Robo del siglo. "No fue la obra maestra del crimen", la palabra del negociador de la policía bonaerense
Pasaron 15 años, pero para Miguel Sileo el tiempo no borró ningún recuerdo. Relata cada detalle como si el denominado Robo del Siglo, el millonario e ingenioso golpe en la sucursal Acassuso del Banco Río, en San Isidro, hubiese sido ayer. El mayor retirado de la policía bonaerense fue un protagonista esencial el 13 de enero de 2006; fue el negociador que tenía como misión salvar la vida de los 23 rehenes. Él fue el interlocutor de Luis Mario Vitette Sellanes, el delincuente que pasó a la historia como "el hombre del traje gris", el ladrón que tenía la tarea de ganar tiempo mientras sus cómplices vaciaban 143 cajas de seguridad con un botín estimado en 19 millones de dólares para después escapar por un boquete que los comunicó con un túnel que desembocaba en la red del desagüe pluvial.
"El Robo del Siglo no fue la obra maestra del crimen. Sabía que tarde o temprano los autores iban a ser detenidos porque no se iban a callar después de lo que hicieron", sostiene a LA NACION Sileo desde Necochea, donde pasó el aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO) que dispuso el gobierno nacional para intentar evitar la propagación del Covid-19.
Sileo pasó a retiro en septiembre de 2019, después de 33 años de servicio en la policía bonaerense. Como negociador del Grupo Halcón participó en más de 60 tomas de rehenes donde logró que fueran liberadas 168 personas que estaban a merced de delincuentes.
"Salvé 168 rehenes. No soy un héroe, solo hice mi trabajo", repite con orgullo Sileo, de 57 años. Su mayor premio, según sus palabras, es que nunca tuvo que lamentar una muerte en los operativos en que encabezó las negociaciones.
Entre los 168 rehenes que fueron liberados en sus negociaciones, el policía retirado cuenta a las 23 personas que estuvieron privadas de su libertad mientras Vitette Sellanes y sus cómplices vaciaban las cajas de seguridad del Banco Río de Acassuso.
"Yo fui a buscar a las víctimas y eso hicimos. Todos los rehenes salieron del banco con vida", afirma sobre su trabajo.
Su bautismo en el equipo de elite de la policía bonaerense fue en diciembre de 1986 en un motín con tomas de rehenes en la Alcaidía de Mercedes. Antes de ser negociador fue sniper e integró los equipos de irrupción del Grupo Halcón.
"Soy negociador de casualidad", dice Sileo, que en la película El Robo del Siglo, estrenada en enero del año pasado, su historia fue interpretada por el actor Luis Luque.
Casualidad, dice, porque una doble hernia de disco lo alejó de los trabajos más físicos y, como quien no quiere la cosa, terminó en ser líder de las negociaciones, después de capacitarse.
"Siempre corrí un poco la línea", cuenta. En su primera negociación hasta tomó mate con un integrante del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) que se había atrincherado en su casa de Florencio Varela. Se ganó la confianza hasta que el guardiacárcel dejó el arma y fue reducido.
Pasaron los años. Pasaron las negociaciones y llegó el mediodía del 13 de enero de 2006. En principio, el entrenamiento del Grupo Halcón fue interrumpido por un hecho delictivo en San Martín, pero a mitad de camino Sileo y sus compañeros fueron derivados a Acassuso. El show de Vitette Sellanes y sus cómplices ya había comenzado.
"Cuando llegamos me explican la situación. Ya habían liberado a Walter Serrano, el policía que estaba dentro del banco cuando irrumpieron los ladrones. Esa situación me pareció extraña. ¿Por qué soltaron a un rehén calificado y con su arma reglamentaria y su cargador? Lo primero que pensé que era una banda de policías", relata el experimentado negociador.
La segunda situación que le llamó la atención a Sileo fue la primera comunicación con el delincuente que tiempo después se supo que era Vitette Sellanes, el ladrón que ingresó en el banco vestido con un traje gris y con un pasamontañas cubriendo su rostro.
"Lo primero que hizo el hombre del traje gris fue preguntarme si era el negociador. Me pareció extraña la pregunta porque en 2006 no se conocía mucha la especialidad. Después, me preguntó si era el de barba. Ahí me di cuenta de que había hecho los deberes [sic], habían hecho la inteligencia previa. Si bien yo no era conocido, las tomas de rehenes de las que había participado como negociador habían salido en los canales de televisión y seguramente sabían que iba a participar y que yo tenía barba", sostiene Sileo, 15 años después.
En un momento, como Vitette Sellanes no respondía las llamadas que Sileo le hacía a la radio del policía Serrano, el negociador, custodiado, se acercó e intentó una comunicación con un megáfono, situación que fue captada por el lente del reportero gráfico de LA NACION Rodrigo Nespolo.
Sileo vio a Vitette Sellanes en el primer piso del banco, con su impecable traje gris, sentarse en un sillón y apoyar sus piernas en un escritorio para continuar la negociación.
"Estaba muy relajado [Vitette Sellanes]", dice Sileo. El hombre del traje gris empezó con el guión que había preparado para ganar tiempo: "Vinimos a hacer un cortito [un robo exprés] pero se complicó. Los muchachos [por sus cómplices] están un poco nerviosos. Vos maneja la cosa afuera y yo adentro".
En un momento, Vitette Sellanes hizo una mención a la masacre de Ramallo, la toma de rehenes en la sucursal del Banco Nación de Villa Ramallo, ocurrida en 1999, donde la policía baleó el auto en el que escapaban los ladrones y murieron dos rehenes y un delincuente.
"Hacer referencia a Ramallo lo sentí como una amenaza que dejó en el aire", piensa 15 años después Sileo.
A las 15.20, Walter, como se hacía llamar Vitette Sellanes, liberó al primer rehén. Era un empleado del banco que salió muy nervioso.
"Walter, mandame uno que pueda hablar", dijo Sileo. "Sí, se cagó todo", le respondió. Poco después liberó a otra víctima.
Así pasaban las horas. Los delincuentes pedían por el fiscal, por su abogado y hasta exigieron pizzas para ellos y los rehenes.
Boquete
En un momento, el comando táctico, preguntó si existía la posibilidad de que los ladrones se fueran por medio de un boquete hacia alguna casa vecina, pero la respuesta fue que era imposible porque las paredes tenían mallas de acero y concreto. Nadie habló de la comunicación con el desagüe pluvial.
"Nadie atendía las llamadas. En ese momento se terminó mi trabajo porque yo no tenía con quién negociar", recuerda Sileo. Se decidió irrumpir. El negociador pensó que los delincuentes los iban a recibir a los tiros. Pero la historia fue otra: cuando los uniformados ingresaron en el banco los ladrones ya no estaban, solo quedaban los rehenes y las cajas de seguridad vacías. La banda había escapado por el boquete con los bolsos con el botín millonario.
A la hora de emprender la huida, los ladrones dejaron una nota: "En barrio de ricachones, sin armas ni rencores, es solo plata y no amores". También, una trampa "cazabobos" para que los policías que entraran en el túnel tuvieran que desactivarla, lo que les daría a los asaltantes más tiempo para continuar la fuga sin contratiempos.
¿Armas de juguetes?
Sileo no cree que los delincuentes solo hayan usado armas de utilería o de juguete, más allá de las que se encontraron junto con el "cazabobos".
En 2012, el Tribunal de Casación Penal bonaerense sostuvo que "no es posible en el caso particular -por carencias de elementos ciertos de convicción- tener por acreditada fehacientemente la aptitud de producir disparos [las armas utilizadas] al momento de consumarse el accionar ilícito" y redujo las penas impuestas en primera instancia.
"Serrano fue instructor de tiro fue instructor de tiro y sostuvo que el delincuente que estaba vestido con un guardapolvo blanco lo amenazó con una escopeta. Justamente un arma similar fue secuestrada en los allanamientos hechos en la casa del hijo de ese sospechoso", recuerda Sileo.
Aplausos a sala llena
El año pasado, Sileo fue a ver el estreno de la película El Robo del Siglo a un cine de Necochea. Cuando la gente se retiraba, alguien que lo conocía lo señaló como el verdadero negociador y en ese instante recibió un premio inesperado: el aplausos de todos los espectadores.
"No recuerdo otra ocasión donde 300 personas aplaudan a un policía. En ese momento me sentí una suerte de embajador de la fuerza", dice el ahora profesor universitario de la diplomatura Negociación de la Universidad Abierta Interamericana (UAI).
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