Otra masiva marcha en favor del joven que mató a dos motochorros
Vecinos de Fisherton reclamaron la libertad de Diego C., pero el fiscal y el juez mantienen la prisión preventiva
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ROSARIO.- Una nueva marcha para reclamar la libertad de Diego C., el joven de 25 años que embistió y mató a dos motochorros en Rosario, se realizó en el mediodía de hoy en el barrio de Fisherton, en el oeste de Rosario, donde el 8 de abril pasado se produjo el violento episodio que terminó con dos asaltantes muertos.
La concentración de vecinos se realizó en Wilde y Córdoba y los manifestantes recorrieron las calles de ese barrio residencial agitando las consignas que catalizaron el malestar social que se hizo visible tras la decisión que tomó el domingo de la semana pasada la justicia de Rosario al imputar y detener por dos meses al conductor de la camioneta.
“No puede ser que este muchacho que trabaja y nunca hizo mal a nadie esté preso. A él lo fueron a robar y se defendió”, planteó Romina González, una comerciante de la zona que se plegó al reclamo realizado este mediodía en una de las zonas más tradicionales de esta ciudad.
Hace 15 días una multitud se había manifestado bajo una fuerte lluvia para reclamar en el barrio de Fisherton que Diego C., un joven de 25 años que fue imputado de homicidio simple tras embestir el 8 de abril pasado con su camioneta a dos ladrones, quedara en libertad. El domingo 11 de abril el fiscal Patricio Saldutti imputó al muchacho y el juez Román Lanzón avaló el pedido de prisión preventiva por 60 días que pidió el funcionario del Ministerio Público.
Esa decisión generó malestar y bronca entre los familiares y allegados a Diego C., y lo expresaron contra los vidrios del Centro de Justicia Penal de Rosario. Ese enojo por la actitud del fiscal y del magistrado quedó expuesto nuevamente en las calles al realizarse ayer otra marcha para pedir a la justicia que deje en libertad a Diego C., al que los familiares y vecinos del barrio de Fisherton consideran que “no es un asesino, sino una víctima de la inseguridad”.
“Justicia y libertad para Diego”, “Liberen a Diego ya”, Basta de inseguridad” y “Todos somos Diego” eran algunos de los mensajes que se podían leer en carteles y banderas que los manifestantes exhibían en la zona oeste de Rosario, donde se llevó adelante la manifestación.
“La mayor parte de quienes participaron de la convocatoria no conocen a Diego, se acercaron por el hartazgo que genera lo que nos pasa en el día a día”, enfatizó el tío del joven detenido en declaraciones a Télam.
“La sociedad no entiende por qué no se aplican las leyes con sentido común, la crítica es al sistema judicial porque no entendemos las decisiones de los jueces”, remarcó.
En ese sentido, el hombre afirmó: “Sentimos que lo que le pasó a Diego le puede pasar a cualquiera. Vamos a seguir haciendo marchas porque el caso de Diego es el puntapié inicial a muchas otras cosas, porque la sociedad se cansó de la inseguridad y quiere que esto se termine de una vez y nos sintamos seguros”.
Una persecución mortal
El episodio por el que Diego C. está preso por un plazo de 60 días ocurrió el jueves 8 de abril, alrededor de las 17.30, cuando el joven fue en su camioneta Chevrolet S10 a retirar US$ 2000 a una financiera ubicada en el centro de Rosario. Luego de realizar la transacción se dirigió hasta la casa de su padre, que es un empresario metalúrgico, en Amuchástegui al 600, en Fisherton.
Cuando D.C. llegó a la casa de su padre dos hombres en una moto lo interceptaron cuando él aún estaba dentro de la camioneta. Le rompieron el vidrio del vehículo con la culata de una pistola, según relató el abogado defensor Pablo Rajmil, y le apuntaron a la cabeza. “Dame la plata”, le gritó uno de los asaltantes y realizó –según el abogado- tres disparos al aire para intimidarlo.
El conductor de la Chevrolet S10 le entregó el dinero inmediatamente. Y el ladrón arrojó el arma, según el abogado. Se sospecha que porque podría haber tenido un desperfecto. Es en ese momento cuando Diego C. inició una persecución de los dos asaltantes que huían en una Honda Titán.
A unas seis cuadras de donde se había producido el robo, el conductor de la S10 embistió a los ladrones. Uno murió en el acto, al quedar bajo las ruedas del vehículo. Y el otro asaltante murió poco después. La policía secuestró en ese lugar una segunda arma, según fuentes cercanas a la familia.
Imágenes grabadas por cámaras de seguridad privadas instaladas en la zona de la mortal embestida mostraron el momento en que los motochorros subieron en la vereda en un intento de eludir la persecución de su víctima, quien fue tras ellos y los atropelló antes de colisionar contra un árbol.
Pocos minutos después de que se produjera este violento desenlace los familiares de los dos asaltantes fueron hasta la casa del padre de Diego C., donde se produjo el robo, para insultar y amenazar a los allegados al joven que provocó la muerte de los dos presuntos delincuentes. Los padres de Diego C. pidieron una custodia policial para contra con protección ante esas intimidaciones.
Los familiares de los dos asaltantes muertos también denunciaron públicamente sufrir amenazas. Mónica, la madre de Diego Quiroga, dijo en una entrevista con el diario La Capital que se “compadece” de los familiares de Diego C., luego de quedar detenido. “Yo tuve que ir a ver a mi hijo preso y sé lo que está sintiendo, sé por lo que está pasando. Yo tuve que ir a la cárcel, pero ahora mi hijo ya no está más. A lo mejor murió como quería. También es cierto que a mi hijo un muchacho lo condenó a muerte por un robo y ahora ya no lo tengo”, afirmó la mujer.
La espiral de violencia
La situación judicial del joven conductor de la camioneta causó una fuerte conmoción social en una ciudad que ve en forma cotidiana el aumento de la violencia callejera derivado de las luchas internas de clanes narco y el incremento del delito común, que empieza a afectar a zonas que hasta hace poco no tenían episodios sangrientos, algo que estaba más reservado a los propios territorios dominados por el narcomenudeo.
Como testimonio dramático de esa espiral ascendente de violencia urbana quedan los 69 homicidios registrados este año en el distrito judicial Rosario. Anteayer fue ejecutado un exconvicto que había dado su testimonio en una causa contra Esteban Alvarado, uno de los más importantes jefes narco en esta región, que mantiene su poder pese a encontrarse detenido.
Y ayer se sumó el asesinato de un motociclista, que fue atacado a balazos por desconocidos desde el interior de un vehículo mientras circulaba por la zona oeste de Rosario, una de las áreas donde los ajustes de cuentas entre bandas criminales se volvieron una situación cotidiana.
El hecho se registró pasadas las 14, en Ituzaingó y México, cuando el hombre circulaba a bordo de una moto y fue interceptado por los ocupantes de un Renault 12, que dispararon sin bajarse del automóvil.
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