Robledo Puch no se rinde: para él es "libertad o nada"
Carlos Eduardo Robledo Puch quiere salir. Y en busca de ese objetivo, el mayor asesino serial de la historia penal argentina está dispuesto a jugar a todo o nada. Lleva más de 47 años preso, más que ningún otro. Solo abandonó la cárcel por unas horas en un puñado de ocasiones, para ser atendido por el médico.
Al "Ángel de la Muerte" no le interesa abandonar el penal de Sierra Chica -donde está detenido desde hace más de 47 años- para pasar a un establecimiento de régimen semiabierto, como ordenó en 2017 la Suprema Corte de Justicia bonaerense.
Días atrás, a través de la Defensoría Oficial de Ejecución Penal de San Isidro, presentó una solicitud para que cambien el tribunal que tiene a su cargo el control del cumplimiento de su condena por 11 homicidios, 17 robos y dos violaciones cometidos entre mayo de 1971 y febrero de 1972.
Quiere sacar la causa de la jurisdicción de la Sala I de la Cámara de Apelaciones y Garantías de San Isidro, que hasta ahora rechazó todos los planteos que hizo para que se considere cumplida su pena.
Según fuentes judiciales, uno de los fundamentos de la pretensión de Robledo Puch se basa en una resolución del máximo tribunal provincial según la cual todas las condenas dictadas después de 2003 debían ser controladas por los juzgados de Ejecución Penal creados con la reforma del Código Procesal bonaerense.
Según consta en el organigrama de la distribución de expedientes del Departamento Judicial San Isidro, la causa del "Ángel de la Muerte" debía recaer en el Juzgado de Ejecución Penal a cargo de Alejandro David. Pero este juez rechazó el planteo hecho por la defensa de Robledo Puch.
Se trabó, entonces, una cuestión de competencia que ahora deberá ser resuelta por la Cámara de Casación bonaerense, el máximo tribunal penal de la provincia.
Este tribunal comenzó a analizar si corresponde que el sumario en el que se controla el cumplimiento de la condena contra Robledo Puch siga en la Sala I de la Cámara de San Isidro o se radique en un juzgado de primera instancia, que tiene como función revisar los planteos de todos los detenidos con condenas.
Aunque los magistrados de la Sala I de la Cámara de San Isidro rechazaron los diversos planteos presentados por Robledo Puch para que se le conceda la libertad por agotamiento de la condena, ningún otro tribunal bonaerense se preocupó tanto por su salud y por buscarle un complejo penitenciario que contemplara las exigencias expuestas por el fallo de la Suprema Corte provincial.
El fallo del máximo tribunal bonaerense dispuso que Robledo Puch sea incorporado a un régimen de detención semiabierto como paso previo y necesario para que, en caso de que cumpliera todas las condiciones legales, pueda pedir, en el futuro, la libertad condicional.
En esa resolución el tribunal ordenó que el Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) garantice al interno la asistencia de un psicólogo y un psiquiatra para que realicen un acompañamiento terapéutico.
Cuando la Cámara Penal de San Isidro hallaba un penal que cumplía con las condiciones de régimen semiabierto exigidas, Robledo Puch rechazaba el traslado. Sostiene que le corresponde la libertad y no pasar a una cárcel con otras condiciones.
Robledo Puch fue detenido en febrero de 1972 y lleva más de 47 años preso. Actualmente está alojado en el penal de máxima seguridad de Sierra Chica. La cláusula de reclusión accesoria por tiempo indeterminado que le fue impuesta junto con la condena establecía que, para recuperar la libertad, debía cumplir con los requisitos fijados por la ley de ejecución penal, que regula el cumplimiento de las condenas.
En función de esa norma, un condenado sobre el cual pesa la reclusión accesoria solo puede salir de la cárcel una vez pasadas todas las etapas del cumplimiento de la pena privativa de libertad. Robledo Puch no fue beneficiado con la libertad porque los informes psiquiátricos y psicológicos le dieron negativo. Esos estudios deben dar un dictamen favorable para que un condenado pueda acceder a la libertad condicional.
Robledo Puch pasa sus días detenido en Sierra Chica. Sufre de enfermedad pulmonar obstructiva crónica, no tiene familiares directos y no recibe visitas. Hace dos años se hicieron reformas en su celda de siete metros cuadrados y es uno de los dos únicos presos detenidos en penales bonaerenses que tiene calabozo individual. Lee libros de historia alemana y admira a Adolfo Hitler.
Todavía usa una camiseta de invierno de la Armada Argentina que le regaló la madre hace 40 años. Lava a mano esa prenda y la guarda en verano. Tiene una tele vieja y una radio que lo acompaña por las noches. Juega al ajedrez y le gusta escribir textos que lee en voz alta para grabarlos y escucharse. Mientras tanto, espera que la Cámara de Casación acepte su pedido para que le cambien al juez.
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