Quiso escapar y lo atraparon: cayó el último prófugo de La Banda de la Cuarentena
Maximiliano Frechero fue atrapado en su casa de Merlo, donde se mantuvo prófugo durante un año y medio; se lo acusa de haber participado en seis secuestros extorsivos entre marzo y octubre de 2020; otros cinco imputados están detenidos desde entonces y esperan el juicio oral
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Un año y medio logró mantenerse en la clandestinidad. Pero la Justicia no se había olvidado de él. El último prófugo de La Banda de la Cuarentena, una gavilla que ejecutó al menos seis secuestros extorsivos en los meses de aislamiento más duro por la pandemia de coronavirus, fue detenido esta madrugada en Merlo. Siempre estuvo en el oeste del conurbano, en el mismo radio de acción en el que actuaba junto con cinco secuaces que ya están presos desde octubre de 2020.
Calificadas fuentes judiciales informaron a LA NACION que Maximiliano Javier Frechero fue arrestado por efectivos de la División Antisecuestros de la Policía Federal cuando intentó huir de su domicilio, al que los detectives llegaron al cabo de tareas de inteligencia y escuchas telefónicas. En el operativo fueron secuestrados una pistola, dos cargadores, 222 balas de calibre 9 milímetros (algunas de ellas, recubiertas con Teflón), pasamontañas, un chaleco antibalas, celulares, 52.680 pesos, 94 dólares, un auto con la patente cambiada y una licencia de conducir apócrifa (con la foto del imputado, pero el nombre de otra persona).
Frechero quedó a disposición del juez federal de Morón Jorge Ernesto Rodríguez y del fiscal federal de Hurlingham Santiago Marquevich (también director de la Unidad Fiscal de Secuestros Extorsivos -Ufese-), que tuvo a su cargo la investigación en la que ya mandó a juicio oral a Alejandro Emanuel Fatu, Mario Raúl Pérez, Gloria Isabel Benítez Sergio y Javier Vandamme, y en la que ya había detenido, el año pasado, a Hugo Alejandro Álvarez.
Según confiaron fuentes de la investigación, Marquevich indagará mañana a Frechero como integrante de una asociación destinada a cometer delitos, entre ellos, seis secuestros extorsivos -agravados por haberse cobrado el rescate y por la participación de más de tres personas, y por robos con armas, en poblado y en banda, entre marzo y octubre de 2020.
El primero de los hechos que se le imputan a La Banda de la Cuarentena ocurrió a las 8.30 del 9 de marzo de 2020, cuando secuestraron a Germán Javier A., que circulaba en un Mini Cooper por Haedo. Fue liberado más tarde en Ramos Mejía, luego de que el socio de A. pagara un rescate de 6400 dólares y 3000 pesos.
Casi dos meses después, poco antes de las 13 del 7 de mayo de ese año, tomaron cautivo a Ernesto Fabián F., que se movilizaba en un Volkswagen Tiguan por Ituzaingó. La víctima dijo que no tenía dinero y la banda no pudo cobrar rescate. Pero antes de liberarlo, en Morón, a F. le robaron una computadora Apple MacBook, un morral negro y una mochila que contenía 100.000 pesos.
Doce días después, en la misma zona y casi a la misma hora, secuestraron a Guillermo Marcelo B. cuando entraba en la cochera de su casa al volante de una camioneta Jeep Compass. Su esposa pagó 40.000 pesos y 7000 dólares para que a B. lo liberaran, en Morón.
El 24 de junio de 2020 a la mañana, capturaron en San Justo a Facundo Ignacio L., que iba al trabajo en su Toyota Hilux. Luego de que su familia pagara $1.300.000, lo liberaron en Ramos Mejía.
A Fernando M. también lo secuestraron a la mañana, el 11 de agosto de ese año, cuando circulaba en un Audi Q5. La esposa de la víctima pagó por su liberación 30.000 dólares y 160.000 pesos.
El último hecho atribuido a La Banda de la Cuarentena se produjo el 5 de octubre de 2020, cuando Joaquín Antonio V. llegaba a su casa, en Haedo, en un VW Tiguan. Tras una infructuosa negociación, fue liberado sin pagar rescate.
Hubo un hecho más que no llegaron a concretar: intentaron secuestrar al conductor de una Volkswagen Amarok, pero la potencial víctima, Alejandro B., se arrojó del vehículo en movimiento.
“Las sustracciones de las víctimas ocurrieron en una análoga franja horaria y lugar territorial (por la mañana y en la zona oeste de la provincia de Buenos Aires); las personas secuestradas se movilizaban en autos de alta gama (Mini Cooper, Jeep Compass, VW Tiguan, Toyota Hilux y Audi Q5, entre otros); en los llamados extorsivos se apreció una similitud en los tonos de voces; los captores iban armados; los pagos de rescates verificados se produjeron en sitios relativamente aproximados entre sí y, en esa instancia, se constató que el captor se hizo en la mayoría de los casos de los objetos de valor de la víctima”, afirmó la Cámara Federal de San Martín al confirmar los procesamientos de Fatu, Pérez, Benítez Sergio y Vandamme.
“Se observa un mismo ‘modus operandi’ que se repite y que resulta característico de la asociación: primero robaban el rodado con el que cometerían las privaciones de libertad, para luego sustraer las chapas patentes que le colocarían a dicho vehículo y, una vez obtenidos, cometían los secuestros extorsivos. Posteriormente, para ocultar los rodados que utilizaban o robaban, los adulteraban para ser reutilizados o vendidos”, concluyeron.
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