Preocupan en Belgrano y Palermo los continuos ataques de motochorros
Los vecinos del límite entre ambos barrios afirman que los robos son habituales; como consecuencia de la situación se reforzó la presencia policial
Con temor y preocupación. Así viven en las últimas semanas los vecinos y comerciantes de la zona comprendida por las avenidas Del Libertador y Luis María Campos y las calles Zabala y Newbery, en el límite entre Palermo y Belgrano, donde en los meses recientes una sucesión de robos y arrebatos, mayormente liderados por motochorros, se han vuelto moneda corriente.
El martes 6 de este mes, pasadas las 19, en la esquina de Libertador y Lacroze, dos jóvenes de unos 15 años aprovecharon un embotellamiento en el tránsito para asaltar al marido y a las dos hijas de la periodista Romina Manguel. Horas antes, a las 15, a dos cuadras de allí, en el bulevar Olleros, dos motochorros se tirotearon con la policía luego de un intento de salidera a un hombre que había retirado dinero de un banco de la zona.
En ninguno de los casos hubo víctimas. Pero ambos hechos trajeron a la memoria la mañana del 30 de julio del año pasado, cuando Pablo Tonello fue asesinado a balazos en Libertador y Lacroze. El joven de 27 años circulaba en bicicleta y un delincuente le disparó tres tiros, uno de ellos en la cabeza, para intentar robarle el rodado.
Desde aquel día, para evitar situaciones similares, la seguridad en la zona se fortaleció. Unos 15 oficiales de la Policía Federal, en autos, motos y cuatriciclos, recorren esas manzanas a diario. Y hay un miembro fijo de la fuerza por cada cuadra de la avenida del Libertador, desde la salida del viaducto hasta la entrada del Hipódromo de Palermo.
Sin embargo, dicen quienes andan por esas calles a diario, el operativo no es suficiente. Vecinos y comerciantes del barrio dijeron a LA NACION que es habitual que en la zona haya arrebatos de motochorros en las esquinas, en las mesas de los bares y en los embotellamientos de vehículos que se generan en los semáforos de Libertador y Luis María Campos.
"Se vive con miedo. Intranquilos. No queda otra que moverse con bajo perfil. Salir lo mínimo e indispensable. Los delincuentes saben que ésta es una zona de gente con plata y que la seguridad es escasa", comentó Carlos, que vive sobre la calle Teodoro García.
Los históricos habitantes de esa zona de Palermo, prácticamente en el límite con Belgrano, aseguran que en los últimos años el barrio cambió radicalmente. Que ya no existe esa tranquilidad que distinguía a ese entorno. Y que cuando caen el sol y las persianas de los comerciantes, con menos presencia policial, la zona queda "liberada".
Desde hace 23 años Viviana vive en Soldado de la Independencia, entre Zabala y Virrey Loreto. "Dejó de ser el barrio de antes. Ya no ves tantas caras conocidas. Por las noches está desolado y no se puede caminar en paz. Hoy tenés que estar atento a todo, todo el tiempo."
"Vivimos con terror y pendientes de lo que pasa. Y eso que se ven policías. Después de las 19 prefiero no salir a la calle", contó Ethel, otra vecina. "Muchos vecinos están atemorizados. Acá vive mucha gente mayor, que le cuesta hacer como que no pasa nada. Hay presencia policial, pero cuando oscurece y todo cierra muchos vecinos se guardan en sus casas", explicó Vicente, encargado de un edificio sobre Olleros.
Falta de coordinación
Uno de los policías de la Federal que patrullaba la zona dijo a LA NACION: "El delito va mutando. Hoy toca que haya situaciones conflictivas acá en esta zona. Se va a fortalecer la seguridad y después nos vamos a encontrar con otro sector en problemas. A todos los que trabajamos en la fuerza nos gustaría que haya más personal, pero también debe haber más capacitación. Para frenar los ataques de los motochorros el trabajo tiene que estar bien coordinado".El oficial agregó que la mayoría de los robos en la zona son por arrebatos y descuidos, y que muchas veces los hechos "no son denunciados".
La inseguridad en la zona también afecta al sector comercial. Carlos Almeyda atiende un maxiquiosco sobre Migueletes desde hace 15 años. "La situación está difícil. Hay policías, pero está claro que no dan abasto. Acá nos roban todos los años. No se me ocurre cómo se puede solucionar lo que nos pasa", indicó el comerciante.
Silvia Rodríguez, también dueña de un maxiquiosco, cierra el ingreso al local con rejas y atiende desde la ventana después de las 14. "Está complicado. A nosotros nunca nos robaron, pero cierro con rejas porque me quedo sola y se ven caras raras, gente que no vemos todos los días", dijo Rodríguez.
No obstante, hay quienes creen que la situación de inseguridad no se diferencia de la de otros sectores de la ciudad. Luciano Zuker, dueño de una inmobiliaria, aclaró: "Dentro de todo la zona está controlada. Hay sectores de la ciudad más descuidados y mucho más inseguros. Lo que pasa acá es raro, no hay grandes robos, pero son constantes y parece que no los pueden controlar".
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