Qué se sabe hasta ahora del asesinato de Agustina Fernández, la joven estudiante de Medicina
Buscan en las imágenes de las cámaras de seguridad pistas del asesino
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Pablo Parra, un trabajador petrolero, de 24 años, fue la última persona que vio con vida a María Agustina Fernández. Durante poco más dos meses mantuvo una relación sentimental con la joven estudiante pampeana, 19 años, que había llegado a Cipolletti para estudiar medicina en la Universidad Nacional del Comahue. Soñaba con ser cardióloga.
El sábado pasado, minutos después de las 19, Parra salió del departamento en el que vive en la planta baja del edificio situado en Confluencia al 1300. Solo un vecino lo vio abandonar el inmueble. Las cámaras del complejo habitacional no funcionan, así que el momento de su salida no quedó registrado. Según relató a la policía, en su departamento había quedado Agustina. Planeaban cenar juntos, cuando regresara de comprar bebidas y de llevar una churrasquera a la casa de su padre.
Una hora más tarde, al regresar a su departamento, Parra encontró a la joven estudiante en el piso de la cocina-comedor. Apenas respiraba. A las 20.20 en la central de emergencias del 911 se recibió un llamado en el que se solicitaba una ambulancia.
Parra no aparece como sospechoso, pero los investigadores policiales y judiciales se enfocaron a verificar qué hizo, dónde estuvo y con quién se encontró durante los sesenta minutos que transcurrieron desde que salió de su departamento hasta que regresó al edificio. No se llevó su celular.
Luego de agonizar durante casi cuatro días, la joven estudiante pampeana falleció, a raíz de la golpiza que le propinó el asesino. Ayer, después del mediodía sus padres autorizaron la ablación y sus órganos fueron donados. Anoche, una importante cantidad de vecinos de Cipolletti y estudiantes participaron de la marcha para reclamar por el esclarecimiento del asesinato. La manifestación partió desde la sede de la universidad y se dirigió hasta el centro de la ciudad.
La hipótesis del robo
Si bien la policía y los investigadores del Ministerio Público revisaban más de doscientas horas de grabaciones de las cámaras de seguridad de la zona, todavía no tenían ningún sospechoso en la mira por el crimen. El amigo de la víctima dijo que entraron a robar. El asesino se llevó su celular y el de la joven estudiante, mil dólares y un bolso con ropa.
A partir de la reconstrucción del sangriento episodio realizada por los responsables de la pesquisa se pudo saber que la estudiante habría sido asesinada entre las 19 y las 20. Esa ventana de tiempo coincidiría con el relato de Parra. Entonces, la policía se abocó a verificar su coartada. Entre los 27 testigos que los investigadores habían interrogado hasta anoche, figuraban los habitantes del edificio de dos plantas en que también vivía la víctima.
Ninguno de los inquilinos que estaban en el complejo en el momento del ataque escuchó ruidos o gritos. Una circunstancia extraña si se tiene en cuenta que, a partir del análisis de la escena del crimen, se abonó la presunción de que habría existido una pelea entre la víctima y el agresor.
Además del ruido que habría causado el atacante cuando, supuestamente, revolvió el departamento para buscar objetos de valor para llevarse. Nadie escuchó gritar a Agustina. El asesino no necesitó violentar ninguna puerta. El dueño de casa había dejado abierto el acceso al patio porque esa tarde había retirado la churrasquera.
El departamento de Parra es la única unidad habitacional que tiene patio. El resto de la planta baja corresponde a locales. Agustina vivía en un departamento de un ambiente en el primer piso. Había llegado en marzo a Cipolletti para cursar el segundo año de medicina. El primer año de la carrera lo estudió en forma virtual desde Santa Rosa, donde nació y concurrió al secundario.
“Encontré a Agustina tirada en el piso, estaba temblando, convulsionando. Fui a la habitación, encendí la luz y advertí que estaba todo revuelto. Casi al mismo tiempo me fijé en el patio y noté que el tendedero estaba tirado. Además, había una escalera apoyada sobre una pared que separa la propiedad de un terreno donde hay una obra en construcción”, declaró Parra a una radio de Cipolletti y agregó que intentó hablar con los padres de la víctima, pero estos le respondieron que no era el momento apropiado para esa conversación
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