4 años, 9 meses y 21 días de haber permanecido en la cárcel de Las Flores, al norte de esta capital, Mario Fendrich recuperó la libertad. Inicialmente trabajó en una pequeña empresa familiar que había montado su hijo Federico, dedicada a la colocación de cielorrasos, y posteriormente consiguió la habilitación para abrir una agencia de quinielas.
El 19 de diciembre de 2018 murió en un momento feliz de su vida, durante un paseo por La Habana, Cuba, la ciudad que –según sus amigos– añoraba conocer antes de morir. Primero sufrió un desmayo, luego, el diagnóstico de un ACV, y finalmente un infarto que se lo llevó, junto con sus secretos.
Hubo siempre una duda central: ¿qué hizo con el botín que cuidadosamente retiró aquel viernes a la tarde, hace 26 años, por la puerta lateral del céntrico edificio del Nación?
Las versiones fueron siempre las mismas: que llevó el dinero a Paraguay, que un amigo se lo depositó en Uruguay; que lo traicionaron sus cómplices y, para no perder la vida, debió dejarles la plata. Los más cercanos sostienen que Fendrich fue víctima de una traición de los ideólogos del robo, a los que nunca delató. Otros aseguran que no huyó muy lejos: que permaneció en una casaquinta de Funes, en el Gran Rosario. Todos esos misterios, esas preguntas que requerían respuestas, se fueron a la tumba con él.
Desenlace impensado
Luego de aquel viernes, del que nadie en la ciudad sospechaba lo que había sucedido, pasaron las horas y los días y el hasta entonces "correcto empleado" bancario, nunca apareció. Se pudo establecer que cuando finalizó la labor semanal en el banco, abrió el tesoro con una copia de la llave del gerente, desconectó las alarmas, guardó la plata en una caja de madera y programó el reloj trigonométrico de la puerta de la bóveda para que se abriera cuatro días después, el martes 27 por la mañana. El lunes 26, el tesorero, Juan José Sagardía, que volvía de una licencia porque había participado en un congreso, no pudo abrir el tesoro. Pensó que su reemplazante había cometido un error de cálculos.
Pero a todos les llamó la atención la ausencia del subtesorero, que siempre llegaba a horario y ese día aún no se había presentado a su trabajo. Por eso llamaron a su casa. "Estoy por hacer la denuncia porque todavía no volvió de pescar", dijo angustiada la esposa de Fendrich. La incertidumbre se convirtió en sospecha porque minutos después las autoridades del banco y la Policía Federal intentaron abrir la puerta del tesoro, pero fue imposible. Hubo que esperar un día para que se develara el secreto. El martes el misterio quedó develado: Fendrich se había llevado casi 3.200.000 de dólares, en la época del uno a uno.
En poco tiempo se convirtió en el autor del "Robo del siglo", ya que nunca antes un individuo en soledad, sin dañar físicamente a nadie, se había llevado semejante suma de dinero. Eso le valió el ingreso al Libro Guinness de los Récords por ser el autor del mayor robo individual e incruento de la historia. Además, un grupo de jóvenes creó en Facebook el grupo "Admiradores de Mario Fendrich".
En Santa Fe, hasta hace pocos años, una agencia turística incluía en un tour por la ciudad un paseo por "el barrio de Fendrich".
El caso también inspiró una película (Tesoro mío, con guion de Daniel Guebel), dos emisiones de los unitarios televisivos Sin condena (Canal 9) y Botines (Canal 13).
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