Qué pidió el intendente de Rosario después del brutal ataque a balazos contra una profesora de danzas y su madre
“Estamos cansados de seguir contando víctimas”, dijo Pablo Javkin
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Diez allanamientos se realizaron este martes en la llamada torre 11 del Fonavi de Parque del Mercado, en el sur de Rosario, donde a unos metros de allí, en una parada de colectivos, dos mujeres quedaron en medio de un demencial ataque narco. Fue asesinada Claudia Deldebbio, de 58 años, y su hija Virginia Ferreyra, de 32 años, pelea por su vida en el hospital de Emergencias, donde el lunes a la anoche se realizó un abrazo al edificio para rezar por la recuperación de esa profesora de danzas árabes.
En medio de un clima de violencia cada vez más salvaje –se produjeron 156 homicidios en lo que va de este año-, el intendente de Rosario, Pablo Javkin, se mostró ofuscado por la situación, con el léxico propio de un vecino más. “Estamos cansados de seguir contando las víctimas, no se puede seguir así. Si no lo pueden hacer, que nos den las herramientas a nosotros. Necesitamos controles en las cárceles y personas con armas; con aptitud para intervenir con armas”, pidió el intendente, que propuso que lo dejen elegir los jefes policiales de Rosario, algo que no consta en ninguna normativa provincial.
En Rosario no solo hay 4500 efectivos policiales, sino también desde agosto pasado 3500 gendarmes, que realizan operativos en cinco de los barrios más complicados a nivel de violencia, entre ellos La Tablada, donde se produjo la balacera que causó un fuerte impacto público.
El ataque contra estas dos mujeres, que eran ajenas a los enfrentamientos entre bandas narco, provocó un fuerte rechazo social. Se realiza esta noche una marcha en el centro de Rosario para reclamar justicia y seguridad. Un día antes un centenar de amigos y familiares de Virginia Ferreyra se reunieron en la puerta del hospital de Emergencias para pedir por la salud de la profesora de danzas en la comunidad sirio libanesa de Rosario.
El trasfondo del ataque tiene como principal hipótesis un enfrentamiento entre dos grupos narco del sur de Rosario. Los allanamientos se realizaron en el lugar donde viven “soldaditos” del llamado clan Ungaro, uno de los protagonistas de esta trama violenta que terminó con la vida de Claudia Deldebbio. Dos personas quedaron detenidas, pero que son ajenas, por ahora, a este caso; tenían pedido de captura por otros hechos. Uno de ellos rompió su celular contra el piso cuando irrumpió la policía.
Los investigadores estiman que hay un enfrentamiento entre las bandas de René Ungaro y Alan Funes, ambos presos en el penal de Ezeiza, y otra que encabeza Milton César, un joven que desde hace más de una década se mueve en el mundo criminal y actualmente está detenido en la cárcel de Piñero, condenado a 20 años de prisión por un homicidio que ocurrió justamente en el territorio que hoy está en conflicto.
Desde hace más de un año estas dos facciones se “tiran muertos”, explicó una alta fuente de la Agencia de Investigación Criminal (AIC). Los cadáveres sirven, aunque suene descarnado, para “pudrir” el negocio del otro grupo. Es que los narcos saben que cuando ocurre un homicidio el lugar de venta de drogas, hay que cerrar ese búnker, porque la zona se llena de policías y gendarmes.
Los investigadores creen que la punta del ovillo de esta tragedia es un crimen que ocurrió en el barrio La Tablada el 7 de julio del año pasado. En un pasillo en Garibaldi al 200 sicarios mataron a Elvira Toledo, una mujer de 27 años, oriunda de Rafaela, que empezó a vender cocaína en un búnker de Alan Funes, un joven de 21 años que está preso en Ezeiza, condenado a por causas de homicidio y narcotráfico.
El 30 de julio, tres días después de ese crimen, fue asesinada otra mujer, Vanesa Arredondo, que manejaba un búnker de venta de cocaína en Ameghino al 200. Ese kiosco de drogas pertenece a René Ungaro, socio de Alan Funes, que también está alojado en la cárcel de Ezeiza. Se sospecha que detrás de estos ataques está la sombra de Milton César.
La venganza de esta banda comenzó a hacerse visible con dos asesinatos calcados. La semana pasada apareció el cadáver de Héctor Quinteros, de 20 años. El cuerpo del joven estaba maniatado y con la boca tapada, en Esmeralda al 3800, a 50 metros de donde en abril pasado había ocurrido un crimen igual.
El cadáver tenía dentro de su boca un papel que decía: “Que peleen, si no que corran”. El cuerpo fue identificado recién el 17 de mayo. Se trataba de Brian Pino, de 27 años.
Según fuentes de la Agencia de Investigación Criminal, estos dos jóvenes fueron asesinados con el objetivo de dejar un mensaje, porque habían robado droga de un búnker de Ungaro. Detrás de esta trama aparece otra vez, como desde hace una década, la sombra de Milton César.
Ese narco estuvo enfrentado con el clan Cantero. La propia policía de la División Judiciales fue la que puso en 2013 a Milton César como sospechoso del crimen de Claudio “Pájaro” Cantero, líder de Los Monos. –la carátula del expediente aún lleva su nombre-, pero luego quedó apartado de la investigación. Antes de esa decisión, Los Monos habían matado a toda su familia: su hermano Nahuel, su madre y su padrastro. Se intentó suicidar en la cárcel, pero no tuvo el valor para hacerlo y después quedó en libertad. Sin embargo, siguió atado al mundo criminal, como lo hizo desde su adolescencia.
En octubre del año pasado fue condenado a 20 años de prisión. César fue sentenciado por matar en esa zona que está disputa ahora, en Esmeralda y 24 de Septiembre. Su víctima fue Ángel Carrizo, de 29 años, quien caminaba junto a su mujer y sus hijos. Milton César bajó de una camioneta y lo ejecutó. Carrizo había compartido pabellón con él en la cárcel de Piñero. En ese momento, Milton dijo que siempre lo culpaban de todo lo que ocurría en La Tablada. “No voy a ser tan loco de salir y matar a alguien. Cada cosa que pasa en Tablada van a decir: ‘sí, fue Milton’”, dijo en la audiencia.
En el juicio, Milton César dijo que estaba con un amigo a unos 150 metros de allí, en su casa de Esmeralda al 3900. En ese lugar aparecieron los dos cuerpos con los mensajes en la boca. La venganza de Alan Funes y René Ungaro, que pensaron que este joven quería hacerles competencia, fue tirar los cadáveres en la cuadra para terminar con su emprendimiento de venta de drogas. Esta guerra entre vendedores de droga se trasladó el sábado al parque del Mercado, donde viven soldaditos de los Ungaro, donde mataron a una mujer que esperaba un colectivo e hirieron de gravedad a su hija.
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