“Prolijo y coqueto”: quieren saber quiénes son las cuatro vecinas del country a las que la víctima saludaba cada mañana
Se trata de cuatro mujeres que eran compañeras de gimnasia de Roberto Eduardo Wolfenson Band y que también viven en La Delfina
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Roberto Wolfenson Band, el ingeniero asesinado en su casa del country La Delfina, en Pilar, casi todos los días salía a caminar por las calles del barrio privado donde vivía con su pareja. Lo hacía en compañía de un amigo. En la caminata solía saludar a cuatro vecinas, compañeras de sus clases de gimnasia. Ahora la Justicia intenta identificar a las cuatro mujeres y citarlas como testigos.
Así lo informaron a LA NACION fuentes con acceso al expediente. El dato de las cuatro vecinas que la víctima siempre saludaba cuando se las cruzaba durante su paseo por el country fue aportada por un amigo y vecino, compañero de la rutinaria caminata.
Ese amigo se presentó espontáneamente y no solo declaró sobre la caminata que solían hacer con Wolfenson Band, también afirmó que para él el ataque que terminó con la vida del ingeniero ocurrió el jueves de la semana pasada.
Según la data de muerte estimada en la autopsia, a Wolfenson Band lo mataron después de las 13 del viernes 23 de febrero. Sin embargo, hay un dato que para el amigo de la víctima no se puede pasar por alto: vestía la misma ropa con la que un día antes lo había visto su empleada doméstica, que se retiró de la casa a las 13.30.
“El testigo dijo que la víctima era muy prolija y coqueta. Para él es muy poco probable que dos días seguidos se vistiera igual”, sostuvo a LA NACION una calificada fuente de la causa.
El amigo del ingeniero también sostuvo que el jueves de la semana pasada, el día que fue visto con vida por última vez, intentó comunicarse por WhatsApp para proponerle ir a caminar, pero el mensaje no le llegó, “quedó con una sola tilde”.
Ese mismo día le mandó otro mensaje para invitarlo a cenar la noche siguiente, pero tampoco tuvo respuesta. “Para mí lo mataron el jueves”, dijo el testigo ante el fiscal de Pilar Germán Camafreita, funcionario a cargo de la investigación del crimen, según sostuvieron fuentes con acceso al expediente.
Ahora el fiscal Camafreita intentará determinar si la víctima fue atacada el jueves pasado, como supone el amigo del ingeniero, y tuvo una agonía hasta el día siguiente.
Sobre las mujeres que intentan identificar para citarlas como testigos, las fuentes consultadas afirmaron: “Son cuatro vecinas del country que el amigo recordó que Wolfenson Band solía saludar en sus caminatas cuando se las cruzaba. Por lo que pudo recordar, era también compañeras de su clase de gimnasia”.
En las últimas horas, el fiscal Camafreita pidió preservar las imágenes de todas las cámaras de seguridad de la Municipalidad de Pilar de las 72 horas previas a que fuera hallada asesinada la víctima.
“Ya se comunicaron de la municipalidad para garantizar que los videos están preservados y que los enviarán a la fiscalía en un disco rígido o una computadora, ya que, de lo contrario, demandaría unos 700 DVD”, dijo a la agencia de noticias Télam una fuente judicial.
La muerte del ingeniero de 71 años fue descubierta el viernes de la semana pasada después de que no respondiera las llamadas de su profesor de piano, que había llegado poco después de las 17 a la casa del lote 498 del country La Delfina.
En un primer momento, por el informe que hizo el médico de la Policía Científica de San Isidro Marcelo Rodrigué, se pensó que Wolfenson Band había muerto como consecuencia de un infarto.
Pero la autopsia, ordenada por el fiscal Andrés Quintana, que estuvo a cargo de la causa durante las primeras horas porque su colega Camafreita estaba de licencia, determinó que había sido asesinado.
Según la autopsia, el ingeniero eléctrico fue ahorcado con un elemento fino. Los investigadores suponen que se trató de una soga o de un cable. Otra de las revelaciones de la necropsia es que Wolfenson Band intentó defenderse; tenía lesiones en brazos y mano, además de un corte en la parte posterior del cuello.
Las lesiones descriptas por la médica forense Silvina Aguirre del Cuerpo Médico Forense (CMF) de Policía Científica de San Isidro, son “varios surcos de ahorcadura delgados, como si hubiera habido un ‘tira y afloje’, y lesiones de defensa, que también son compatibles con que la víctima luchó e intentó aflojarse el lazo con el que lo estrangulaban”.
En ese sentido, el protocolo de autopsia describe lesiones cortantes en la palma y en cuatro de los dedos de la mano izquierda que tienen entre 0,5 y 1 milímetro de profundidad.
La autopsia también reveló que “hay un corte grande en la nuca, de unos 7 centímetros de largo”, que ahora se investiga si fue producido por el mismo elemento fino y filoso con el que lo estrangularon o con otro tipo de elemento.
El cuerpo presentaba golpes en la cara, más precisamente en una ceja, la frente y hasta un corte en un pómulo, un fuerte golpe en la nariz y un corte interior producto de otro golpe en la boca, con una lesión en la parte interna de una de las mejillas.
El cuerpo de la víctima apareció tirado en el dormitorio de servicio, “boca arriba, contra un rincón y con la cabeza abajo de un radiador”.
Para los detectives judiciales y de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de San Isidro que participan de la investigación, por las pruebas e indicios reunidos hasta el momento, conocía a la víctima y podía ser una persona que vive o trabaja en el country.
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