Quién era el abatido exintegrante de la banda del Gordo Valor
Alfredo Albornoz cumplía una condena a prisión perpetua por matar a un policía y a un niño de 12 años, pero se escapó en febrero pasado de un pabellón de mínima seguridad del penal de Melchor Romero; murió en un tiroteo con policías federales
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A pesar de que Alfredo Aníbal Albornoz era un preso peligroso y con dos condenas por homicidio, un juez de Ejecución Penal de La Plata le había otorgado la posibilidad de cumplir la sentencia en el pabellón de mínima seguridad y régimen semiabierto de la cárcel de Melchor Romero. Esa medida dictada por la Justicia puso al exintegrante de la banda comandada en los años 90 por Luis “el Gordo” Valor en un lugar donde apenas un alambrado perimetral lo separaba de la calle.
Así fue que el 16 de febrero de este año, Albornoz se escabulló a través del alambrado y llegó hasta un Volkswagen Surán blanco donde lo esperaban dos cómplices.
Los policías que custodiaban el perímetro intentaron detener la marcha del vehículo, pero Albornoz y los cómplices que lo ayudaron en la fuga abrieron fuego contra los uniformados y huyeron por la calle 520.
Más de seis meses después, Albornoz volvió a aparecer en el radar de la policía. Aunque en esta oportunidad, fue abatido. Anteayer, Albornoz circulaba al volante de un Volkswagen Vento blanco sin patentes por las adyacencias del Hospital Posadas. Había quedado en medio del embotellamiento de tránsito producido por la falta de sincronización del semáforo de Perdriel y Olavarría, detrás de la villa Carlos Gardel.
Tres efectivos de la Policía Federal asignados a la Unidad de Intervención Territorial II que realizaban un patrullaje por las calles de Caseros, en el partido de Tres de Febrero, y de El Palomar, en Morón, vieron el automóvil sin patentes e intentaron identificar a los dos ocupantes.
Sin posibilidad de avanzar debido al embotellamiento, Albornoz, de 61 años, estaba jugado. Miró por los retrovisores y esperó que los policías llegaran a la puerta del auto. Entonces, comenzó a disparar. Los agentes repelieron la agresión. Los dos balazos que le pegaron en un ojo y en la boca, lo mataron en el acto.
Su cómplice, que habría sido identificado por fuentes policiales como Andrés Arnaldo Aquino, de 37 años, fue detenido y quedó internado en grave estado a raíz de dos heridas en las piernas.
El enfrentamiento fue a corta distancia. Se dispararon casi a quemarropa. Los peritos de la Superintendencia de Policía Científica indicaron que hubo 58 balazos. Una cámara de seguridad del Municipio de Morón grabó el tiroteo. En las imágenes quedó registrada la ferocidad del enfrentamiento, que terminó con la policía Cintia Evelin Arce herida una rodilla.
“¡La pierna. No siento la pierna. Sacame los ganchos!”, exclamaba Aquino ante los policías que lo rodeaban y que llegaron a la escena del tiroteo. Al lado del herido, que estaba esposado, boca abajo sobre la calzada, quedaron desparramados los cuatro celulares que llevaba en una mochila y, a pocos centímetros, una pistola Bersa calibre 40 con la numeración limada.
A partir de este hallazgo, los funcionarios judiciales de la Fiscalía N° 4 de Morón comenzaron a investigar si se trata de alguna de las 67 pistolas que fueron robadas hace diez días de un camión en el que las transportaban, a pocas cuadras de la fábrica Bersa, en Ramos Mejía.
Ladrón de bancos y asesino
Hasta el momento, ningún funcionario del Juzgado de Ejecución de La Plata explicó cuáles fueron los fundamentos de la resolución que permitió que un preso como Albornoz, condenado a la pena única de prisión perpetua por los homicidios del policía bonaerense Daniel Larrouse y del niño de 12 años José Luis Quispe fuera trasladado a un pabellón de régimen semiabierto en el complejo penitenciario de Melchor Romero. Desde allí huyó a mediados de febrero pasado.
Albornoz había sido condenado a prisión perpetua en 2012, por un tribunal que lo consideró responsable del homicidio de Quispe, ocurrido el 18 de enero de 2011 en Luján, durante un secuestro exprés.
Según determinó la investigación judicial, Albornoz y sus cómplices interceptaron la camioneta en la que circulaban el niño, su padre y sus tíos, todos albañiles, de nacionalidad boliviana, los tomaron cautivos y exigieron que entregaran el dinero que llevaban para pagar los sueldos.
Sin embargo, el niño y su padre forcejearon con uno de los cómplices de Albornoz. Durante la pelea, uno de los asaltantes disparó con su arma y mató al pequeño.
Albornoz cometió ese homicidio al día siguiente de haber escapado cuando gozaba de una salida transitoria que le dieron mientras cumplía una condena por el asesinato del policía Larrouse, ocurrido en enero de 1999.
En esa oportunidad, Albornoz y sus cómplices se enfrentaron con la policía luego de asaltar la sucursal del Banco Francés en Olivos. Cuando escapaban fueron vistos por un grupo de uniformados que lo persiguió hasta el cruce de Panamericana y Márquez. Allí se enfrentaron con los efectivos y mataron al policía Larrouse.
En 1994, Albornoz había estado detenido en la cárcel de San Nicolás, luego de que la policía secuestró en su poder un arsenal compuesto por cincuenta armas de guerra.
Quienes conocieron en profundidad la banda del Gordo Valor afirman que Beto Albornoz era convocado ocasionalmente por sus habilidades como conductor.
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