Pedro Juan Caballero, el reino de la marihuana en el que las bandas se pelean por las hectáreas para cultivar
En el departamento de Amambay, la tasa de homicidios de Paraguay da un salto trascendental. Y Pedro Juan Caballero, su capital, en el límite con Brasil, es uno de los mayores focos de conflicto. En medio de los paisajes selváticos que rodean esa ciudad se esconden enormes plantaciones de marihuana. Las cuidan los llamados "marihuaneros", el primer "escalafón" de un negocio ilegal que termina con el cannabis prensado, listo para la venta al narcomenudeo y comercializado de a pocos gramos en cualquier barrio de la región.
En aquella provincia paraguaya, las plantaciones se traducen en violencia desatada por la lucha territorial entre organizaciones criminales; a diferencia de lo que pasa en Rosario, por ejemplo, con las bandas dedicadas al narcomenudeo y al control de los búnkeres, aquí pelean por el poder de cosechar la Cannabis Sativa. Es un punto estratégico, escenario de recientes esfuerzos de coordinación de los Estados regionales para combatir el cultivo y el tráfico, al mismo tiempo, frenar el avance de los poderosos carteles brasileños, que buscan ampliar su influencia y apropiarse de todos los eslabones de la cadena logística narco.
La ministra de Seguridad argentina, Patricia Bullrich, y el presidente paraguayo, Mario Abdo Benítez, en el contexto de convenios internacionales para la lucha contra estas narcobandas transnacionales, realizaron una recorrida dentro de una plantación de marihuana de tres hectáreas mimetizada entre los montes bajos del paisaje tropical paraguayo. Este cronista de LA NACION los siguió de cerca.
Una planta tras otra, en líneas perfectamente delineadas, con sus raíces inyectadas a la esponjosa tierra bordo, fueron plantadas por uno de los grupos de "marihuaneros". Por lo que se veían del desarrollo de las herbáceas, en un mes y medio estarían en su punto óptimo para ser extraídas y, previo prensado, ser introducidas en el mercado ilegal del narcotráfico.
En aquella provincia paraguaya, las plantaciones se traducen en violencia desatada por la lucha territorial entre organizaciones criminales; a diferencia de lo que pasa en Rosario, por ejemplo, con las bandas dedicadas al narcomenudeo y al control de los búnkeres, aquí pelean por el poder de cosechar la Cannabis Sativa
En esas tierras está el primer eslabón de la cadena de comercialización del cannabis. En Pedro Juan Caballero empieza una de las rutas más productivas del comercio ilegal de marihuana en todo el mundo.
Dentro de la cadena de valor del tráfico de marihuana originado en Paraguay, los "marihuaneros" son quienes plantan semillas y cuidan las plantaciones ocultas en la mata paraguaya para responder con dos cosechas anuales. Reciben una paga diaria de 20 dólares por parte de los "acopiadores", que son los socios locales de los grandes carteles de droga.
Los "acopiadores" ya reciben el producto prensado y listo para la distribución a granel. Ellos ocupan la capa media dentro de la cadena de producción. Luego, las grandes bandas regionales, como el Primeiro Comando da Capital (PCC), de San Pablo, y el Comando Vermelho (CV), de Río de Janeiro, trafican la droga. Así como generan fortunas, irradian violencia por la lucha del territorio y acrecientan el saldo de muertes.
El poder de fuego de las bandas criminales que administran toda esa logística es la que preocupa a las autoridades de la región. Ese contexto hizo necesario tejes un acuerdo de cooperación entre Argentina y Paraguay para evitar el avance en la frontera común de los carteles brasileños.
"Los dueños de la droga están del otro lado de la frontera. Estos convenios nos sirven para desarmar las organizaciones desde los dos lados", sostuvo la ministra Bullrich, que agregó: "En octubre se van a realizar quemas de plantaciones en ciudades fronterizas con la Argentina, en Formosa y Chaco".
El operativo de ayer estuvo a cargo de la Secretaría Nacional Antidrogas de Paraguay (Senad). Tras la firma de aquel tratado bilateral, efectivos de la Gendarmería argentina se sumaron como agregados a esa dependencia, al igual que policías federales brasileños.
La plantación de marihuana recorrida por las autoridades y por reporteros de varios medios de comunicación argentinos -entre ellos, LA NACION- está situada a 10 kilómetros del aeropuerto internacional de Pedro Juan Caballero. La comitiva fue guiada por el fiscal adjunto Marco Alcaraz, de la Unidad Especializada de Lucha contra el Narcotráfico paraguaya.
El paisaje selvático de esa localidad tiene una geografía levemente montañosa y parcelas subdividas en las que también se cultiva soja. Allí, las tierras están loteadas; son de propiedad privada y a los dueños se les exigen, por ley, mantener una zona del terreno resguardada, para preservar la frondosa floresta autóctona.
Según contó Alcaraz, los cultivadores contratados por los "acopiadores" aprovechan los recovecos que les deja libres aquella ley. El terreno que recorrió Bullrich ayer es propiedad de un acaudalado productor agropecuario y ganadero de la región. Los "marihuaneros" caminan la zona hasta que localizan un punto apropiado y comienzan a plantar sin importarles si tiene dueño. Allí se instalan en campamentos precarios hasta que las plantas están listas para ser cosechadas y, luego del secado, pasadas por la prensa para armar bloques de a kilos.
El terreno que recorrió Bullrich ayer es propiedad de un acaudalado productor agropecuario y ganadero de la región
Según indicaron, en una hectárea se pueden sembrar unas 10.000 plantas de Cannabis sativa, que rinden unas tres toneladas de marihuana. La tierra es húmeda y rojiza, muy fértil. Cuando terminan el proceso, cargan el producto al hombro para llevárselos a los "acopiadores", que luego lo venden a las grandes bandas de narcotraficantes, que lo comercializan a gran escala en Brasil, principalmente, y en la Argentina.
Según estimaciones oficiales, el kilo de marihuana prensada tiene un valor de mercado de unos 30 dólares. En las zonas urbanas argentinas, por ejemplo, el "25 de paraguayo" -25 gramos de marihuana prensada-, se paga unos 600 pesos.
Los "marihuaneros", en general, son personas de bajos de recursos que viven del cultivo de cannabis, que para ellos es el tipo de siembra más redituable. No conocen otra forma de vida, explican. Entre ellos se definen como "prenseros" y viven todo el año en Pedro Juan Caballero. En su mayoría son hombres, pobres, que se criaron con necesidades básicas insatisfechas; la lógica del negocio ilegal que envolvió a esa ciudad del oriente paraguayo los colocó en una encerrona, sin muchas más salidas que trabajar del cultivo de la planta del cáñamo.
Los "marihuaneros", en general, son personas de bajos de recursos que viven del cultivo de cannabis, que para ellos es el tipo de siembra más redituable
Los "marihuaneros", según contaron los investigadores judiciales, no fuman el producto. Lo que sí hacen algunos es pasar las manos por las flores y con la resina que les queda en las manos, que es pegajosa, la frotan hasta componer una suerte de plastilina marrón: el es hachís, que "queman" y les produce un efecto euforizante.
En el Ministerio Público Fiscal paraguayo sostienen que de este tipo de operativos, como el que tuvo ayer la participación de la ministra Bullrich, se realizan unos seis al año. En general no apresan a los "marihuaneros" porque la Senad llega a la zona en helicópteros y con muchos efectivos, lo que alerta a los cultivadores, que se escapan. Las penas de prisión previstas para la actividad de los "marihuaneros" son de entre 10 y 25 años, las mismas que para un gran narcotraficante.
En los últimos tres años, en la Argentina fueron incautadas 460 toneladas de marihuana, en su gran mayoría, proveniente de Paraguay. Por eso se intensificaron las relaciones entre países.
Bullrich arribó al aeropuerto de Pedro Juan Caballero a las 11 de ayer, casi un día después de lo previsto. Cuestiones climáticas frustraron su viaje desde Puerto Iguazú , y el cambio de agenda imposibilitó que, como se había acordado, de la reunión participara también su par brasileño, el exjuez Sergio Moro. La ministra fue recibida por el director de la Senad, Alberto Giuzzio, y pocos minutos más tarde el presidente Benítez bajó de su avión.
De jean y camisa, y con un chaleco antibalas de la Senad, Bullrich recorrió el sembradío de plantas en perfecto estado y de troncos de árboles quemados, producto del rozado hecho por los "maihuaneros" para ganar terreno para el cultivo ilegal.
El jefe del operativo les mostró los distintos lugares de la plantación. Y como gesto simbólico, y para sellar el camino que desean recorrer juntos ambos países, la ministra tomó un machete y, con un golpe del filo, cortó una de las plantas de cannabis, la levantó como un trofeo y sonrió junto con Benítez, que la miraba sonriente, saboreando un tereré.
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