“Paro cívico”. Más de 30.000 personas se unieron en una inédita protesta para reclamar seguridad en Rosario
La medida de fuerza tuvo un fuerte impacto durante la mañana; cerraron muchos negocios y no hubo clases ni atención en los organismos públicos; se realizaron ocho piquetes en distintos puntos de la ciudad
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ROSARIO.-Un paro “cívico” o “ciudadano”. Ese fue el nombre que adquirió una protesta inédita que se gestó en esta ciudad en reclamo de seguridad y confluyó en una multitudinaria manifestación en la que participaron más de 30.000 personas. La marcha estuvo encabezada por más de un centenar de organizaciones sociales, gremiales, religiosas y estudiantiles y terminó frente a la gobernación de Rosario, donde se pidió por el fin de la violencia, en una ciudad donde se produjeron 140 asesinatos este año.
El paro tuvo un fuerte impacto durante la mañana. No hubo clases en las escuelas públicas y en algunas privadas, tampoco funcionó el transporte público, el servicio de taxis, la recolección de residuos y muchas oficinas públicas quedaron vacías. Los reclamos fueron acompañados de piquetes en ocho sectores de Rosario, y una manifestación frente a la casa de gobierno, donde se hicieron escuchar docentes públicos y privados y los gremios estatales, como ATE y UPCN, y más de cien organizaciones sindicales, sociales, religiosas y vecinales.
La inseguridad y la violencia fueron las dos consignas principales de los reclamos que unificaron a los gremios de Rosario, en medio de la campaña electoral, de cara a las elecciones del 16 de julio próximo. Frente a ese escenario el gobierno de Omar Perotti reunió ayer a referentes de los partidos de la oposición para demarcar una transición en materia de seguridad que involucre a todas las fueras políticas, en un intento por diluir el impacto de las responsabilidades y lograr sobrellevar una de las crisis más importantes de los últimos años.
La conducción de la Seguridad en Santa Fe está en manos de Claudio Brilloni, excomandante de gendarmería, que asumió en el cargo, luego de la renuncia de Rubén Rimoldi, que fue despedido a principios de febrero por Perotti, quien fue el que había convocado a ese excomisario por su experiencia en el manejo de la fuerza policial. Su gestión enfrentó duras críticas por las falencias de la operatividad de la policía. Perotti siempre trató de mantenerse distante de Rosario, donde enfrenta el mayor problema, algo que le valió intensos cuestionamientos de la oposición y también de las organizaciones sociales y gremiales. El gobernador está imbuido en la campaña electoral, porque va como candidato a diputado provincial, una estrategia para tratar de presidir la Legislatura si hace una buena perfomance en las elecciones. Pero las encuestas no le traen buenas noticias.
En medio de este clima político marcado por una campaña electoral donde el tema de la seguridad es la principal preocupación de la población, de acuerdo a estudios de opinión, el paro que gestaron los gremios y movimientos sociales se sintió durante la mañana en Rosario, donde la huelga de la Unión Tranviarios Automotores (UTA) causó que muchos empleados no pudieran llegar a sus trabajos. Al mediodía llegó a la plaza San Martín una multitud. Más de 30.000 personas se movilizaron en una jornada de protesta en la que confluyeron los reclamos por la inseguridad y la violencia con el repudio por la represión en Jujuy que enfrentaron docentes de esa provincia.
“Decidí venir a la plaza porque es inaguantable vivir como se vive en Rosario, donde uno tiene temor todo el tiempo que anda por la calle. Las escuelas cierran por las balaceras y los robos. Es inaudito”, afirmó Cecilia Morante, maestra de una escuela de la zona sur de Rosario.
Entre los manifestantes también estuvieron familiares de víctimas de la violencia, como los parientes y amigos de Mauro Villamil, un joven que fue asesinado en un ataque narco contra una verdulería. Villamil se encontraba comprando verduras para acompañar un asado que tenía previsto comer con sus compañeros de trabajo. Pero murió en el acto tras un ataque con una ametralladora en el barrio Godoy, el 3 de mayo pasado.
“Debería que ser un día en que todos salgan a la calle. Rosario se volvió una ciudad con miedo. Pedimos justicia por Mauro y seguridad por nuestros chicos y por la gente que salimos a trabajar”, señaló la familia Villamil.
El paro cívico fue lanzado por distintas organizaciones gremiales que se agrupan en una multisectorial, que convocaron esta medida de fuerza luego de la seguidilla de ataques contra escuelas que se produjeron durante las últimas semanas.
“El 13 de junio llevamos adelante en las escuelas una jornada en contra la violencia y en defensa de la vida, pero sostenemos que el problema de la violencia no es exclusivo del sector docente o de la educación, sino que es necesario pensar acciones multisectoriales”, dijo el secretario general de la Asociación del Magisterio de Santa Fe (Amsafé), Rodrigo Alonso.
Desde el Sindicato Argentino de Docentes Privados (Sadop) señalaron a través de un comunicado que “la inseguridad sigue siendo parte de cotidianeidad de las escuelas y hasta hoy no hemos tenido respuestas ni nuevas convocatorias para concretar mesas de diálogo”.
“Por ello volveremos a expresar nuestro reclamo para terminar con las amenazas, los amedrentamientos y las balaceras a y frente a las escuelas”.
El secretario general del Sindicato de Trabajadores Municipales de Rosario, Antonio Ratner, recordó que ya la medida de este jueves es de un tenor similar a las que ya se han hecho en Rosario en otras oportunidades “pidiendo por paz y por la seguridad”.
Las primeras protestas contra la inseguridad la iniciaron los docentes públicos, que realizaron tres marchas en las últimos dos meses para exponer el nivel de vulnerabilidad de las escuelas frente a la violencia narco. Durante los últimos meses los colegios comenzaron a ser blanco de balaceras que buscan generar conmoción.
En uno de los ataque fue herido un alumno de seis años, que asiste a primer grado. Ese chico fue alcanzado por una bala en la puerta de la escuela José Ortolani, ubicada en el barrio Empalme Graneros, en el noroeste de Rosario, donde se produjeron ataques narco contra establecimientos educativos y una parroquia. Esa escuela donde resultó herido el niño ya había sufrido ataques a balazos y había cerrado sus puertas.
En ese barrio Empalme Graneros desde una moto dispararon contra la parroquia Santa Rita, donde la comunidad religiosa salesiana realiza tareas sociales, con el foco puesto en tratar de sacar a los chicos de las adicciones.
La balacera contra esa iglesia conmocionó el barrio. Porque allí no sólo funciona un espacio de oración sino que además es un comedor comunitario. En la Iglesia lo llaman “centro de vida”, un espacio de contención donde buscan que los chicos con problemas de adicciones tengan un lugar que les abra una salida.
Durante las últimos dos meses una decena de colegios dejaron de dictar clases por amenazas y ataques a balazos, a los que también se sumaron atentados con bombas molotov.
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