Recoleta: mató a su mujer, a su hijo con autismo y se suicidó
El dueño de casa, de 73 años, dejó una nota al portero del edificio en la que advirtió lo que haría; los tres tenían disparos de calibre 38 en la cabeza
"Cuando entren al octavo D nos van a encontrar a todos muertos. Ya no podíamos seguir viviendo así. Llame a la policía." La breve sentencia de Alejandro Zeida en esa nota última escrita en una computadora, impresa y guardada dentro de un sobre que dejó pegado en la puerta de su departamento, destinado a Rubén, el encargado del edificio de Córdoba 3071, dejaba al descubierto el drama de su familia. Una tragedia que arrastró tres vidas: la del autor de la carta final, su esposa y su hijo, cada uno con un disparo de un revólver calibre 38 en la cabeza.
El peso que habría significado para Zeida, de 73 años, y su mujer, Elvira Sosa, de 80, sobrellevar a diario los problemas psiquiátricos de Víctor, su hijo, de 35, habría sido el desencadenante del hecho, caratulado como doble homicidio seguido del suicidio del dueño de casa.
Al portero le avisó el canillita del barrio, que como cada mañana, a las 6.45, fue a dejarle el diario a Zeida, sólo que esta vez vio el sobre que decía Para Rubén. "Cuando vino a desayunar le avisé que estaba ese sobre y diez minutos después vino shockeado porque en la nota decía que [el hombre] había matado a la mujer, al hijo y se había suicidado", dijo a la prensa el repartidor de diarios.
Rubén no tardaría en confirmar la terrible certeza de cada letra de la nota. Llamó al 911, y en pocos minutos llegaron policías de la comisaría 19» y paramédicos del SAME. No bien entraron se encontraron con el drama consumado: en el living estaban los cuerpos de Elvira y Víctor, que según voceros policiales, padecía de autismo. En el baño, finalmente, encontraron a Alejandro Zeida, también con un tiro en la cabeza.
El propio encargado del edificio situado en el deslinde entre Recoleta y Balvanera relató a la prensa que una vecina le avisó que en el octavo D había una carta para él, por lo que pensó que la familia se "había ido de vacaciones".
Pero el mensaje era otro: "Decía que llamara a la policía, que lo disculpáramos, yo y los vecinos, por el mal momento. La hizo con la computadora y la firmó", precisó Rubén, quien dijo que Zeida también dejó escrita "una carta para el juez", apoyada sobre una mesa del departamento.
En el baño donde Zeida le puso fin a su vida la policía encontró un revólver calibre 38 con tres vainas servidas en su tambor. Además, hallaron otro revólver del mismo calibre en el living, pero con su carga de balas completa.
La principal hipótesis de los investigadores es que se trató de un drama familiar en el que el dueño de casa asesinó a su hijo en el living, luego a su esposa y, finalmente, se disparó en el baño.
"Eran muy educados y atentos. Si bien los conocí poco, siempre tuvieron buen trato con todos los vecinos. Nunca hubo una queja hacia ellos", dijo a la prensa Elsa, una vecina del edificio. "Transmitían su dolor a través de la mirada. La enfermedad del hijo los hacía sufrir mucho. Sobre todo a la mujer, que se veía muy avejentada", agregó.
Matías, otro de los vecinos, le dijo al canal de noticias TN: "Lo conocía desde hace diez años, no lo puedo creer. Yo, por lo menos, no escuché nada. Conocía al vecino de toda la vida, un señor mayor de alrededor de 70 años, muy respetuoso. Tenía un hijo con problemas de discapacidad y su mujer también estaba enferma". "Estoy dolido porque hace veinte años que los conozco, ni me imaginaba que había armas, era un hombre muy correcto", agregó el portero.
Aunque la enfermedad de Víctor Zeida aparece, en el primer tramo de la pesquisa, como el detonador del crimen, los investigadores se entrevistaron ayer con varios vecinos en busca de averiguar si hubo alguna discusión o pelea previa a los disparos, detonaciones que en Córdoba 3071 nadie oyó.
El vecino del 7° D comentó que "el sábado a la noche sintió muchos ruidos de movimiento de muebles", aunque no escuchó disparos. En el departamento no había signos de robos en puertas o ventanas.
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