Prófugo: identificaron al proveedor del estudiante universitario que cargaba “mulas” con cocaína para enviar a Europa
Se trata de Luis Loza Quiroga, un ciudadano boliviano de 44 años y apodado Blas, que tiene una orden de captura nacional e internacional
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“Por embarcar. Le duele el que tiene adelante, pero aguanta”, respondió C. M., un estudiante de Ciencias Económicas de 33 años que vivía en Palermo. Era el 22 de julio pasado y Luis Loza Quiroga, conocido por el apodo de Blas, estaba interesado en saber cómo se encontraba M. A. B., una joven de 19 años que estaba por volar a Madrid, España, en un vuelo de Iberia. No le preocupaba su estado de salud. A él, en realidad, le interesaba la carga que llevaba dentro de su cuerpo: cápsulas de cocaína. “Ya subí. Me duele la panza bastante”, había informado la muchacha cuando estaba por comenzar el viaje que la llevó a Europa.
M. A. B. logró eludir los controles aduaneros y de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) y volar a España, donde la esperaba una joven a la que le tuvo que entregar la droga. Loza Quiroga viajó un día después a Europa, según los registros oficiales. En ese momento no estaba bajo el radar de la Justicia argentina. Ahora tiene una orden de captura nacional e internacional y se solicitó que Interpol emitiera una circular roja (notificación dirigida a las fuerzas del orden de todo el mundo para localizar y detener provisionalmente a una persona en espera de su extradición o entrega).
La identificación de Loza Quiroga y las detenciones de C. M. y de M. A. B. fueron el resultado de una paciente investigación del juez en lo penal económico Marcelo Aguinsky, el fiscal Emilio Guerberoff y detectives del Equipo 2 de la Unidad Operaciones de Control del Narcotráfico y Delitos Complejos Este de la PSA tras la detención, el 29 de julio pasado, de A .S. F., una joven de 20 años, que tenía 78 cápsulas con cocaína dentro de su cuerpo.
El 3 de agosto pasado se conoció la noticia de la detención de la “mula” narco cuando se hicieron públicas las imágenes captadas por un equipo de rayos X Body Scan que mostraban cómo se veían las 78 cápsulas con cocaína en el cuerpo de la joven pasajera.
La chica, que al momento de su detención estaba desempleada, estuvo internada en el Hospital Zonal General de Agudos Doctor Alberto Antranik Eurnekian, de Ezeiza, hasta que pudo evacuar todas las cápsulas con cocaína que había ingerido. Corría peligro: el estallido de uno de esos envoltorios y el contacto directo de la droga en las vísceras hubiese supuesto un altísimo riesgo de muerte. Después de eso fue trasladada a los tribunales de la Avenida de los Inmigrantes 1950, en Retiro, donde se negó a declarar ante el juez Aguinsky. En el expediente, el Ministerio Público está representado por el fiscal Emilio Guerberoff.
A pesar de que A. S. F. se negó a declarar, los detectives de la PSA pudieron avanzar. Al analizar las imágenes de las cámaras de seguridad instaladas por Aeropuertos Argentina 2000 en la terminal internacional de Ezeiza se pudo identificar el auto en el que había llegado la “mula”.
“La muchacha había llegado al aeropuerto en un automóvil que hace viajes que se piden por medio de un app. Se logró identificar al chofer del vehículo y fue citado a prestar declaración testimonial”, relataron fuentes de la causa.
Bajo juramento de decir la verdad, el chofer recordó dónde había comenzado el viaje que finalizó en el aeropuerto internacional de Ezeiza. Si bien no pudo precisar de qué edificio había salido la pasajera, dio detalles de la zona.
Fue así que, tras tareas investigativas en la zona de La Imprenta, y con la información obtenida en el teléfono celular de la “mula”, los detectives de la PSA pudieron identificar el edificio y el departamento donde vivía C.M. y, en consecuencia, el juez Aguinsky ordenó la detención.
El magistrado decidió excarcelar a la “mula”. Según fuentes judiciales, el fiscal Guerberoff y el juez Aguinsky entendieron que no existían riesgos procesales de peligro de fuga y entorpecimiento de la investigación. La joven se habría ido al sur del país, a la casa de un familiar.
Para los investigadores, C. M., era quien “cargaba” (eufemismo que sirve para definir a las personas que introducen estupefacientes en su organismo para intentar burlar, así, los controles de las fuerzas de la seguridad y concretar el tráfico de drogas) a las “mulas” utilizadas por la organización narco,
En el operativo donde se detuvo a C. M., el personal de la PSA secuestró un teléfono celular y una computadora, dispositivos que fueron claves para el avanzar en la identificación de otros sospechosos de la banda.
La investigación no terminó con la detención del estudiante de Ciencias Económicas. El avance de la pesquisa logró determinar que “A. S. F. había sido la segunda ´mula´ cargada por C. M.; la primera fue M. A. B., de 19 años. Una joven que vivía con sus padres en la ciudad de Buenos Aires. La muchacha logró eludir con éxito los controles en Ezeiza y en Madrid, pero fue detenida después de regresar a la Argentina”.
A partir de la información obtenida tras los peritajes hechos en los dispositivos móviles de C. M. se determinó el rol clave de Loza Quiroga como proveedor de la cocaína que “cargaba” en las “mulas” el estudiante de Ciencias Económicas.
Los investigadores pudieron recuperar las conversaciones por chat entre Loza y C. M. y los mensajes que M. A. B. le mandó al “cargador” en el momento en que se estaba yendo a España.
“Me duele muchísimo el que tengo puesto. Molesta”, llegó a decir la joven antes de que el avión despegara. En ese momento no imaginaba que iba a terminar presa.
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