Prisión perpetua: condenaron a la abogada que entregó a su cliente a un sicario a sueldo de los narcos
Julieta Bonanno fue juzgada por su participación en los asesinatos de Alexander Naged Ramírez y de su hijo John Naged Aguilar, acribillados en junio de 2018 en el departamento de Belgrano donde vivían
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Pasó de testigo clave a ser acusada de haber participado de un plan criminal vinculado con el narcotráfico. Hoy, la abogada Julieta Bonanno fue condenada a la pena de prisión perpetua al ser encontrada culpable del delito de doble homicidio agravado por haber sido cometido con un arma de fuego y con alevosía, asesinatos ocurridos en junio de 2018 en un edificio de Belgrano.
Una de las víctimas, Alexander Naged Ramírez, había sido cliente de Bonanno en una causa donde se investigó el intento de contrabando a Europa de dos toneladas de cocaína ocultas en bobinas de acero, caso bautizado como Bobinas Blancas. La noche del 4 de junio de 2018 también fue acribillado John Naged Aguilar, hijo de Naged Ramírez.
El Tribunal Oral en lo Federal (TOF) porteño N° 8, presidido por la jueza María Gabriela López Iñiguez e integrado por sus colegas Sabrina Namer y Nicolás Toselli, dará a conocer los fundamentos de la sentencia el próximo 1° de agosto. Hoy, con la parte resolutiva, informaron que habían sido rechazados los planteos de nulidad presentados por la defensa de Bonanno.
Antes de que tribunal diera a conocer el veredicto, Bonanno, de 33 años, hizo uso de su derecho a decir las palabras finales en el juicio. “Me hubiera gustado decir las últimas palabras antes del veredicto, que entiendo que va a ser hoy. Yo lo único que quiero aclarar es que el Estado no puede cometer delitos con el afán de obtener un resultado, una sentencia”, sostuvo la abogada, que fue defendida por sus colegas Leopoldo Murúa y Nicolás Proz.
Las palabras de Bonanno estaban referidas a una serie de pruebas que sirvieron para sustentar la acusación del Ministerio Público Fiscal: como los peritajes de sus teléfonos celulares y los análisis que detectaron pólvora en una de sus manos y unos pantalones secuestrados en su casa.
“Llevar los teléfonos a Estados Unidos [sic], el peritaje de los pantalones que claramente está adulterada, como la pericia de la pólvora en la mano. No creo que se tendrían que permitir todas esas cuestiones. Otra cosa no tengo para decir, les agradezco”, sostuvo la ahora condenada.
En su alegato, Murúa había solicitado la nulidad de la incorporación en el expediente de las pruebas halladas en los teléfonos celulares iPhone de Bonanno “porque los móviles fueron desbloqueados en los Estados Unidos sin una orden judicial válida, cometiendo un ilícito contra la ley penal argentina”.
En el alegato del Ministerio Público, el fiscal Marcelo Colombo y auxiliar fiscal Miguel Yivoff les solicitaron a los jueces que Bonanno sea condenada a la pena de prisión perpetua.
Colombo y Yivoff consideraron que hay pruebas suficientes para condenar a la abogada por su participación en el doble crimen. La abogada habría seguido directivas de una misteriosa narcotraficante, conocida solo como La Tía.El doble crimen ocurrió el 4 de junio de 2018 y fue ejecutado por un sicario que, casi cuatro años después, no pudo ser identificado. El asesino llegó al inmueble cuando la abogada esperaba ser atendida por su cliente o por el hijo de este. Bonanno iba a cenar y a entregarles dinero para que pagaran el alquiler.
La abogada llegó a las 21.33 de ese 4 de junio de 2018. Pero unos minutos después, tras llamar por el portero eléctrico y no obtener respuesta, fue hasta el garaje donde había dejado su auto para buscar el celular y poder comunicarse con los Naged.
El reloj de la filmación marcaba las 21.37 con 45 segundos cuando aparece la imagen de la abogada que va a buscar el teléfono, mientras que detrás de ella camina quien, para los investigadores, fue el sicario.
Dos minutos después, celular en mano, la abogada regresó y esperó en la puerta. Pasados menos de 60 segundos, el sicario se paró detrás de Bonanno. No tocó ninguno de los timbres. Solo esperó a que le abrieran la puerta a la mujer que estaba delante de él.
A las 21.42 con 53 segundos, padre e hijo salieron del ascensor. Naged Ramírez caminaba lentamente con la ayuda de un andador. Colombiano nacionalizado mexicano, procesado en el caso Bobinas Blancas por el juez federal de Campana, Adrián González Charvay, había sido excarcelado en marzo de 2018 después de haber sufrido un ACV que le dejó consecuencias neurológicas. Primero fue atendido en el Hospital Penitenciario Central, después en un centro de salud privado y, finalmente, una junta médica estableció que su capacidad cognitiva había quedado afectada y no estaba en condiciones de comprender cabalmente el proceso penal en su contra. Lo dejaron en libertad, al cuidado de su hijo, y le prohibieron la salida del país.
Naged Aguilar, según se ve en las imágenes, llevaba un bolso tipo bandolera. Nunca se supo si pensaban ir a cenar afuera y con, alguna excusa, Bonanno les pidió subir al departamento del décimo piso donde vivían las víctimas.
Después de que se abriera la puerta del edificio, el sicario ingresó y se dirigió hacia el palier donde está el ascensor. Detrás de él, a las 21.43 con 30 segundos, caminaron la abogada Bonanno y las futuras víctimas, que nunca imaginaron que le habían franqueado el acceso al asesino.
A las 21.46 con 25 segundos, el sicario salió del ascensor. Es decir, menos de tres minutos después de entrar al edificio para ejecutar a balazos a sus víctimas.
Lo que pasó después podría pasar por una comedia de enredos, pero el contexto era terrorífico. El asesino no conseguía irse rápidamente de la escena del doble crimen, como hubiese hecho cualquier sicario. Tardó 44 minutos en poder escapar.
En el primer intento, el asesino fracasó porque la puerta no se abría sin llave. A las 21.46 con 43 segundos, el sospechoso volvió hacia el ascensor. Se supone que regresó a la escena del crimen para buscar las llaves.
Un minuto después, el sicario bajó y, según las imágenes, puso en la cerradura una llave, pero no pudo abrir la puerta. Se quedó, aparentemente, a esperar que alguien entrara o saliera para aprovechar el momento.
A las 21.51, el doble homicida se dirigió nuevamente al sector donde está el ascensor. No se registraron nuevas imágenes del sicario hasta las 22.30, cuando logró abrir la puerta y escapar.
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