Poder de fuego: los delincuentes en el conurbano ya portan fusiles de asalto en robos comunes
Aumenta el peligro en la región metropolitana por el fácil acceso a armas automáticas con efectividad en largo alcance
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En apenas 24 horas dos robos en el conurbano bonaerense expusieron el poder de fuego de los delincuentes: en ambos casos se usaron fusiles de asalto. Tener la posibilidad de formar una barrera de balas por la repetición de disparos no alcanzó para esos ladrones. Ni siquiera pudieron usar bien ese armamento de capacidad militar. Intentar disparar corriendo mientras se manipula un fusil con una mano hacia atrás tiene más posibilidad de resultar en una lesión corporal del tirador que en un acierto al blanco. Y eso se vio en uno de los videos que registró esos asaltos.
La inexperiencia en el manejo de las armas deja poco margen para la tranquilidad social. Es que eso solo significa que cualquier ladrón accede hoy a fusiles, algo que hace unos pocos años solo se veía en manos de bandas organizadas de piratas del asfalto y asaltantes de camiones blindados. Hoy se apela a ese armamento para una entradera. Y eso hace más violento y peligroso el delito en el conurbano.
Uno de esos intentos de robos derivó hoy en el arresto de los delincuentes en el partido bonaerense de San Martín. Según informaron voceros policiales, todo comenzó en horas de la madrugada, cuando una patrulla de la comisaría 1a de San Martín, junto a los operadores de seguridad municipal detectaron un auto Chevrolet Prisma que circulaba de manera sospechosa por la esquina de San Lorenzo y Pombo. En ese momento, se inició una persecución donde los ocupantes del auto efectuaron disparos con armas de fuego hacia los patrulleros.
De esa manera, los policías realizaron un operativo cerrojo en la zona de Villa La Rana, donde en el intento de fuga el auto de los delincuentes dio marcha atrás y los dos ocupantes se arrojaron de vehículo. Uno cubrió su fuga a los tiros para intentar ingresar al barrio, pero fue detenido en la zona, mientras que otro entró en el asentamiento, pero también fue capturado en los pasillos del barrio. Tanto los detenidos, mayores de edad con antecedentes penales por robos y otros delitos, como el personal policial resultaron ilesos, sostuvieron los informantes.
Además de los capturados, el grupo de delincuentes estaba compuesto por otros dos hombres que lograron evadirse. El vehículo en el que se movilizaban los delincuentes tenía su patente adulterada. En realidad, se trataba de un automóvil robado el 24 de agosto pasado en Ramos Mejía, localidad que integra el partido de La Matanza. En ese distrito se notó este año un fuerte incremento del robo automotor. Ese delito aumentó más del 40 por ciento con relación a las cifras oficiales notificadas entre enero y septiembre de 2021.
En ese vehículo se encontró un fusil SG540-1 con culata rectráctil, modelo de paracaidista de un arma militar de origen Suizo que en la región está en servicio en los ejércitos de Chile y Bolivia. Además, se recuperó el armamento que fue descartado por los delincuentes en la fuga: una pistola Glock 40, una pistola Bersa .380 y un revolver Rossi calibre 38.
En tanto, una entradera fue evitada por la acción de un policía motorizado en la localidad platense de Villa Elisa. El grupo de delincuentes fuertemente armado había iniciado un raid en Hurlingham, donde robaron un automóvil. Con ese vehículo llegaron a la zona de la capital provincial, donde cometieron una entradera en Gonnet, en momento en que un jubilado llegaba a su casa. Intentaron una acción similar en Villa Elisa. Y allí fueron interceptados.
En una cámara de seguridad quedó el registro del tiroteo entre ladrones y policías. El poder de fuego de los delincuentes quedó expuesto con la portación de un fusil M-16 norteamericano, además de una pistola 9mm, otra calibre 45 y un revólver 38. Tres de los ladrones resultaron heridos en el enfrentamiento.
Más allá del resultado de estos tiroteos en los que fueron los delincuentes quienes se llevaron la peor parte, es motivo de intranquilidad la presencia de armamento con poder de fuego y efectividad a más de 300 metros, algo que puede cambiar las reglas de la seguridad metropolitana. Eso pasó en Río de Janeiro cuando los fusiles empezaron ser de uso cotidiano en las favelas. Se inició entonces una trágica carrera armamentística entre las bandas que querían copar territorios, aquellas que se defendían, y la policía que aumentó también su volumen de fuego. Todo derivó en un vertiginoso ascenso de la tasa de homicidios.
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