Qué se sabe y qué dudas existen sobre el avión venezolano y la sospechosa tripulación
El Boeing 747 aterrizó en el aeropuerto de Ezeiza el lunes pasado; viajaban 19 personas de nacionalidad iraní y venezolana
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El Boeing 747 de la empresa Emtrasur, con matrícula venezolana y con 19 tripulantes, arribó al aeropuerto internacional de Ezeiza el lunes pasado, a las 15.30. Previamente, por cuestiones meteorológicas, había aterrizado en Córdoba. Una semana después, la aeronave continúa en territorio argentino [está en la cabecera 5 del aeropuerto de Ezeiza] y, por decisión del juez federal Federico Villena, fueron retenidos los pasaportes de los cinco iraníes que formaban parte de la tripulación. El misterio que rodea al avión y a los tripulantes sigue latente.
Villena resolvió retener por 72 horas los pasaportes de Mohammad Khosraviarag, Gholamreza Ghasemi, Mahdi Mouseli, Saeid Vali Zadeh y Abdolbaset Mohammadi después de una denuncia presentada por la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), en la que se solicitó que se prohíba la salida de país de los 19 tripulantes, de nacionalidad iraní y venezolana.
Una semana después de que el avión aterrizara en la Argentina hay interrogantes sin resolver. ¿Hizo una escala en Ciudad del Este y voló con el transponder apagado?, como denunció el diputado nacional Gerardo Milman. En la presentación ante Villena, la DAIA, entre otras medidas, pidió citar como testigo al legislador nacional de Juntos por el Cambio.
Como informó LA NACION a partir de información oficial, el avión estuvo en Ciudad del Este, en Paraguay, en la Triple Frontera, en mayo pasado. Además, según el sitio especializado Flightradar24, el transponder del avión estuvo prendido en su viaje hacia la Argentina y cuando voló a Uruguay.
La aeronave que opera desde enero pasado para Emtrasur fue usado durante los últimos 15 años por la compañía iraní Mahan Air, con las matrículas EK-74713 y EP-MND. Esa compañía es sancionada por los Estados Unidos, que considera que es un brazo logístico de la fuerza Quds, calificado como terrorista por los Estados Unidos.
Como se dijo, la aeronave aterrizó en Ezeiza a las 15.30 del lunes pasado. Antes tuvo que hacer una escala en Córdoba por cuestiones climáticas. La niebla le impidió descender en Buenos Aires. Según fuentes oficiales, en esa parada nadie bajó del avión. “No se abrieron las puertas”, informaron.
“El avión operaba el vuelo 9218 y provenía de Caracas, Venezuela, con 19 tripulantes de nacionalidad venezolana e iraní. Toda vez que según los registros de la Dirección Nacional de Migraciones (DGM) y de las bases de los organismos consultados, no pesaba sobre ninguno de los tripulantes alerta, restricción e impedimento se permitió su ingreso en los términos de la normativa aplicable”, según se desprende del expediente judicial. La tripulación se fue a descansar al hotel Holiday Inn de Ezeiza.
Al día siguiente, el martes pasado, el avión tenía previsto hacer un nuevo vuelo, pero se fue posponiendo y finalmente canceló porque no tenía combustible. Entonces, la tripulación volvió al hotel Holiday Inn de Ezeiza.
El miércoles pasado, 48 horas después de haber aterrizado en Ezeiza, el avión despegó hacia Montevideo, en Uruguay, pero en destino no le permitieron el ingreso en su territorio y retornó a la Argentina.
“Habiendo arribado nuevamente al aeropuerto internacional de Ezeiza, la empresa solicita a las autoridades nacionales el desembarco de la tripulación, por no contar con abastecimiento de combustible, al mismo que la tripulación se encuentra vencida en horas de servicio. La DNM dispuso retener la documentación de la tripulación y otorgar una autorización provisoria de permanencia que no implica ingreso legal en la Argentina y dio intervención a la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA)”, según la reconstrucción oficial.
Ese día se revisó el avión y -afirma el fallo de Villena del domingo- la “carga aérea restante”. Ni el juez ni las fuentes consultadas por LA NACION precisaron cual era esa carga “restante” que estaba en el avión y cuándo se había bajado el resto.
Según fuentes oficiales, el miércoles se revisaron con escaners y perros, cinco delos 79 bultos de mercadería y no se encontró nada extraño.
El viernes pasado, la tripulación se alojó en Hotel Plaza Central Canning Design, donde personal de la PSA, por orden del juez Villena, le tomó las huellas dactilares a los cinco ciudadanos iraníes. Ese mismo día se le entregaron los pasaportes a los ciudadanos venezolanos por pertenecer a un Estado asociado al Mercorsur.
Anteayer, el abogado Rafael Resnick Brenner presentó ante el juez Villena un hábeas corpus en favor de los cinco iraníes. El domingo por la noche, el magistrado rechazó lo solicitado por el letrado y validó las actuaciones hechas por la DNM, pero ordenó abrir una causa para investigar posibles delitos “de acción pública”. Ese caso desde este lunes tramita en secreto, a pedido de la fiscal de la causa, Cecilia Incardona, que impulsó la investigación para determinar posibles lazos con el terrorismo del avión y sus tripulantes. Los cinco iraníes, por orden de Villena, no pueden dejar el país.
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