“Patrón del Norte”. Cayó una banda integrada por un hermano de Delfín Castedo con 176 kilos de cocaína listos para distribuir
La Gendarmería, que hacía dos años seguía la actividad de la organización, realizó un allanamiento de urgencia en un inmueble de La Banda, Santiago del Estero, donde había sido guardada una camioneta que sufrió un desperfecto mecánico cuando transportaba la droga desde Salta hacia Buenos Aires
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El inesperado desperfecto de una de las tres camionetas que bajaban desde Salta hacia Buenos Aires con una carga fantasma aceleró la intervención de los efectivos de la Gendarmería que hacía dos años estaban detrás de la actividad de una organización criminal que, desde el Norte, irradiaba estupefacientes a varias provincias del país.
En un doble fondo del vehículo, estacionado en un inmueble de la localidad de La Banda, en Santiago del Estero, aparecieron los ladrillos: eran 181, casi 176 kilos de cocaína. Allí fueron detenidas cuatro personas, con armas, más rodados y balanzas de precisión. En otro domicilio fueron aprehendidas tres personas más. Entre ellos sobresalió un nombre: el de Rodolfo Darío Castedo, sobrino de Delfín Reynaldo, el poderoso “Patrón del Norte” que controlaba la frontera caliente con Bolivia, puerta de entrada de la cocaína al país.
Los datos iniciales que dieron forma a la investigación que tuvo acciones concretas en las últimas horas aparecieron hace dos años, cuando la Unidad de Reunión de Información “Catamarca” de la Gendarmería comenzó a seguir los pasos de “una organización criminal dedicada al tráfico, transporte y distribución de sustancias estupefacientes, la cual realizaba sus actividades delictivas desde el norte del país, extiendo sus operaciones hacia las provincias de Salta, Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero, Córdoba, Buenos Aires y Catamarca”.
Con la supervisión del Juzgado Federal de Catamarca, a cargo de Miguel Ángel Contreras, los detectives de Gendarmería pudieron determinar en los últimos días que “parte de los involucrados viajaban desde Salta hacia la provincia de Buenos Aires, con indicios de transportar sustancias” estupefacientes.
Se trasladaban en tres vehículos, pero debido a un inconveniente mecánico en una de las camionetas habrían parado en la ciudad de La Banda.
Se sumó a la pesquisa, en este momento, la Unidad de Reunión de Información “Santiago del Estero”, y se logró establecer el lugar donde estaban alojadas las personas vinculadas con la flota bajo vigilancia y un segundo inmueble en el que, presuntamente, había quedado a resguardo de curiosos el vehículo con el desperfecto mecánico.
Por orden del juez Contreras, los gendarmes de las Unidades de Reunión de Información de Catamarca y Santiago del Estero, junto con efectivos del Escuadrón 59, realizaron los allanamientos en las dos direcciones señaladas. En el Residencial Cid fueron atrapados Rodolfo Darío Castedo, Walter Hugo Castro y Ricardo Ariel Herrera. En el otro domicilio, Walter Horacio Álvarez, Carlos Gustavo Ávila, Omar Edgardo Álvarez y Alejandro Lelis Colman.
“En el interior del primer inmueble, los funcionarios detectaron que había una camioneta con un compartimento doble fondo que ocultaba acondicionado 181 paquetes, un total de 175,965 kilos de cocaína. Además, incautaron siete vehículos, cinco escopetas, dos revólveres, siete armas de aire comprimido, dinero en efectivo, una balanza de precisión, teléfonos celulares, documentación, y fueron detenidas cuatro personas. En el segundo domicilio, otros tres ciudadanos quedaron detenidos”, precisaron las fuentes.
Quién es Delfín Castedo
Entre los detenidos, como quedó dicho, está “Johnny”, uno de los sobrinos de Delfín Reynaldo Castedo, considerado como uno de los mayores proveedores de cocaína de los principales clanes activos en la Argentina.
El bajorrelieve del cetáceo en los ladrillos de cocaína era la marca de procedencia atribuida a la organización narcocriminal transnacional encabezada por este hombre hasta su detención, en julio de 2016, cuando circulaba en una camioneta 4x4 en Ituzaingó, provincia de Buenos Aires, donde había encontrado un escondite tras haber pasado a la clandestinidad en 2008.
Era considerado como “el dueño” de ambos lados de la frontera cercana a Profesor Salvador Mazza, en el límite “caliente” entre Salta y Bolivia, uno de los pasos fluidos de la cocaína hacia el sur. Por eso se lo conocía como “El Patrón del Norte”.
Para poder mover la droga sin interferencias, según las pesquisas realizadas, Castedo se habría valido de aceitados contactos con el mundo político y judicial. Su nombre quedó asociado al del fallecido diputado peronista Ernesto Aparicio, alias Gordo, y al del exjuez federal de Orán, Raúl Reynoso, quien pasó de ser “un modelo de lucha contra el narcotráfico”, como lo presentó la expresidenta Cristina Kirchner a mediados de su segundo mandato, a ser destituido y caer preso por recibir coimas de los narcos argentinos y bolivianos, entre ellos, del Patrón del Norte.
Delfín y su familia controlaban casi 60.000 hectáreas de espeso monte a uno y otro lado de la frontera caliente del narcotráfico. En El Pajeal y El Aybal, parajes cercanos a Salvador Mazza, un alambrado de algo más de un metro demarcaba el límite entre la Argentina y Bolivia. De un lado, él aparecía como propietario de 28.000 hectáreas; de otro, Roxana Castedo, hermana del Patrón del Norte, dominaba otras 30.000. El clan era, virtualmente, el dueño de la frontera.
El crimen que lo jaquea
El control de ese vasto territorio era vital para asegurar la fluidez de las actividades ilegales, estimaron los investigadores federales del caso. Para asegurarlo, no dudaron en amenazar a pobladores y a productores rurales de la zona. Algunos sucumbieron a la intimidación. Otros, en cambio, resistieron. Una mujer de 37 años le hizo frente a Delfín y lo denunció: la mataron.
Liliana del Valle Ledesma no le iba a dar sus tierras a los narcos. Tenía 1250 hectáreas en El Pajeal, y denunció que no podía llegar a sus dominios ni a su ganado porque las huestes de Castedo habían cortado los caminos de acceso desde Salvador Mazza —un camino de tierra que corre paralelo a la frontera con Bolivia—, como una forma de presión, para asfixiarla y que se resignara a vender el campo. Afirmó que detrás de la maniobra estaba el Gordo Aparicio, poderoso diputado provincial del norte salteño. Y que ese camino vecinal de tierra era usado por Castedo para mover la droga que traía, en cantidades industriales, desde Santa Cruz de la Sierra.
El 21 de septiembre de 2006, dos sicarios la emboscaron. Le asestaron siete cuchilladas: las dos mortales, en el corazón y en el estómago; las otras cinco le destrozaron la boca, horrendo signo de que la habían asesinado por haber alzado la voz contra los poderosos narcos que querían correrla de la zona.
Castedo ya estaba en la clandestinidad cuando la Justicia lo imputó como autor intelectual de la ejecución de Liliana Ledesma. Casi quince años después del crimen, en mayo de este año, debió haber empezado el juicio contra Delfín y su hermano, Raúl Amadeo, alias “Hula”. Pero, por ahora, quedó en suspenso. Los hermanos están alojados en el penal de Ezeiza y solo aceptan ser enjuiciados de manera presencial. Y el Servicio Penitenciario Federal (SPF) no quiere afrontar el riesgo de trasladar a los narcos miles de kilómetros al norte para ponerlos a disposición del Tribunal Oral Federal de Orán.
Por el crimen de la productora rural de 37 años ya fueron condenados a prisión perpetua, en 2010, María Gabriela Aparicio —hermana del Gordo— y Aníbal Ceferino Tárraga, Lino Ademar Moreno y Casimiro Torres, sicarios del clan Castedo, y se les impuso la pena de 10 años de prisión a Patricia Guerra y de cuatro años a Juan Moreno.
Actividad continuada
A pesar de que está preso —ahora, en el Complejo Penitenciario Federal de Ezeiza, adonde llegó en 2019 luego de que se detectara un plan de fuga en la cárcel federal de Güemes, en Salta— Delfín Castedo sigue manejando a “control remoto” las actividades espurias del clan, según los investigadores judiciales. Eso, a pesar de que buena parte de la cúpula de la organización fue detenida: ya cayeron los tres hermanos varones de Delfín —Hula (señalado como quien obtenía la droga para distribuir en Santa Cruz de la Sierra), Rafael y Roberto— y su cuñado, Mario Morfulis, marido de Roxana Castedo, la que figura como propietaria de la mitad de los dominios del Patrón del Norte en la frontera con Bolivia.
En mayo de 2020 fue detenido en Salvador Mazza uno de los laderos de Castedo. Ricardo Ervas. Sobre él pesaba una orden de captura desde 2016, lo que no le impidió sostener los negocios ilegales de la organización. De hecho, en la investigación del juez federal de Orán Gustavo Montoya se lo señala como una pieza clave en el movimiento de varias toneladas de cocaína por parte del clan Castedo.
Aunque no hay noticias recientes de la participación de esta organización en grandes contrabandos internacionales de droga, los paquetes con el logo del Delfín no dejan de aparecer en diversos procedimientos, cada vez más al sur dentro del país. Los operativos en los que se detecta la droga con la marca de calidad atribuida a Castedo denotan un cambio en la modalidad de tráfico: cantidades más chicas y el uso de “mulas” que utilizan sus vehículos particulares para transportar los estupefacientes con la fachada de viajes “convincentes”.
Desde noviembre del año pasado está en el banquillo de los acusados ante el Tribunal Oral Federal N°1 de Salta, que lo juzga –junto a su hermano, su expareja, tres hermanos comerciantes y un martillero público– por asociación ilícita y lavado de activos.
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